martes, 9 de enero de 2018

Entre nubes - Capítulo 18 y último - Su mayor deseo

Esa mañana, ambos se levantaron temprano.  Alex había vuelto a correr antes de partir hacia el despacho, pero Alyssa también quiso compartir con él, ese pequeño esparcimiento.  Y juntos salieron a correr, pero más que ejercicio fueron a ratos corriendo, y a ratos jugueteando.  Pero ambos reian, reian sin parar y disfrutaban de estar juntos y compartir las mismas cosas.

Alex iría a trabajar, y Alyssa a la peluquería.  Hacía tiempo que no acudía al salon de belleza cercano a su casa.  Sería la primera vez que saliese sola a la calle, pero se armó de valor y fue caminando  hasta el lugar.  Se daría un masaje, limpieza de cutis y se arreglaría el cabello.  Deseaba estar más atractiva que nunca para su marido.  Todo ello  hacía que pasase la mañana en el salón, pero quería estar bonita para cuando él llegar a casa para el almuerzo.  Durante su convalecencia, es decir, durante su trauma, había dejado de hacerlo: sólo se reunían para cenar.  Pero las costumbres de antes, volverían de nuevo.

Al entrar en el despacho, todos notaron que algo había cambiado: Alexander se mostraba alegre, sonriente y hasta había encargado unas flores para los escritorios de las muchachas que trabajan en su departamento.  El día anterior, el inspector había dejado un informe completo de lo ocurrido y una biografía de quién era el secuestrador.

- ¡De modo que trabajaba para mi! ...- exclamó asombrado ante lo escrito.-  Muy bien, pues no me volverá a ocurrir.

Pulsó el teléfono interior y pidió al director de Recursos Humanos que subiera inmediatamente a su despacho  Le dio unas instrucciones muy precisas para todo el personal del aeropuerto, y lo quería urgente, lo más urgente que se pudiera.  En ello se incluía también al personal de vuelo tanto en tierra como en el aire.de su compañía.    Necesitaba saber que en todos sus empleados reinase la cordura.  No volvería a ocurrir algo semejante a lo pasado y que había dado con ese sujeto en la cárcel.  Y además reforzaría la vigilancia.

El cambio experimentado por Alyssa había sido extraordinario, como así fue la impresión que causó a su marido cuando llego, esa tarde a su casa.  Tenía el brillo en los ojos que tanto echaba de menos.  La sonrisa clara y diáfana de siempre; algo más delgada, pero seguía teniendo un cuerpo espectacular. Se quedó sin palabras cuando la vio.  Debían celebrar ese cambio, y ese comienzo de su nueva vida..

- ¿ Quieres que salgamos a cenar esta noche? - la dijo sonriente
-Estaría bien. Y después a bailar.  Me apetece bailar con mi marido una balada romántica.  En la que él me susurre palabras bonitas al oido.  Que me bese suavecito mientras bailamos...  Me apetece
-A mi también.  Con este preámbulo que has hecho ¿ quién se resiste ?

Y así lo hicieron y a su regreso a casa, siguieron con la celebración.  Era fin de semana y disponían de ese tiempo sólo para ellos.  Y como la costumbre establecida, interrumpida por el secuestro, acudieron a la comida familiar.  Fueron acogidos con el mayor entusiasmo del mundo al ver cómo estaba todo tranquilo y sosegado entre ellos.   Les tenía muy preocupados el miedo  de Alyssa que tanto repercutía en la relación de los esposos.  Unas semanas después Alexander la dijo:

-Ven, pasemos el día fuera de casa
- ¿ A dónde vamos ? - preguntó ella intrigada
- Te debo un viaje.  No te preocupes iremos en coche

Tardaron poco en llegar.  De vez en cuando Alex miraba a su mujer que contemplaba  el entorno con curiosidad y expectación.  Se adentraron por una carretera secundaria hasta llegar a una cabaña situada en medio de la Naturaleza.  Frente a ella estaba el mar y a cierta distancia, a lo lejos, se veía un faro precioso.  Sólo se escuchaban los ruidos del bosque.  Era un lugar tranquilo, hermoso y pleno de paz : justo lo que necesitaban.  No se veía ninguna casa cercana, aunque el pueblo no estaba demasiado lejos.  Unos barquichuelos se columpiaban en la distancia con el ir y venir del agua.  Un cielo azul libre de nubes y un sol espléndido.  Una maravilla.


Alyssa miró a su esposo y dándole un beso le agradeció el viaje con una amplia sonrisa.

- Gracias amor, es maravilloso. Justo lo que necesitaba: a ti y este entorno de paz

Alexander la tomó en brazos y la condujo hasta la cabaña.  Abrió la puerta y se introdujeron en su interior

-Bienvenida a su hogar,  señora Colby
-¿ Nuesto hogar? ¿ La has comprado?
- Te debía un viaje desde hace tiempo.  No querías viajar en avión. Me recomendaron este lugar y .. voilà
-¡ Alex ! Gracias, gracias.-.  Se fundieron en un abrazo satisfechos y felices de estar juntos en aquel lugar hermoso disfrutando ,  y haber resuelto sus problemas.

Y allí pasaron unos días  que se habían dado de relax  Al cerrar la puerta de la cabaña, a su partida,  se prometieron repetir la excursión con frecuencia.  Había sido una semana maravillosa, durante la cual a penas salieron de casa. Se habían  descubierto mutuamente.  Se sentían más unidos que nunca. Habían disfrutado plenamente de esas pequeñas vacaciones .

Tardarían mas de un mes en volver de nuevo, pero esta vez, el viaje se le hizo interminable a Alyssa. Se mareaba y cada pocos metros, Alex debía parar el coche porque las náuseas arreciaban.  Con sólo la visión del paisaje y de la cabaña, se le pasaron las atormentadoras ganas de vomitar, y hasta recobró el color de sus mejillas.  Alex estaba preocupado por ella.  Era la primera vez que se mareaba en un viaje. Estarían ese fin de semana, pero en  cuanto llegaran a casa, la llevaría al médico.  Lo achacó a nervios, a pesar de que había transcurrido el tiempo suficiente para que se hubieran aplacado, pero desde el suceso del avión, se sentía más pendiente de ella y más preocupado también.

Alyssa se olvidó de su mareo y disfrutó plenamente de su fin de semana.  El regreso lo hicieron con normalidad y cuanto entraron en casa, Alex respiró tranquilo.  Tenía la piel algo tostada por el aire tomado en la cabaña.  La había sentado bien ese fin de semana, y se olvidaron de los mareos y de todo lo que no fuera su placentera vida disfrutada en aquel lugar.

Pero las náuseas se repetían de vez en cuando, pero sólo Alyssa sospechaba a qué se debían.  No dijo nada a su marido y aprovechó que él estaba trabajando para acudir al médico, y él le confirmó lo que intuía: por fin se había quedado embarazada.  Pero al mismo tiempo el miedo invadió su cabeza

- No todos los embarazos se tuercen.  En este no hay nada que haga sospechar que no va a llegar a buen término.  Creo que debes decírselo a tu marido.  Le tendrás preocupado- le recomendó el médico

Y aquella noche en la intimidad de su habitación le anunció la buena nueva.  Había tenido que reprimir los deseos de decírselo nada más llegar de la oficina, pero también deseaba anunciárselo en el lugar más intimo que tenían :  el dormitorio, y así lo hizo.  A él se le saltaron las lágrimas cuando lo anunció y sólo pudo abrazarla fuertemente y darle las gracias,.

Meses después llegaba al mundo Olivia y Michael, sus primeros hijos, que nacieron fuertes y sanos.  Pero ella no pudo evitar recordar aquél otro malogrado.  No quería enturbiar la felicidad que sentían y contemplaba a su marido plenamente satisfecho que tomaba en cada uno de sus brazos a aquellos preciosos bebes

- ¡ Vaya, menuda goleada ! - decía riendo feliz mientras Alyssa le miraba llena de amor hacía él.

Nunca hubiera imaginado  que aquel cuadro que contemplaba satisfecha, pudiera disfrutarlo con tanta plenitud de felicidad.  Lo que empezó con un café en un aeropuerto, se había convertido en lo que ahora contemplaba satisfecha: su marido sosteniendo en brazos a sus hijos.  Se sentía flotar como si su cabeza estuviera en las nubes y en ese momento, olvidó la incertidumbre que tuvo durante los nueve meses de embarazo.  Las molestias por tener dos criaturas en su vientre.  La pérdida de su figura, la hinchazón de las piernas, y las manías absurdas por las comidas.  Todo había merecido la pena con tal de contemplar a su familia allí, en la habitación de un hospital con un marido rotundamente feliz que había llenado la estancia de flores y peluches.

En ese momento se abrió la puerta de la habitación y, en tropel, entraba la familia: los abuelos, los tios y los primos, que reian alborozados peleándose por tomar en brazos a los nuevos miembros del clan Colby, mientras ellos dos se abrazaban satisfechos y compartían la alegría y felicidad que sentían.

Alyssa abandonó definitivamente su trabajo; se olvidó de lo pasado hacía tiempo.  Los gemelos tenían tres años e iban a la guardería.  Ella nuevamente estaba encinta y repetía la "goleada", .   Iba a buscar a su marido al aeropuerto cuando los niños se quedaban con los abuelos y ellos festejaban su "soledad", porque aunque estaban encantados con su familia, los niños eran revoltosos y no querían ni pensar lo que sería aquella casa con cuatro cuando nacieran los que estaban a punto de hacerlo. .  Nunca más volvieron a distanciarse, pues su vida transcurría normalmente sin altibajos; alguna discusión de vez en cuando, pero ellos sabían solventarla.

 La cabaña tuvieron que ampliarla ya que estaba pensada para dos, y pronto serían seis.  Los chiquillos disfrutaban del bosque e iban con mayor frecuencia a pasar los fines de semana, al menos hasta que Alyssa debido a su segundo embarazo, dejó de viajar por temor a ponerse de parto lejos de su médico.  Le había quedado esa duda y temor desde que perdiera al primer bebe.  No se quedaba tranquila hasta no tenerle entre sus brazos.

En el presente constituyen una familia feliz olvidado todo lo ocurrido en sus primeros tiempos de casados. Ni secuestros, ni Davinias, ni nada, enturbiaba su amor y felicidad.  Veían correr a sus hijos, alborotando la casa y a veces volviendoles locos, pero eran rotundamente felices y se amaban cada día más.  Alexander sólo se dedicaba a su aerolínea y era ayudado por su cuñado que se encargaba de la parte financiera mientras él de la logística.  Consiguió tener una ruta que llegase a Europa, a las Islas Británicas, como siempre había deseado,  pero no quiso ampliarla a otros lugares porque quería pasar el mayor tiempo posible con su familia numerosa.  Alyssa volvería a ser madre, pero ésta vez de una sola niña:a la que pondría su mismo nombre y  que era el juguete de sus hermanos.

Cuando se acostaban los niños, ellos se retiraban a ver un rato televisión y a hablar de sus cosas.  Con la casa en silencio, tomaban un café o una copa, antes de ir a dormir.  Se miraban a los ojos y sonreían.  Ella reclinaba la cabeza sobre el hombro de él y Alex la estrechaba y besaba sus cabellos. No hablaban, esas expresiones lo decían todo.

                                                           F    I    N


Autora:  1996rosafermu
Edición:  Octubre de 2017
Ilustraciones:  Archivo de 1996rosafermu - Google

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