jueves, 4 de enero de 2018

Entre nubes - Capítulo 8 - Frialdad, alejamiento

Y de nuevo la vida se impuso, pero ya no era lo mismo.  En los primeros días después del aborto, en la casa,  no habían risas, ni palabras, sólo silencio. Alyssa se abstraía con frecuencia y Alex no sabía qué hacer, ni cómo hablarle. Le daba miedo dejarla en casa sola, pero debía acudir al trabajo, imposible tomarse unas vacaciones, así que contrato a una señora que la hiciera compañía y sobretodo que la diera conversación, que la escuchara si deseaba hablar o llorar. Tenía una fuerte depresión y siguiendo las recomendaciones del médico, lo normal es que la tristeza se fuera pasando, a medida que su cabeza asimilara que ya no estaba embarazada.

Cuando Alex llegaba por la tarde a  casa, la encontraba a oscuras en la biblioteca, a medio dormir y la señora que la acompañaba le informaba de cómo había pasado el día que regularmente había sido triste y silenciosa.  Además de su propia tristeza, Alyssa se preocupaba por su marido, porque también él estaba triste, pero no se sentía con fuerzas para darle consuelo; su pena la inutilizaba para buscar las palabras que le reconfortara.

Y pasó el tiempo, y Alexander creyó oportuno retomar su vida de antes.

Aquella noche pensó  volver a la normalidad.   Sería beneficioso tener intimidad, largamente interrumpida. Acostados, ella le daba la espalda y se encogía en la cama en posición fetal, probablemente recordando la postura que hubiera tenido su hijo. Él la buscaba con sus caricias, con sus besos y sus dulces palabras, pero no obtenía respuesta de su mujer, y muy al contrario,  a su requerimiento, se levantó airada de la cama, dejando a su marido perplejo ante esa reacción.  No lo entendía.  Había pasado el tiempo suficiente para que su tristeza fuese remitiendo y volvieran a ser ellos mismos.  También él se levantó y fue hacia ella para abrazarla y demostrarle que no era eso lo más acertado para cerrar heridas, pero una desafiante Alyssa se topó de bruces con él:

- Déjame Alex, no me toques.  No tengo ganas de hacerlo.  Creo que nunca más volveré a hacerlo
-¿ Qué dices? ¿ Te has vuelto loca? ¿ Crees que a mi no me duele, que no le echo de menos?
-Pero yo era su madre y le llevaba dentro
- Y yo su padre y le quería. Aún le quiero a pesar de que sé que ya no estará.  Debes reaccionar; nuestra vida sigue.  Vendrán otros
- No digas eso
-¿ Qué no quieres que diga?   ¿ Es así como te planteas la vida? ¿ Qué represento yo en ella?, dime,  ¿cuál va a ser mi papel de ahora en adelante? ¿Ver como te recreas en tu propio dolor ?
- Cállate, cállate.  No entiendes nada.  No sabes nada
- Pues dímelo.  Habla conmigo. No rechaces mis caricias, no me rechaces.  Volvamos a ser los mismos, sigámonos queriendo.
- No puedo, no puedo. No puedo soportar ni tus caricias ni tus besos. No quiero que me toques

Le habló con tanta furia, con tanto desprecio, que Alex con el alma hecha girones, se la quedó mirando sin poder pronunciar palabra.  No se lo tomaba en cuenta, pues sabía el dolor tan grande y la desilusión tan amarga que estaba sufriendo, pero él la necesitaba.  Necesitaba que ambos hablaran, incluso del dolor que esa situación les había producido.  En una palabra: hablar, aunque al final terminasen llorando los dos.  Pero para no estropear más la situación, dio media vuelta y salió de la habitación

Y esa noche fue la primera que Alex abandonó el lecho conyugal y durmió en la de invitados.  No podía dormir.  Estaba nervioso y furioso con su mujer y su irracional reacción a lo que solamente era una ocasión de volver a retomar su vida. ¿ Es que no se daba cuenta que él también sufría?  Sólo deseaba consolarla entre sus brazos, ayudarla a superar la pérdida, protegerla de cualquier dolor, porque su pena era también su tristeza   Pero los días pasaban y nada cambiaba.

Y nuevamente  volvió a su rutina de antes , levantándose a las cinco de la mañana para correr y desahogar  todo lo que llevaba dentro. Hizo gimnasia y salió en dirección al aeropuerto, pero no quiso pasar por la zona de cafeterías: tenía demasiados recuerdos. Y así día tras día.   A penas hablaban y poco se veían.  Procuraba llegar tarde a casa, no porque no quisiera estar con ella, sino por no incomodarla.  Dejaron de acudir juntos a las comidas familiares con cualquier excusa para que no notaran la tensión en la que vivían.  Y así fueron transcurriendo los días y algunos  meses más..

Toda la familia se había dado cuenta del cambio tan grande que observaban en la pareja.  A Evelyn le dolía el alejamiento de los dos.  Sabía que se amaban, pero la desilusión, la tristeza, se había instalado  en ellos y no sabia como amortiguar el dolor.  Hacía tiempo que no les veía, y con ese pretexto, cuando comprendió que Alex había salido al trabajo, acudió a su casa para hablar con Alyssa.  No podía ver impasible cómo se destruían mutuamente, a pesar de amarse con fuerza.

No esperaba la visita de su suegra.  Estaba,  como acostumbraba a estar en los últimos tiempos: desarreglada.  Situación que trató de rectificar cuando vio a Evelyn frente a ella peinándose con la mano, el descuidado cabello.

- ¡ Por Dios, Alyssa ! Dame un abrazo

Era justo lo que necesitaba, unos brazos en los que refugiarse, ya que su marido había desistido de hacerlo, porque cada vez que se había insinuado, era rechazado sistemáticamente, hasta que llegó un día que ni siquiera lo intentó.  Dormían juntos de nuevo, pero entre ellos, en la cama, había una frontera infranqueable.

Cuando hubo terminado de llorar, su suegra le levantó la cara para que la mirase a los ojos directamente, y habló con ella lo mismo que hubiera hecho su madre:

- Mi niña querida. Esta situación tiene que terminar. Te hablo, no como suegra, sino como una madre que ve cómo sus hijos se están destruyendo. ¿ Es que ya no amas a Lex?  Porque sé que él está loco por ti. No me meto en vuestra intimidad, pero habéis dejado a un lado toda la vida que habíais construido juntos.  Se nota a primera vista.  Si le amas, trata de comprenderle,  a él también. Siente el mismo dolor que tú, pero por partida doble, porque no sólo perdió a su hijo, también ve cómo pierde a su mujer y no sabe cómo evitarlo.  Era ¡ tan hermoso  veros juntos!.  La complicidad que teníais, el amor que demostrabais con una sola mirada. Tenéis que comenzar nuevamente.  Vendrán otros hijos, pero tenéis que recobrar vuestra intimidad.
.- Evelyn, es que no puedo. Además él ya ni siquiera se acerca a mi
- Pero criatura ¿ cómo va a acercarse si le rechazas una vez y otra.  Él te necesita, tanto como tú a él. Lleváis mucho tiempo viviendo bajo el mismo techo, pero como dos extraños.  No quiero ni pensar si encontrara refugio en alguien que se aprovechara de vuestra situación.  Los hombres son como niños: nos necesitan constantemente, aunque ellos piensen que son los fuertes.  Pero no es así.  Necesita tu pecho sobre el que llorar y sacar fuera tanta tristeza.  Por favor, todos lo estamos viendo y estamos preocupados por vosotros.  Ve poco a poco iniciando tu vida. Vuelve a trabajar si eso te hace bien, pero no rechaces a Alex, por favor.  Nunca le he visto tan enamorado y tan pendiente de tí.
-Veo que estás al corriente de todo ¿ Te lo ha contado?
- Se ve a simple vista, pero,  sí,  me lo ha contado.  Soy su madre y necesitaba descargar su frustración en alguien, ya que contigo era imposible.  Prométeme que vas a reflexionar sobre lo que hemos hablado. También nosotros sufrimos al veros tan distantes.  También nosotros hemos perdido a nuestro nieto; por favor reflexiona.

Y Alyssa pensó en lo hablado con su suegra, y con llanto entrecortado, pero suavemente, comenzó a darse cuenta de que tenía razón.  Que le había apartado de su vida sin pensar que él también sufría por la pérdida de su primer hijo, que también habían quedado rotas sus ilusiones, y que en ningún momento la había dejado sola. Echaba de menos a su marido, sus brazos protectores, su ternura para con ella. Y deseó sentir su voz y decirle que le quería.  Que había sido torpe, injusta y egoísta, al pensar que sólo ella sufría su ausencia  Y sin apenas darse cuenta, marcó en el teléfono el número privado de Alex.  Le respondió una voz alterada, preocupada:

- ¿ Qué pasa? ¿ Te ocurre algo ?
- No Alex, es solo que yo...- No pudo contener la emoción rompiendo a llorar
- Por favor, dime que estás bien.  Salgo para allá inmediatamente
- No, no - le cortó en seco - No me pasa nada.  Necesitaba decirte que te quiero y que vengas pronto esta noche
- Repítemelo otra vez. ¿ En serio no has dejado de quererme?
- En serio: te quiero, te quiero.


Un suspiro de alivio y una emoción contenida fue la respuesta de él.  Saldría antes de la oficina.  Acudiría al encuentro con su mujer, esta vez, sí,  esperanzado de que todo volviera a la normalidad.  Cuando llegó , le aguardaba Alyssa impaciente, arreglada como antes, bonita y sonriente. Y la vio bajar por las escaleras del piso en el que estaban los dormitorios.  Algo había cambiado en ella. Después de abrazarla, escudriñó su rostro, advirtiendo que sus ojos aún estaban tristes, pero que la sonrisa había vuelto ,  tras sentir las caricias y besos de él. Y ella recordó la conversación con Evelyn, y pensó que sería una buena forma de reconstruir sus vidas interrumpidas  por la frustración del bebe.  Le haría una proposición

- ¿ Podemos hablar ? - le dijo al tiempo que él depositaba un beso en su mejilla
- Siempre puedes hablar conmigo. Prefieres hacerlo aquí, en las escaleras,  o vamos a cualquier otro sitio - la dijo sonriente y con buen humor.  Quería destensar la situación porque la veía nerviosa y algo tímida.
- Bien, pues vayamos a tu despacho.  Quiero proponerte algo.

RESERVADOS DERECHOS DE AUTOR / COPYRIGHT
Autora< rosaf9494quer 
Edición< Enero 2018
Ilustraciones< Internet

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