domingo, 7 de enero de 2018

Entre nubes - Capítulo 13 - Aquí torre de control

Al mismo tiempo que esto ocurría, unos golpes en la puerta del despacho de Alexander pedían permiso para entrar .  Era Niall Browly, el jefe de seguridad del aeropuerto.  Venía lívido y nervioso.  Al verle en ese estado y después de recibir la llamada de la torre, Alex, inmediatamente pensó que algo muy grave ocurría o estaba a punto de suceder

- ¿ Qué demonios pasa ? ¿ Es algo referente a la torre ?- dijo Alex alarmado
- ¿ La torre ?.  No lo sé señor Colby, pero hemos recibido una llamada en jefatura que nos indica que está a punto de ocurrir un atentado
- ¿ Un atentado ? ¿ En el aeropuerto ?

- No lo sé exactamente.  Ha llamado alguien dando un aviso extraño.  Por el tono de su voz nos hizo comprender que no era una broma.  Se escuchaban otras voces, como gemidos entrecortados.  Creo que deberíamos activar la alarma.
- Haga lo que tenga que hacer, pero discretamente para que no cunda el pánico entre la gente.  Yo he de ir a la torre de control, sucede algo, y creo que todo estás relacionado.
- Bien, activare el dispositivo y pondré la gente a trabajar.  Después acudiré a la torre.
- No me puedo creer que esté pasando algo así- dijo Alexander mientras salía como una exhalación rumbo a la torre de control.

Y se dio cuenta en ese instante de que el vuelo en el que iba Alyssa había despegado hacía tiempo, pero no el suficiente para alejarle de Augusta.  Y volvió a sentir ese sabor metálico en su boca y la sensación extraña que había exprerimentado por la mañana en su casa, mientras se afeitaba. Y un miedo insoportable se adueñó de su mente , y cada vez aceleraba más sus pasos en dirección a la torre.  Temía por su mujer. no sabía muy  bien porqué, pero algo le avisaba que estaba relacionado con su vuelo.   Quizá fuera ese el atentado anunciado.  E imaginó a Alyssa ante una situación semejante, y él allí en tierra sin poder ayudarla, sin poder protegerla.  Se le puso la piel de gallina con sólo pensarlo, y ante su imaginación vio el rostro amable de ella.  En esa mañana, en ese despertar en la ducha y una rara sensación, como una garra, atenazó su corazón.

Abrió la puerta de la torre de un empellón.  Venía sin color en el rostro imaginando todo lo peor.  A la normalidad en la  estancia  con otros vuelos, resaltaba el de la mesa correspondiente al  5453: era el de Alyssa.  Su corazón no le había engañado.  En los breves segundos que tardó en llegar hasta esa mesa, se dio cuenta de que no era ninguna broma.  Por la gravedad en las caras de los funcionarios supo que todo era cierto, que ese era el atentado.  Ralph le ofreció unos auriculares e inmediatamente establecieron contacto con el avión.

Y de nuevo, la voz extraña de aquél personaje siniestro que amenazaba a su mujer y que quería hablar con él, precisamente.

- Aquí Alexander Colby ¿ Quién está al otro lado ?
- ¡ Vaya señor Colby.  Si que se ha dado prisa en atender mi llamada
- ¿ Quién es usted? ¿ Qué quiere?  ¿Y mi mujer ?
-  Son muchas preguntas.  Vayamos paso a paso.  No hay prisa, aún queda para llegar a Seattle
- Quiero hablar con mi mujer
- No está en condiciones de tener exigencias con nadie ¿ no cree ?  Quiero, y tome buena nota porque no voy a repetirlo dos veces, . diez millones de dólares.  En billetes pequeños y con numeración  distinta.  Los meterá en un bolsón negro de deporte y lo dejará en la consigna del aeropuerto de Seattle.  La llave de la caja consignada, la metera en un sobre a nombre de: Adolf Neff que dejará en el mostrador de su propia compañía.

-Si cumple con todos estos requisitos, podrá volver a ver a su mujer.  Si no es así ... ¡ boommm !. Recuerde que el dinero,  habrá de estar cuando aterricemos en Seattle
- Pero a penas da tiempo para todo eso. Deje que se ponga mi mujer.  Quiero hablar con ella. He de saber que está bien
- Seguro que lo está, pero de acuerdo, se pondrá- Habla - dijo dirigiéndose a Alyssa
- ¡ Alex !
-Alyssa, ¿ estás bien ?
- Bien ya ha hablado con ella. Espero me llame para anunciarme que todo ha sido cumplido,  de lo contrario, se lo repito no volverá a ver a su mujer, al menos viva.

Todos los allí reunidos, se miraron fijamente con la preocupación reflejada en el rostro..   El jefe de seguridad, policía experimentado, llamó a la base central notificándoles lo ocurrido en el vuelo que iba a Seattle y rápidamente un inspector se dirigió al aeropuerto para organizar el rescate.  Era el consabido negociador, algo que exasperaba a Alexander porque pensaba que se perdía un tiempo precioso.  Quedaban poco menos de dos horas para que llegase a su destino, tiempo insuficiente para reunir la cantidad pedida y en las condiciones solicitadas.

Enseguida llegó el negociador, tomando el mando, ante un exasperado Alexander, que ya había dado órdenes a su banco para que reunieran esa cantidad.  No le importaba el dinero, no era más que papel, pero no soportaría que a ella la ocurriera algo malo.  No se lo planteaba siquiera, pero era muy poco tiempo y muchas cosas por organizar.  No habían vuelto a tener más comunicaciones con el vuelo, y a él le consumía la preocupación y la impaciencia.  Habían hecho muchos intentos de averiguar lo que pudiera ocurrir en esa cabina, pero todo había sido intentos infructuosos: nadie respondía a las llamadas.  Hasta que en un momento dado, se escuchó nuevamente la voz impersonal del tal Adolf.

El negociador comenzó a hacer su trabajo esperando ganar algo de tiempo o de llegar a un acuerdo con él, algo que en su interior descartaba, porque en su voz, había un tono de resolución a cometer lo que estaba amenazando.  De nuevo la comunicación se interrumpió, no porque la cortaran, sino porque se escuchaban unos ruidos que trataban de descubrir a qué correspondian. Eran voces, varias, y de repente se hizo un silencio tras escuchar un disparo.


En la torre de conbrol, todos guardaron silencio a su vez, y se miraban entre ellos esperando alguna respuesta a lo que acababan de oir. Sólo la voz angustiada de Alexander repitiendo una y otra vez el nombre de su mujer  Y de nuevo un pitido les indicó que  había nuevamente conexión con ellos. Y   esa voz, fria e impersonal que para Alexander era el anuncio de algo  malo  Miró su reloj y se dio cuenta de que había pasado media hora.  El tiempo apremiaba y en su banco aún no lo tenían todo clasificado.  Pero fue el negociador, quién tomo el mando al fente de la operación.

- ¿ Qué ocurre ? -era su voz tranquila pero apremiante
- Me he visto obligado a disparar al copiloto. Se había empeñado en rescatar a la señora. Pero no se preocupen, sólo se trata de un rasguño en una pierna.  La operación sigue adelante.

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