domingo, 1 de abril de 2018

Los largos días perdidos - Capítulo 1 -Hablando contigo

PRÓLOGO:

El presente relato, trata  de una historia corriente, de gente corriente, en un país cualquiera del mundo.  No importa el lugar, sino los hechos que se desarrollan y que son tan comunes como los habitantes que lo pueblan. Circunstancias de la vida que plantean situaciones que unas veces son cómicas, y la mayoría tristes. A pesar de su comienzo, está lleno de esperanza y optimismo, y como no podía ser menos al tratarse de humanos, también de amor.   Con personajes ficticios, aunque pudieran ser reales.  La acción transcurrirá en la gran ciudad de Londres, por ejemplo.  Sin embargo la situación es real en toda su crudeza, y que padeció una generación de mujeres, adelantadas a su tiempo, pero que la sociedad de la época cortó sus alas nada más empezar a volar.  La historia transcurre  en los años sesenta, pero viene a cuento lo narrado en ella, ahora que las mujeres en 2018, estamos luchando por la igualdad con los hombres..  Y comienza así...

-O-O-O-O-O-O-O-O-O-O-O-O-O-O-O-O-O-O-O-O-O-O-O-O-O-O-O-O-O-O-O-O-O-O-O-O-O-O-
 
Una habitación en penumbra y una mujer totalmente enlutada frente a una cama en la que hasta hacía dos días había reposado su marido, que ahora yacía bajo tres metros de tierra en el cementerio.  Necesitaba hablarle, contarle los años de frustración y decepción a su lado.  No se sentía culpable de haberle sido infiel , porque él lo había sido con  ella durante todos los años que duró su matrimonio.  No sólo porque tuviera una amante, sino porque fue objeto  exclusivamente de su deseo, sin siquiera pararse a pensar que ella también tenía sensaciones que muy raras veces podía satisfacer.

Lamentaba su muerte, pero no le lloraría por mucho tiempo.  Había conocido el verdadero amor por casualidad, como ocurren la mayoría de las cosas en la vida, pero su trato la había enamorado casi desde el primer instante en que sus miradas se cruzaron.  Ninguno de los dos eran jovencitos. Iban camino de la mitad de la vida, pero ella, a pesar de estar casada, nunca sintió el placer que Wlliam  le había proporcionado.  A su lado no  se sentía mujer objeto.   Bella aún , bien educada, de buena sociedad, pero ignorada en la cama por su marido.  Fingía día a día ante él, cuando después de alguna reunión con amigos o de negocios, traía a casa olor a licor, cigarros y ganas de poseerla.  Pero era él quién siempre lo hacía y ella permanecía estoica porque había sido educada en el concepto de que la mujer se debía al placer del marido y ella no demostrar nada, excepto fingir un orgasmo para que él pensara  "soy todo un hombre", cuando en realidad no inspiraba ni frío ni calor..

< Ya todo ha terminado para tí, Thomas, pero ahora es cuando comienza mi liberación. Con tu muerte me he liberado del yugo del matrimonio.  De un matrimonio casi concertado, ajeno a nuestros sentimientos.  Te quise muy al principio de él, pero no tardó mucho en desvanecerse la débil ilusión que sentí al unir nuestras vidas. 
" Es un buen partido, de buena familia y adinerada.  Harás una boda perfecta ", me decían, pero a mí nada de eso me importaba.  Y nos unimos como marido y mujer, pero fue en la misma noche de bodas cuando supe que sería tu mujer, pero no tu dueña.  Y es que nuestro primer encuentro sexual, fue tan decepcionante como todos los que siguieron a lo largo de nuestro matrimonio.
Para nada tuviste en cuenta ni mi pudor ni mi inexperiencia.  Sin embargo tú, si habías "corrido" lo tuyo, pero olvidaste que era tu mujer y no una señorita de las que solías frecuentar.  Nunca supiste si lo fingido en el sexo era real,  por mi sentido, pero en contadas ocasiones lo fue.  En mi cabeza bullían los consejos que me diera mi madre la víspera de nuestro enlace: " Las mujeres hemos sido concebidas para el placer del hombre.  apréndete eso bien porque de este modo serás feliz ".>

<Cuan equivocada estaba, pero de la noche a la mañana me convertí en una experta en orgasmos y suspiraba y gemía a la perfección, aunque mi cuerpo no sintiera nada en absoluto.  Te engañé entonces y lo hice después, al conocer a otro hombre, fortuitamente, pero que conocía a las mujeres y comprendía que nosotras no somos seres inanimados, que podemos transportarles al firmamento a la par que ellos lo hacen con nosotras.  Porque no estamos hechas de cartón piedra, Thomas, y tú con tu experiencia lo sabías perfectamente, sólo que tu esposa debía ser de usar y tirar como un pañuelo sucio.
Nunca te ocupaste de buscar mi placer sino el tuyo, y ya ni siquiera tuviste ese consuelo, cuando la enfermedad se hizo presente en tí.  Esa enfermedad,  que lamento te ocurriera, pero que me ha dado la libertad.  Y no me siento culpable por ello.  Ahora, que al fin descansas, yo comenzare a vivir, a sentir, a gozar y a amar.  Porque ciertamente nos amamos y no tardaremos mucho en casarnos, a pesar de las habladurías de nuestros amigos, que no lo han sido tanto.  Pero ¿ sabes ? la vida es corta y deseo vivirla en plenitud cuando casi he llegado a la mitad de ella.  Pero he vuelto a ser joven nuevamente y vivo ilusionada y no me queda ningún remordimiento al haberme acostado con él cuando tú aún vivías.  Nos citábamos y yo te daba el pretexto de que iba a merendar  o al teatro, con una determinada amiga.  Y no me importó que lo descubrieras, pero por fortuna no llegaste a saberlo. >
<Me despido de tí porque a partir de ahora, borraré el luto de mi ropa y de mi vida. Hoy he vuelto a nacer, y lo siento por tí, porque si hubieras sido menos "hombre", y más compañero y esposo, hubiéramos podido tener una vida feliz y placentera para ambos.
Adiós Thomas, espero que con toda esta confesión, no te revuelvas en tu tumba. Porque yo paso página en este preciso instante. No tuvimos hijos, y por este motivo, no tendré que dar explicaciones a nadie, únicamente a mí misma.>.

Se levantó de la silla y mirando por última vez aquella habitación, aquella cama, salió en dirección al dormitorio que durante bastante tiempo, había sido la suya.  Se cambiaría de ropa y se alejaría de allí para siempre.  Se reuniría con el amor de su vida sin remordimientos ni tristezas.  Había pagado con creces y con amarguras, aquella unión casi impuesta cuando aún no tenía idea de donde se metía. Cuando la negaron la voz y el voto.

Se cambió de ropa.  Se puso un vestido de color claro, se maquilló suavemente y dando un último vistazo a la habitación salió de allí. Vendría una agencia a recoger unos bultos que tenía preparados desde el día anterior.  De hoy en adelante viviría con William el hombre que le había descubierto que el paraíso estaba  en la tierra.  Vendería aquella casa que había sido la suya, sin pena, porque al fin estaría con el hombre que había elegido para compartir la otra mitad de su vida, y que conoció de forma accidental.  Estaba segura que había sido un flechazo, o posiblemente necesitaba una mirada cálida en esos momentos.  No estaba segura; sólo sabía que la siguiente vez que se encontraron, entre ellos nació algo muy fuerte y muy sincero, por lo que arriesgaría todo lo que en esos momentos poseía.





No hay comentarios:

Publicar un comentario