martes, 1 de mayo de 2018

De almas y cuerpos - Capítulo 1 - Separación forzosa

Se tumbó en la cama mirando al techo como si con  ese gesto, encontrara la explicación a lo ocurrido apenas unas horas antes, cuando su mujer Stephanie decidió que sería mejor se marchase de casa cuanto antes, por el bien de ellos y sobretodo de Amelie, su hija de catorce años, en plena ebullición de la adolescencia.  Había tenido una agria discusión con ella y trató de hacerla comprender los motivos de su separación, pero la joven no quiso ni escucharle.  Sólo quedaba recoger lo más imprescindible  e rse fuera del hogar conyugal.


Su matrimonio funcionó medianamente bien durante unos años.  Se casaron muy jóvenes y por su parte obligado a ello.  Pero la convivencia lo fue deteriorando poco a poco, sin darse cuenta, hasta que llegaron a un punto en que era dificilmente soportable.  Tanto Stephanie como Albert, trataban de disimular ante su hija, pensando quizá que sería una nube de las que todos los matrimonios sufren, pero la de ellos persisiió hasta que tomaron la decisión de divorciarse  e ir cada uno por su lado.. Por mucho que se lo hicieron ver, ella no entendía el por qué sus padres tenían que hacer su vida fuera del ambiente familiar.

Culpaba de todo a Albert, por una fotografía que llevaba guardada en su móvil, de una joven muchacha desconocida ..  La madre si sabía la historia de la foto, pero por mucho que la hizo ver que era una amiga del instituto, la joven no creyó su versión , pensando que era una aventura con alguna jovencita  que tenía casi la misma edad que ella.  Creyó que su padre era poco menos que un hombre que buscaba savia nueva y que en su matrimonio no la encontraba.  De ahí que no quisiera escucharle cuando él subió tras  ella tratando de aplacar el llanto al ver, en el vestíbulo de la vivienda, las maletas del padre.  Quería borrar de su cabeza la imagen de su hija llorando.  Eso no lo soportaría.  Se veía liberado de tanto fingimiento ante ella y lo mismo pensó de su mujer, angustiada por el mismo motivo.


Le dolía que Amelie le juzgara equivocadamente, y pensó que, cuando los ánimos estuvieran más calmados, la explicaría toda la verdad.  Pero eso debería ser cuando la joven se hubiera acostumbrado a ver la casa sin la presencia de su padre.    Tanto Stephanie como él, habían llegado al acuerdo de quedar como amigos y consultarse todo lo relacionado con la niña, pero cada uno tomaría caminos diferentes.  Eran jóvenes y tenían tiempo de reconstruir sus vidas.  Albert quería y apreciaba a su mujer, pero nunca estuvo enamorado de ella.  El  cariño que el matrimonio sentía el uno por el otro,  estaba muy bien para una amistad, pero no era suficiente para mantener una unión  a lo largo de los años.

Poco a poco, sin darse cuenta, se fueron distanciando y ni siquiera en la cama funcionaban correctamente.  Ella no tenía amantes, él tampoco, sencillamente no se amaban, pero se toleraban por su hija, hasta que llegó el momento, en que ella conoció a un hombre y entonces pensó que estaban perdiendo unos años preciosos para reconstruir sus vidas, y una mañana se lo planteó a su marido, que no puso ninguna objeción, ya que él era de su mismo pensamiento.

El problema estaría en anunciárselo a su hija.  No podían decirle que no se amaban, que se respetaban pero necesitaban algo más, porque en su mente juvenil no cabía el ver a su familia desecha y a papa viviendo con otra mujer y en otra casa.

Cada día la relación de Stephanie se afianzaba más y comenzaron a hablar de unir sus vidas.  El tiempo se agotaba y había que tomar una decisión.  El matrimonio habló con sinceridad y llegaron al acuerdo de dar por roto el lazo que les había unido durante esos años...  Ella se encargaría de dar a la niña la noticia, aunque Albert no estaba de acuerdo al pensar que debían ser ambos, juntos,. quién la anunciasen su decisión..

Las cosas se precipitaron y todos los buenos planteamientos que habían trazado, se fueron al traste.  Una mañana el móvil de Albert sonaba mientras terminaba de arreglarse para ir al trabajo.  Amelie entraba en la habitación de su padre para despedirse e ir al instituto. El se afeitaba en ese momento y no escuchaba la llamada,  y fue la hija quién cogiendo el teléfono pulsó sin querer algún icono abriéndose una fotografía de una joven para ella desconocida.  Era de una edad aproximadamente a la que ella tenía, aunque era en blanco y negro, Su cabeza comenzó a imaginar una película y a deducir que aquella bonita chica era algún ligue de papa´

Dejó el teléfono sobre la mesa en que estaba, pero con la foto en pantalla.  Albert salió del baño y fue lo primero que vio

-  Cómo diantre ...    fue lo que dijo, pero pensó que había sido Stephanie quién lo había abierto.  Nunca se le ocurrió lo que en realidad pasó y  hubiera sido más sencillo  lo que imaginaba, porque su mujer si conocía el nombre y el origen de esa foto

- No, ella no ha sido.  Entonces... - E imaginó que Amelie había descubierto su gran secreto.

No deseaba seguir recordando, le hacía daño hacerlo y decidió que ya era suficiente.Al cabo de un rato, se incorporó, y lentamente procedió a sacar su equipaje y colocarlo en el armario.  No sabía el tiempo que permanecería en el hotel.  Primero tenía que re ordenar sus ideas, después buscaría un apartamento en donde vivir, pero antes de todo eso, trataría de hablar con su hija y explicarle cómo empezó todo.

 Se dio lástima estar solo, fuera de su hogar y encima, por si eso no fuera suficiente, , su hija le culpaba de algo que no existió. Puso el retrato de Amalie en su mesilla.  Necesitaba ver una cara amada, e instintivamente abrió la nube y comenzó a ver el retrato de Rose, de cuando eran compañeros en el instituto, cuando su amor acababa de nacer. Pasó su dedo pulgar por la imagen, y tras un suspiro lo cerró nuevamente..

- ¿ Qué habrá sido de ella ? - se preguntó. ¡ Cuánto tiempo ha pasado!  ¿ Seguirá viviendo allí?  Odiaba aquel lugar.  No hacía nada más que hablar de salir de allí en cuanto pudiera. Tenía pocas amigas, ya que todas la daban de lado por dos motivos, principalmente: por su belleza natural y por ser de clase inferior a la de ellas.  Lo que en realidad les ocurría, es que la tenían mucha envidia, porque , sin hacer nada en absoluto, todos los chicos querían salir con ella, a pesar de su indumentaria modesta que destacaba de los trajes de última moda y de marcas famosas, que las chicas, las compañeras llevaban.

Recordó que el día que sacó esa foto, fue un día especial en todos los sentidos, y vinieron otros días especiales después, hasta que su familia se enteró y decidieron cortar por lo sano esa relación tan incipiente y tan desigual.  Eran casi unos niños como para andar enredados en amoríos.  Sonrió al recordar el motivo de aquella discusión que tuvieron.  Se había teñido el pelo de rubia.    A el le gustaba el color de su cabello y no veía la necesidad de cambiarlo.  Pero ella quería estar al día y se lo tiñó.  Además era moda entre las chicas y ella quería ir igual que todas.


 Tras la regañina , hicieron las paces y  se apartaron de los grupos de compañeros que jugaban en una pradera cercana  al instituto. Fueron caminando hasta llegar a un lugar apartado de la mirada de todos.  Allí la besó apasionadamente y ambos perdieron su virginidad.

Se pasó la mano por la frente como para ahuyentar los recuerdos perdidos para siempre hasta ahora.  ¿Por qué guardaba esa fotografía ?  La hizo aquel día, y siempre le había dado lástima el deshacerse de ella.  Si no se hubiera teñido ¿ habrían discutido y por tanto todo lo que aconteció después se hubiera producido  ?  Nunca se sabrá.  A veces las cosas ocurren porque tienen que pasar, sin más. Y no hacen falta grandes ocasiones para que el destino siga su curso.

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