miércoles, 3 de enero de 2018

Entre nubes - Capítulo 7 - Mieles y hieles

Acababa de pasar su revisión médica.  Se habían cumplido diez  semanas de su embarazo.  Nada se detectaba que algo no estuviera bien.  Y como en tantas ocasiones, Alexander acompañó a su mujer a la consulta del médico. Era por la mañana y tenía bastante trabajo en el aeropuerto ya que una comisión de transportes le visitaría .  El protocolo preveía que en media hora todo habría concluido, pero en esos casos, nunca se sabe.  Dejó a su mujer en casa y él regreso a la oficina

- Te veo luego.  Te llamaré en cuanto termine con los visitantes - fue su despedida
- Estoy bien, no te preocupes. Leeré un rato y después iré a dar una vuelta para que el tiempo se me haga más corto.  Te quiero- le dijo al despedirse después de que él la besara

Cuando llegó a casa, tomó un yogur y con un libro en la mano, se dispuso a pasar la mañana lo mejor posible para que la ausencia de Alex se le hiciera más corta.  Pero no se centraba en la lectura.  Echó la cabeza hacia atrás, cerró los ojos, y mientras acariciaba su vientre, comenzó a imaginar cómo sería su bebe.  Aún tardaría en saber si era niño o niña; no la importaba el sexo, sólo que estuviera bien y que el tiempo pasase rápido para tenerle entre sus brazos.  Decidió ir a dar un paseo, tal y como había recomendado el médico. Tomó un bolso pequeño y salió.  Iría a pasear por el parque cercano. ¿ Sería ese al que iba Alex a correr cuando aún eran solteros?  Sonrió y una oleada de ternura subió hasta sus ojos. Ella era la culpable del que el cuadriculado Alexander, alterase sus costumbres y no fuera tan puntilloso con los horarios.  A él no parecía importarle y ella nunca le había hecho insinuación alguna, luego entonces fue su decisión y era perfecto.

Finalizaba  Septiembre y los árboles comenzaban a perder sus verdes hojas para convertirse en doradas y finalmente caer como una lluvia mágica.  Los árboles estaban preciosos Los Arces mostraban todo su esplendor y estuvo de acuerdo al pensar que el Otoño era una estación muy romántica y preciosa.  Levantó la cabeza hacia arriba para mirar al cielo.  Había humedad en el ambiente, quizás amenazando lluvia.  Las hojas poblaban las veredas de los paseos y fue allí, cuando se resbaló al pisar una hoja, cayendo estrepitosamente al suelo.

Corrieron algunos corredores que hacían ejercicio para ayudarla.  Había caído a cuatro patas y se hizo raspaduras en las rodillas, pero lo que más la preocupaba era su vientre y lo que contenía.

- ¿ Quiere que llamemos a una ambulancia ? ¿ Se encuentra mal ? Siéntese -  eran las atenciones de quienes habían acudido a levantarla
- No, no es necesario.  Estoy bien.  Muchas gracias por su ayuda
- Pero le sangran las rodillas- observó uno de ellos
- No se preocupen.  No es nada.  Cuando llegue a casa las limpiaré.  Repito mi agradecimiento.  Creo que volveré a casa.

Cuando llegó Alex la encontró algo cabizbaja y preocupada, la preguntó si se sentía mal:

- No.   Estoy bien.  Sólo que esta mañana resbalé con una hoja y caí al suelo, lastimándome las rodillas
- ¿ Estás bien ? Vamos al médico
- No, de verdad que no hace falta.  Me encuentro bien.  Todo está bien.  Ahora cuéntame cómo  ha ido la visita

Alexander relató el encuentro  que había durado más de lo previsto y por eso se había retrasado.  Ella ponía todo su interés en el relato, pero algo rondaba su cabeza, que desechó de inmediato.

- ¿ Se habrá lastimado el bebe? - se repetía mentalmente mientras hacía que prestaba atención a lo que Alex la contaba

Se acostaron más temprano de lo habitual.  El la encontraba extraña, demasiado callada para lo que Alyssa era.  La preguntó nuevamente si se encontraba bien y ella respondía afirmativamente

- Sólo me duelen un poco las rodillas, de la caída.  Eso es todo, no te preocupes.  Creo que va a ser niña
-¿ Por qué lo sabes? - respondió sonriente Alex
- Me han dicho que las niñas dan sueño, y yo estoy que me muero . Durante todo el día he estado somnolienta
-Pues descansa y duerme- respondió él
- ¿ No me vas a hacer el amor?- preguntó extrañada
- No cariño, hoy no.  Estás molesta, así que lo dejaremos para mañana si te encuentras mejor.

Ella aceptó y aproximándose a él, se quedó dormida.  Su marido la miraba complacido y recordó que a su hermana la ocurrió lo mismo durante el embarazo de Charlotte, su sobrina.  Besó su cabeza, atrayéndola hacia él.  Pero no terminaba de estar tranquilo; llevaba poco tiempo de embarazo y era muy pronto para tener esos síntomas

- No todos son iguales - pensó y también él se quedó dormido.

Un sabor extraño, plomizo, subió hasta su garganta.  Creyó que sería una náusea.  Encendió la luz y de pronto sintió algo viscoso que corría por sus piernas.  Rápidamente  descubrió la cama: sangraba.  Desesperada, llamó a Alex, que se despertó de inmediato.  Unos dolores en su vientre les alarmó, e inmediatamente llamaron a una ambulancia y a su ginecólogo.

Con suma urgencia la entraron para reconocerla.  Por una casualidad, estaba de guardia su médico. La cara de preocupación  alarmó a Alexander que fingía delante de su mujer que no pasaba nada.  El médico le hizo una seña y le dijo:

- Lo siento, es un aborto ¿ Qué ha pasado ?- le preguntó extrañado - La he reconocido y todo estaba perfecto. ¿ Ha hecho algún esfuerzo, algo que lo haya provocado?
- Se cayó esta mañana.  parece ser que se resbaló.
- Vamos a ver si podemos hacer algo, pero creo que no, que está perdido.  De momento no la diremos nada, pero me temo que no hay nada que hacer.

Una enfermera entró rápidamente a avisar al médico: había expulsado el feto.  La desolación más absoluta se reflejó en el rostro de Alexander, al tiempo que el ginecólogo entraba en la sala rápidamente.  Tardó mucho en volver a salir, pero Alex supo de inmediato que no portaba buenas noticias.

- Lo siento Alexander, habéis perdido el niño.

No podía articular palabra ¿ Cómo decírselo a ella ?  Sin duda había presentido algo, puesto que la encontró muy extraña cuando llegó a casa.  Todas sus ilusiones, sus esperanzas, rotas por una absurda caída. Si él hubiera estado con ella ¿ habría podido evitarse?  De nada servía  hacerse reproches, pero estaba a punto de llorar.  No quería entrar a ver a Alyssa de esa forma, por eso aguardó unos instantes, bebió un sorbo de agua y entró a ver a su mujer.

Ella estaba con los ojos cerrados, pero las lágrimas resbalaban por sus mejillas.  La habían realizado un legrado, pero no eran las molestias lo que producía su dolor, sino la pérdida del bebe, del pequeñín que ya no vería la luz.  Ese pensamiento la atormentaba y se culpaba de no haber tenido más cuidado, de haber salido de casa sin necesidad, por dar un necio paseo.

Se abrazaron los dos y juntos guardaron silencio.  En la habitación sólo se escuchaban los sollozos de ella y las palabras cariñosas de él.  Palabras de amor, de consuelo para lo irremediable ¿ Cómo consolarla? ¿ Qué palabras decirla para mitigar su dolor y decepción?.  Todo había sido demasiado fácil, y aquí y ahora estaba la cuenta que debían pagar por su felicidad.

La dieron un tranquilizante suave para que pudiera calmarse y quedarse dormida.  Cuando lo hubo estado, Alex llamó a sus padres y hermana para anunciarles lo ocurrido.

- Hijo ¡ cuánto lo siento !  Iremos ahora mismo a visitaros
- No lo hagáis, mamá.  Ella está muy afectada y mañana le darán el alta.  Venid a casa directamente.
-¿ Cómo te encuentras, hijo?
- Puedes imaginarlo.  Estoy derrumbado, porque además tengo que disimular ante ella.
- Avísanos en cuanto estèis en casa.  Dale un abrazo de todos nosotros.  os queremos
- Adiós mamá. Díselo a Stella y a Fred. Yo también os quiero.

Se acercó hasta la cama en donde dormitaba Alyssa, con un sueño intranquilo.  Acarició sus mejillas, besó su frente y se sentó a su lado.  Se avecinaba una etapa difícil; conocía a su mujer y sabía la ilusión que tenía por darle ese hijo.  Habría de tratarla con más mimos que los habituales; ahora ella le necesitaba más que nunca.


RESERVADOS DERECHOS DE AUTOR / COPYRIGHT
Aurora< rosaf9494quer   
Edición< Enero 2018
Ilustraciones< Internet 

No hay comentarios:

Publicar un comentario