jueves, 3 de mayo de 2018

De almas y cuerpos - Capítulo 5 -Stella Sheeran

De cabello oscuro y grandes ojos , había nacido Stella, la hija de Rose.  Sólo la madre de ella estuvo en el parto.  Solas las tres ante el mundo.  La abuela se hizo cargo de la pequeña y Rose acudía al instituto por las mañanas y por las tardes atendía sus conservas.  Compraron un pequeño coche a plazos y eso les permitía aumentar la ruta y los pedidos.  Y comenzaron a ganar dinero.  parte de las ganancias volvía a invertirlas, pero,  aquel primer  día de superavit,  se darían un gusto: comerían en la cafetería de la gasolinera a la entrada del pueblo. La madre y la hija, por primera vez en mucho tiempo sonreían y también lo hacían a la pequeña, que se criaba sana fuerte y preciosa, pareciéndose a la madre.

Hacía tiempo que había abandonado el color rubio de su cabello, y se juró así misma que nunca más se lo volvería a teñir.  Le traía malos recuerdos; no había conseguido olvidar a Albert , pero el dolor se había compensado con el nacimiento de su hija.

Los vecinos, en su mayoría gente mayor y con pensamientos de otra época, miraban  de reojo a las mujeres que llevaban orgullosas aquel precioso bebe.  Rose maduró en poco tiempo y ya no sentía vergüenza de que todos supieran que era   madre soltera.  El amor a Stella, suplía con creces todas las murmuraciones.  Terminó su bachillerato, pero la economía no les permitía ir más allá, por tanto buscó un trabajo de oficinista y al mismo tiempo , robando horas al sueño, era industrial conservera.  Tenía la intuición, o llámese presentimiento, de que esta actividad iba a proporcionarle algunas alegrías, que dicho sea de paso, buena falta les hacía.  Y trabajando y repartiendo mermeladas, transcurría el pasar lento de los días , los meses y los años.

Había adquirido un pequeño local en el que montó una tienda  para vender sus productos. Stella iba al colegio y Deirdre estaba más desocupada, por tanto la puso al frente de la tienda .  Mientras ella fabricaría sus productos, ampliados a potitos para bebes y los repartiría por los pueblos vecinos que cada vez eran más. Se había extendido su fama y hasta los pediatras recomendaban a las madres les introdujeran en la fruta mediante la degustación de los potitos marca Stella Baby.  Había tramitado los permisos en Sanidad y había sido autorizada formalmente para su explotación.  Todo estaba en regla y en perfecta producción.

Todo comenzaba a marchar bien y ahora disfrutaban de una posición más desahogada.  Compraron la casa en la que vivían y hasta un coche más grande para su uso particular y una pequeña furgoneta para el reparto.

Un lujoso Mercedes, aparcó en la calle principal del pueblo, frente a la tienda regentada por la madre de Rose.  Era un matrimonio de edad semejante a Deirdre, distinguido y curioso. Pidieron permiso para echar un vistazo y, dudosa la señora tomó entre sus manos un tarro de mermelada curioseando la etiqueta en la que figuraban los componentes del mismo y la imagen emblemática de la marca

- ¿ En verdad son naturales, sin aditivos ?
- ¡ Oh si señora !  Se fabrican diariamente y en cuanto se abren hay que guardarlos en el frigorífico.  Su duración una vez abiertos es de una semana.  Pero no llega a ese tiempo, porque en cuanto lo prueban con unas buenas tostadas, los terminan en dos días.  Además se pueden hacer toda clase de postres con ellos. De momento los tenemos de fresa y melocotón, pero la próxima temporada los habrá de moras y arándanos.  Créame, son exquisitos.
- ¿ Es usted la dueña ? - preguntó el señor
- A medias.  Es mi hija la dueña y la inventora de ello ¿ Por qué lo pregunta?
- Porque es una excelente relaciones públicas - respondió el hombre riendo

A Deirfre se le ocurrió una idea que esperaba resultara bien, y fue ofrecerles una degustación.  Entró en la  trastienda y sacó unas galletitas de hojaldre tostadas y las untó con el producto, dándoselo a probar.  En un principio la señora lo rechazó, pero el hombre no y, es más, pidió que le untara otra

- Pruebalo, mujer.  Es riquísima. ¿ Sabe qué ? Me llevaré varios tarros.  Desde ahora mis desayunos serán con mermeladas Stella Baby.¿ La fotografía del envase también es real ? - preguntó él
-  Desde luego.  Todo en esta tienda es natural.  Se trata de mi nieta Stella
- Pues le doy la enhorabuena.  Tienen una niña preciosa.


Siguieron charlando y al cabo de un rato se despidieron.  Seguirían su camino portando una bolsa de papel conteniendo varios tarros de mermeladas de fresa y de melocotón..  Deirdre les vio marchar con curiosidad

- El es muy simpático, pero ella ... Es muy seca; no me ha resultado simpática - Y volvió a lo que estaba haciendo antes de que esos señores tan elegantes entrasen en la  tienda.

Cuando se reunieron para la cena, Deirdre comentó a su hija la visita que había tenido por la mañana y la impresión ambivalente que tenía de ellos.  Ambas rieron;  se sentían satisfechas de los buenos augurios que estaban teniendo.

Rose había estabilizado su vida, y hasta salía con algún granjero al que compraba cierta cantidad de fruta porque era de la mejor calidad entre todas las que por allí se cultivaban.   Louis y Rose habían congeniado bien, se comprendían  y se llegaron a conocer bien. A él le gustaba Rose, pero ella dejó muy claro desde el principio, que no quería complicaciones de ninguna relación. Se dedicaría por entero a la educación de su hija y a la atención de su madre.  Él no quiso ahondar más; si ella quisiera contar algo, ya lo haría en el momento oportuno.  De momento se conformaría con ser amigo, un buen amigo.

Y el calendario fijaba fechas y al fin llegó la graduación como bachiller de Stella. Su abuela y su madre estaban en la primera fila, pero echaba de menos un padre.  Ese padre que las dejó tiradas cuando supo que había engendrado un hijo del que no quiso saber más en la vida. Tenía casi la misma edad que Albert cuando despareció.   Aún su padre era unos meses más joven que lo era  Stella ahora.  No lo había borrado de su cabeza, nunca lo haría, no podía.  Pero no pudo evitar unas lágrimas de emoción al verla tan linda

Y disfrutaron de lo que habían preparado el profesorado para obsequiar s sus alumnos que ese día terminaban una etapa importante en su vida. Para el próximo curso iría a la universidad, aunque no sabía muy bien por qué carrera decidirse.  Tenía que enviar la solicitud y deseaba hacer medicina. Cuando se lo anunció a su madre, a ésta le dio un vuelco el corazón, y estuvo a punto de decir ¡ cómo tu padre !.  La abuela y la madre se miraron , pero no dijeron nada.  Rose pensó en la fuerza que tenía la sangre y la importancia de los genes.

- Mamá quiero que me acompañes a comprar el vestido para la fiesta del instituto. Los que tengo se me han quedado pequeños y anticuados. ¿ Vamos mañana
- De acuerdo, mañana me viene bien. Pero habremos de ir temprano y volver cuanto antes: he de efectuar un reparto y está algo lejos.
No importa, iré yo sola si no puedes.  Pero... ¡ me gustaría tanto que me acompañaras!
- Cariño, te he dicho que iré y además me hace ilusión.

Siguieron charlando y revisando la información para conocer a qué universidad tendría opciones para entrar... Ya era tarde, decidieron recogerlo todo e irse a descansar.  De este modo se cerró una de las etapas que Rose no había podido disfrutar y se sentía orgullosa de que su hija si tuviera oportunidad de ello.

No hay comentarios:

Publicar un comentario