domingo, 8 de octubre de 2017

Vidas separadas - Capítulo 10 - Reabrir el caso

Había solicitado entrevistarse con el juez y el fiscal que llevaron su caso. Tenía mucho tiempo libre y algo de dinero para invertir en una investigación. Quería averiguar el paradero de Worwick y del ejecutor del plan.  De nada sirivieron las recomendaciones de sus amigos y jefes, para que dejara las cosas como estaban. Para Aidan era cuestión de vida o muerte desenmascarar al culpable del fracaso de su vida.


Su amor por Erin estaba fuera de toda discusión.  Hacía más de un año que se vieron por última vez.  Un año sin avances en su relación. Muchas veces iba hasta la calle donde vivia y sin hacerse notar, la veia entrar y salir de su casa, pero no hizo intenciones de acercarse a ella. Posiblemente su relación con el cirujano estuviera asentada, y al menos, que ella, fuese feliz.  Ojalá le hubiera olvidado. Y a pesar de desearlo, le hería profundamente que formase parte de una hoja perdida en el diario de su vida.  Hasta que dejó de hacerlo, porque cada vez era más doloroso.

Y de regreso a su casa, en donde la soledad y el silencio le esperaban, recordaba a menudo la primera vez que la vio, eficiente, atendiéndole después de que fuese herido.  sonreia al recordar la vergüenza que le produjo cuando le vio desnudo por primera vez en el hospital, y sin embargo ella se mostró tan profesional como la ocasión requería.  Suspiró añorando aquellos inocentes días, tan ajenos como estaban del cambio que experimentarían sus vidas.

La entrevista con el juez y el fiscal del caso, fue larga y tensa.  El juez insistía en que no había caso; no tenían pruebas ciertas para reabrir la causa.  Todo eran suposiciones lógicas, pero nada más.  El fiscal  sopesaba lo expuesto por Aidan, pero él solo no podía hacer nada.  Por fin, en vista de que no accedían a sus deseos, planteó la segunda opción:

- Muy bien. Ustedes no pueden hacer nada. Yo soy ahora detective privado, así que investigaré por mi cuenta, con mi dinero, para mis intereses. Eso puedo hacerlo ¿ verdad?
. -Si, si son esas las condiciones si.
- ¿ Si les doy pruebas tanto del ejecutor como del inductor, me arroparían ?
- Desde luego que sí. Yo al menos lo estudiaría -dijo el fiscal, mientras el juez se rascaba la barbilla.
- De acuerdo.  Entonces haré mis indagaciones. Les iré transmitiendo lo que vaya descubriendo- le dijo al fiscal
- De acuerdo. Yo lo seguiré con interés.  Me repatea que esos seres tan maquiavélicos se salgan con la suya
- Han destrozado mi vida.  Es algo más que una simple cuestión de crédito. He perdido lo que más amaba como consecuencia de ello, así que tengo motivos e interés suficientes como para saber lo que pasó y poder llevarles ante usted, señoría.

Pidió la excedencia en la comisaría y puso como pretexto que necesitaba organizar su vida, y olvidar todo lo pasado.  Le fue concedida e inmediatamente se puso a estudiar todo lo ocurrido, todo lo que su memoria recordaba.  Necesitaba hasta el más mínimo detalle para comenzar su investigación.  Hizo miles de notas, trazó croquis de los lugares en que podía haberse refugiado quien cometió el asesinato y quién le pagó por ello.. Visitó cárceles, habló con presos que en muchas ocasiones habían sido confidentes de la policía.  Cada uno de ellos le daban datos diferentes, que luego en casa iba casando poco a poco para ver a dónde le conducían.


 Muchas veces se desesperaba porque todo era un galimatías sin sentido, hasta que un día observó que todos los caminos le conducían a un sólo lugar, a un sólo nombre. ¡ Cómo no lo había notado antes !  Seguramente porque tenía tal cumulo de apuntes que no lo veía a pesar de que lo tenía delante de sus ojos. Jimmy Walker, apodado El Rubio; un matón conocido por la policía, extremadamente peligroso y escurridizo

El individuo vivía en Chicago: esa sería su primera parada. Comenzaría allí. Todos le habían facilitado un Alias, y por ese dato empezó indagando en la página de la policía y allí le localizó y vio que tenía registradas varias entradas de fuertes sumas de dinero  ¿Cómo no lo habían detectado antes?  ¿Habían intereses ocultos deseosos de tapar aquello? ¿Tendría otro frente más,   abierto? Pero decidió centrarse en el individuo;  si le localizaba ya tendría tiempo de saber si algún corrupto les ayudó.

Era un primer paso, la primera hebra que desenredaría la madeja.  Estaba solo ante todo el embrollo en el que se había metido, y de repente, sintió la necesidad de escuchar su voz, aunque fuera con reproches, aunque cortara la comunicación, pero una sola palabra suya, le bastaría para recobrar el empuje que necesitaba para seguir adelante.  Y con mano nerviosa pulsó su número.  Se quedó callado durante unos instantes, al escuchar su voz

- Erin,soy Aidan
- ¿ Qué te ocurre? - En su voz había preocupación
-Nada, no me ocurre nada. Sólo que ...  estoy en Chicago...  Si me necesitas para algo, contacta conmigo en la dirección que voy a darte
- ¿ Qué haces en Chicago?

El respiró aliviado, aunque era una conversación fría y distante, al menos no le había rechazado.  La diría una verdad a medias, no quería inquietarla más de lo necesario


- Estoy aquí por trabajo; ahora soy detective privado. Tardaré algún tiempo en regresar a casa y pensé que debías saberlo
-¿ Ya no estás en la policía ?
- He pedido una excedencia.  En lo que estoy ahora tengo mucho interés
- Espero que te resulte menos conflictivo que el último que tuviste. Gracias Aidan lo tendré en cuenta
- Adiós Erin
- Adiós Aidan. Cuídate - Y cortó la comunicación

Erin tuvo que recostarse en la pared y respirar profundamente.  Hacía mucho tiempo que no se veían, y no esperaba que él la llamase. Giró la cabeza y contempló la cara de su bebe.
- Tenías que habérselo dicho - le reprochaba su conciencia - Cuando regrese.  Si, entonces le diré que tiene una hija.

Aidan contemplaba su móvil en cuyo fondo estaba la fotografía de Erin, sonriente, feliz.  Su dedo pulgar acariciaba la pantalla del aparato, enviándole mentalmente el beso que desde hacía tiempo no daba en la frente de su mujer.  Habían mantenido una conversación de a penas cinco minutos, pero era más que lo que habían hecho durante todo este tiempo.  Confiaba en que todo volviese, algún día, a su estado natural, si es que llegaba a tiempo de ello.

Un confidente le facilitó una dirección y,  en ella, posiblemente vivía el individuo que se encargó de la ejecución de Frida.

- Es muy peligroso.  No tiene escrúpulos y no se detiene ante nada y ante nadie. Ten mucho cuidado.
-Gracias Phil, te debo una
-Por nada del mundo deberás descubrir quién te lo ha chivado, de lo contrario soy hombre muerto.
- No te preocupes.  Sé agradecer los favores, por mi nada sabrá.

Parecía que las cosas se iban aclarando y esa noche llamó a su amigo y compañero Pepe. Le habló de sus pesquisas y de lo que había averiguado, y efectivamente le confirmó que había recibido una gran suma de dinero antes y después del asesinato de la mujer.  Habló con el fiscal y éste le dijo que no hiciera nada. Enviaría a unos agentes y procederían a su detención,  si  tras un  registro hallaban pruebas de que ese era el hombre que buscaban.

Aidan no se conformaba e hizo turno dentro de un coche aparcado delante de la casa de El Rubio.  Cuando salió, el inspector entró en el domicilio y registró cuanto pudo, pero no halló nada que le implicase. Lo normal es que no guardara nada que le delatase, pero si encontró algo que perteneció a Frida

- Además de asesino, fetichista


¿ Sería suficiente para implicarle?   Se trataba de un colgante de poco valor, pero que Worwick dijo a la policía que echaba de menos y tenía un valor sentimental para él.  Lo guardó en una bolsa de plástico, y pedía a Dios que tuviera las huellas porque eso sería una prueba de su intervención.  Esperaría  paciente, haciendo guardia, sin intervenir, frente a su casa, esperando la llegada del fiscal y de los policias, algo que sucedió dos días más tarde.

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