martes, 15 de mayo de 2018

De almas y cuerpos - Capítulo 28 - Horas de angustia

Ni Albert ni Stephanie conseguían calmar a la niña que lloraba  inconsolable pidiendo perdón.  Stella se acercó a ella y besando su frente, la dijo muy bajito

--No Amelie.  Fue un accidente. No tuviste la culpa, .así que deja de llorar.  Mi madre está recién operada y no podemos ir  a verla.  Pero en cuanto estés más tranquila te llevaremos para que la veas.  Y ahora cálmate; tienes a tus padres muy preocupados; te ven nerviosa y eso no te conviene.  Descansa un poco, duerme.  Cuando despiertes hablaremos con más calma.

Y fue su hermana la que consiguió que se calmara y quedase dormida, paréntesis que Albert y Stella aprovecharon para ir a la UCI para ver, siquiera a través de una ventanilla,  a su madre que ya estaba instalada.  Albert ponía su mano sobre el cristal como si eso sirviera de caricia que no podía dar. parecía haber envejecido.  Rose  estaba sedada y parecía tranquila. La enfermera,  que conocía a Albert, se acercó a él y le dijo:

- Está bien. No te preocupes:  Lo superará es joven y fuerte.  Tiene mucho por lo que vivir, así que ve a casa y descansa un poco.  La mañana ha sido dura y la noche también lo será y además muy larga.
- No voy a marcharme, Megan. No puedo sabiendo el estado de ella.  Prefiero quedarme aquí, cerca. De vez en cuando subiré, aunque no pueda verla, pero por favor dádme alguna noticia. Dirás que soy un pesado, pero es que ella es mi vida y si no la tengo estoy perdido.
- No te preocupes. Sube cuantas veces quieras.  Yo misma saldré a darte noticias.  Pero ahora descansa un poco. Te necesita ahora más que nunca y no puedes fallarla.

Stella escuchaba en silencio, sólo miraba a su padre y le partía el corazón comprobar cómo de fuerte era el amor que sentía por ella.  Quería transmitirle su cariño y decirle que no estaba solo, que se consolarían mutuamente,  que sabía que su madre saldría adelante.  Y  de nuevo volvieron a la habitación en donde Amelie descansaba con un dormir inquieto.  Se revolvía en la cama; parecía que soñaba porque de vez en cuando su cuerpo se sobresaltaba.  Albert se sentia impotente.  Todo lo que sabía sobre medicina a ellas no les valía.  Podía ayudar a los extraños, y sin embargo a ellas tenía que conformarse con estar a la cabecera de su cama.

La noche se presentaba larga. Geoffrey se marchó a descansar pues al día siguiente había de trabajar., pero Stephanie se quedo velando el sueño de su hija.  Stella dormitaba en el despacho de su padre y Albert unas veces se levantaba y salía al pasillo y otras se sentaba a la cabecera de Amelie, acariciando suavemene su frente. 

Ya había amencido, cuando se presentó el resto de la familia.  Venían completamente trastornados, a pesar de que comunicaban constantemente con Albert para comprobar que no hubiera noticias, sino  que permanecía estable.  Al entrar, Deirdre se abrazó a Albert y comenzó a llorar.  El la tranquilizaba, pero no tenía alientos para decirle que todo pasaría como un mal sueño. También recibió el abrazo de sus padres y en último lugar estaba Frederick, que se aproximó a él y le estrechó la mano.  Observó que el muchacho miraba por la habitación; buscaba sin duda a Stella.  Albert se dió cuenta de ella y le dijo:

- Ahora te la traigo, está en mi despacho. - Salió y regresó con Stella que se abrazó a Frederick, lo que hizo sonreír a Albert. Su hija se había hecho una mujer y había elegido con quién compartir su vida. Se refugió en el pecho de su novio, y éste acariciaba su cabeza susurrando bajito palabras que la tranquilizaran. Se quedaron ellos dos acompañando a Amelie que dormía.  Los demás salieron a la sala contigua, pues querían saber cómo y por qué había ocurrido el accidente.  Poco podría  informarles, puesto que él a penas sabía nada.

Y pasadas ls primeras cuarenta y ocho horas de la operación, y al no haber  novedades en contra, comenzaron a aliviarse de la tensión pasada.  Al hacer la ronda el cirujano, y después de examinarla programo que si pasaba la mañana como preveían, a última hora de la tarde sería pasada a planta.   Cuando se lo dijo a Albert, éste respiró aliviado y se abrazó a su amigo agradeciéndole el esfuerzo por salvarle la vida.

Amelie fue dada de alta a la mañana siguiente de su ingreso. Ya estaba en casa, pero constantemente llamaba al hospital para ver si había algún cambio.  Hablaba con Stella, y la hermana la dijo que cuando estuviera en planta irían a buscarla para llevarla al hospital si es que deseaba ver a Rose

- Desde luego que quiero verla . Quiero hablar con ella si está en condiciones, deseo pedirla perdón.  Por mucho que insistáis, sé de sobra que fui yo la causante del accidente.  No podré vivir tranquila mientras no me perdone.  No quiero ni pensar si la hubiera pasado algo...
- Pero no le ha pasado, hermana.  No pienses más en eso.  Sólo que estamos muy contentos y deseando llevarla a casa.

Las dos hermanas siguieron charlando animadamente.  Todo había cambiado de un día para otro; habían recuperado a Rose y Amelie, y ellos la tranquilidad.  parecía que poco a poco todo cogía su ritmo normal.  Sólo deseaban que la bajaran a planta y estar con ella.  Verla, poderla acariciar, decirle cuánto la querían y que en cuanto estuvieran en casa entre todos la cuidarían .  Parecía que los nubarrones negros, se iban disipando, al fin.

Y tal y como estaba previsto, a primera hora de la noche, Rose estaba entrando por la puerta de la habitación correspondiente, ante la mirada emocionada de Albert y Stella, acompañados por el resto de la familia.  Amelie iría a visitarla a la mañana siguiente.

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