lunes, 14 de mayo de 2018

De almas y cuerpos - Capítulo 27 - Diagnóstico

De Amelie fueron las primeras noticias.  Afortunadamente no padecía más que alguna contusión por el golpe al caer al suelo y la rotura de una mano.  Estaba consciente pero llorando constantemente.  Muy alterada y por ese motivo, tuvieron que administrarle un tranquilizante suave que la calmase el estado de shock que padecía.  Al darles la noticia, respiraron algo aliviados, pero faltaba el diagnóstico de Rose, más complicado, puesto que fue su cuerpo quién recibió el impacto.

- Aún están con ella.  No te preocupes, todo marcha normalmente - le dijo un compañero que estaba en quirófano
- Pero ¿ qué la ocurre? ¿ Qué tiene ?  Decidme algo o voy a volverme loco
- Albert, tienes que calmarte.  Ya conoces cómo va ésto. Estoy en el equipo, pero no soy el jefe, y sabes que existe un protocolo; ha de ser él quién te dé noticias. Está respondiendo, y eso es lo importante.  Y ahora he de regresar.

Stella rompió a llorar nuevamente. Albert no quiso decirla nada, pero sabía de sobra que cuando no das la noticia abiertamente, es que algo grave ocurre. Tuvo que sentarse porque sus piernas temblaban y tenía que ser fuerte.  Allí tenía a su hija totalmente destrozada que le necesitaba y a la otra a la que verían en unos minutos.  Tenía que prepararse para lo que ella le dijera y para lo que él debería responder.

Las cosas no las tenía claras en su cabeza, pero no quería poner más nerviosa a Stella y no la preguntó nada.  No entendía el por qué una salió detrás de la otra.  Sólo encontraba una explicación: habían regañado.  Le apenaba tremendamente que las cosas hubieran terminado así de mal.  No quería ni pensar en las consecuencias que el accidente pudiera tener.  No quería pensar en perderla definitivamente, pero por muchos esfuerzos que hacía, esa idea se colaba por su cabeza y la angustia le paralizaba.

Mentalmente suplicaba no sabía muy bien a quién, que eso que tanto temía no se cumpliera.  No habían tenido tiempo de quererse, de estar juntos, de engendrar un nuevo hijo que les uniera aún más.
Estaban comenzando su nueva vida.  Se amaban profundamente y tenían un proyecto de futuro.  No podía ser que todo se fuera al traste, precisamente ahora.  Ofreció a Stella un poco de agua para ver si se tranquilizaba, y la estrechó más en su abrazo, y ella se abrazó más a él buscando el cobijo que un padre puede dar en un momento de angustia como era aquél.  Y Albert sintió que su corazón se llenaba de ternura y de amor por esta hija que necesitaba ese abrazo buscando consuelo y alguna explicación del porqué su vida era tan tortuosa.

- Todo saldrá bien.  Acabas de escuchar al médico: todo es normal.-   Buscaba las palabras que la transmitiera  esperanza, pero no las encontraba porque él mismo intuía la gravedad de lo sucedido.

- Posiblemente tenga una hemorragia interna. El impacto debió ser brutal.  Mi pobre niña ¿ por qué lo hiciste?  Intuyo que viste el peligro y quisiste protegerla no importándote tu propia vida. Y Amelie ¡no la quiere, dice odiarla!.   Aunque yo sé que no es así.  Que es generosa  y la quiere porque yo la quiero. ¿ ¿Cómo no se da cuenta de ello ? - Se repetía una y otra vez, buscando una explicación pero no sabía si era su deseo de ver las cosas desde ese punto de vista, o es que necesitaba autoconvencerse de que así sucedieron los hechos

 De repente se dio cuenta de que la familia no sabía nada.  Se habían olvidado de avisarles y debían hacerlo.  No quería continuar la frase, pero él como médico, conocía sobradamente  que podía ocurrir lo peor.  Pero también necesitaba hacerse con el control de la situación, porque Stella no estaba en condiciones de hacerlo, y además el deber era de él.  Besó sus  cabellos y apartándola de su abrazo ligeramente la dijo:

- Cielo, he de avisar a los abuelos de lo que ha pasado.  Seguro que querrán venir, Contarles lo ocurrido y que no se desplacen hasta la universidad. He de llamarles ¿ Puedes quedarte sola un momento?   Tengo el teléfono en mi despacho.  No te preocupes volveré enseguida.
- Haz lo que tengas que hacer, papá.

Le había llamado papá por primera vez.  Siempre le había dicho padre, pero esa palabra era más rotunda, como si marcara distancias entre ellos, sin embargo papá, era más cercano más de verdad.  Y dentro de la infinita angustia que sentía, el corazón le dio un vuelto y la estrechó más en su abrazo.  Era un ser especial y tenía la suerte de tenerla como hija, alguien a la que a penas conocía, y que hoy le pedía, sin palabras, que la cuidara, que la protegiera, y él lo haría con toda su alma porque el corazón se le desbordaba de amor hacia aquella joven tan amada por todos y  que era capaz de amar incondicionalmente a todo el que estuviera cerca de ella.


  En su pecho no albergaba rencor ni dudas, ni siquiera preguntaba nada.  Admitía las cosas como ocurrieran y merecía ser querida, y él en poco tiempo desde que supiera de su existencia, notaba que ese amor paterno se ensanchaba día a día como para compensarla de todos esos años que se creyó  no amada por su padre y desconocida para él.

Tenía un nudo en su garganta y los ojos se le llenaban de lágrimas, pero no lo quería hacer delante de ella para no acongojarla más.  Salió apresuradamente rumbo a su despacho.  Cerró la puerta con llave, y allí a solas, hundió su cara entre las manos y lloró, lloró desconsoladamente , con tremendo dolor e inquietud por la vida que no estaba lejos de él, pero que tenía miedo de perder..

Toda la familia recibió la noticia con angustia y preocupación y todos, como si se hubieran puesto de acuerdo, decidieron acudir para acompañarles y vivir juntos lo bueno o lo malo que les esperaba.  Stephanie también fue avisada y también acudió junto con Geoffrey.  Ellos llegaron enseguida, puesto que viven en el mimo lugar.

Con el rostro desencajado, se abrazó a Albert a su llegada al hospital y también lo hizo con Stella. Preguntaba sin cesar por lo ocurrido, pero sólo Stella pudo responder.  No quería culpar a su hermana, porque había sido un accidente, pero indirectamente ella fue la causante.  Pero la generosidad de Stella omitió el detalle de la discusión, y todos quedaron convencidos de que la versión que daba la joven era lo que había ocurrido.

Por fin, la puerta se abrió y el jefe de equipo salió a dar el diagnóstico.  Era un viejo conocido de Albert, por tanto le habló con toda claridad.

-Ha salido de la operación, es lo que de momento te puedo decir.  Tenía una fuerte hemorragia interna producida por el golpe.  Ha perdido mucha sangre.  parece que lo hemos controlado, pero ha de estar en la UCI al menos durante dos días.  Si durante cuarenta y ocho horas no se produce ningún cambio adverso, podemos decir que se ha salvado, pero, aún así, su situación es delicada. No podemos hacer más que esperar y tener paciencia.  Se le han efectuado transfusiones y sedado. Podréis verla cinco minutos nada más.  Lo siento Albert.  Hemos hecho cuanto hemos podido.

Stella miraba a su padre con cara de espanto buscando en su rostro alguna luz de esperanza. Albert la abrazó y sólo pudo decirla:

- Esta bien pequeña.  Va a salir adelante, ya lo verás y entre todos la cuidaremos. Cálmate.  Sólo podemos esperar. Van a ser unas horas interminables, pero no se puede hacer otra cosa.  Vayamos a verla un momento. Después, cuando bajen a Amelie a planta estaremos con ella.

Allí ya no  hacían nada, así que los cuatro decidieron ir hasta la UCI, aunque sólo pudiera entrar su marido para verla .  Amelie estaba en reanimación a punto de trasladarla a planta y hacia allí se dirigieron para estar con ella cuando llegase.
Y transcurridos unos minutos, Amelie entraba en la habitación. Estaba despierta, aunque por el sedante no mostraba señal de excitación.  Al ver a su familia, rompió en un sollozo, y pronunciaba unas palabras que nadie entendía, pero si Stella, que la tomaba de las manos rogándole que se tranquilizara.

- Papá, mamá ¿ dónde está Rose ? - preguntaba angustiada
- Está bien, hija.  No te preocupes.  Pronto podrás verla.- respondió Stephanie
- Papá fue mi culpa, fue mi culpa. Perdóname
- ¿ Qué estás diciendo ? No hay nada que perdonar.- respondió Albert - Tienes que tranquilizarte

Albert y Stella, se miraron y él supo en ese momento, que sus sospechas eran ciertas.  Todo había sido provocado por un accidente, si era cierto, pero también quién lo promovió estaba allí llorando por el daño causado.

No hay comentarios:

Publicar un comentario