jueves, 5 de octubre de 2017

Vidas separadas - Capítulo 3 - Esperando una cita

Y los días fueron pasando y a Brooks le darían el alta en breves fechas. Su compañero y amigo Pepe, también estaba a punto de irse a casa.  No había tenido oportunidad  de volver  a ver a la atrevida enfermera que cuidó de Aidan.  Quería despedirse de ella antes de regresar a su domicilio, a pesar de que el alta en el trabajo aún tardaría en recibirlo. Debería hacerse un chequeo  unos días después.



Se dirigió al control de enfermeras, y allí se hizo entender al preguntar por la muchacha que tan amablemente le había atendido, pero le indicaron que estaba de vacaciones y tardaría un mes en volver al hospital.  Desilusionado, tomó un taxi y le indico se dirigiera a  Queens,, que es donde vivía.  Ni siquiera sabía su nombre ¿ cómo no se le había ocurrido peguntárselo ? Sin ese dato nada podía hacer para localizarla. Era detective, tenía a su alcance el medio de averiguar su nombre y dirección .  En  eso ocuparía sus días libres. Había calado hondo el rostro de la enfermera., a la que en contadas ocasiones había vuelto a ver.

Erin y Saoirse, habían tomado sus vacaciones y durante una semana estarían en una playa tumbadas al sol cual si fueran lagartos. Estaban exultantes de satisfacción; atrás quedarían las penurias, al menos por unos días.  Habrían de cargar las pilas, ya que el invierno solía ser duro y largo, muy largo.

A menudo pensaba en el inspector, ¿ Le habrán dado el alta?  Cuando ella dejó de acudir al trabajo, estaba mejor.  Se levantaba él solo, se aseaba, él solo, y daba largos paseos por el jardín del hospital, pero no habían coincidido ningún otro día.  Había instantes en que ambas amigas se evadían y se sumergían en los pensamientos que cada una de ellas  guardaba en su cabeza.  Saoirse hablaba mucho de Pepe, que en realidad se llamaba José Alberto, era de Puerto Rico y compañero de Brooks con el que fue herido.  Mientras permaneció en la UCI y cuando ya estuvo mejor, estableció con ella una corriente de amistad.  Ellos si se habían visto más, y hasta la acompañaba, en los pocos ratos libres que tenía, en sus paseos por el jardín.  Ellos si se despidieron cuando ella marchó de vacaciones.  Se verían de nuevo a su regreso. Saoirse sentía algo especial por aquel muchacho moreno de ojos negrísimos y de  habla dulce y sugerente que siempre sonreía.


Un día mientras charlaban por teléfono Aidan y Pepe, surgió la conversación de sus respectivas cuidadoras y por José Alberto supo cómo se llamaba y donde vivia.  Iría una mañana a saludarla, y si ella aceptaba la invitaría a comer o a cenar, o al cine, a lo que ella quisiera.  Le estaba agradecido, y aún sonríe cuando recuerda el primer día que ella le lavó.  Fue un momento violento para él, probablemente porque no lo esperaba. ¿ Vegüenza él?  ¿El eficiente inspector acostumbrado a ver toda clase de cosas, todas ellas a cuál más extraña? Pues sí, sintió pudor.  El mismo que sentía ahora al recordarlo. Tenía la cara de ella grabada en su memoria ¿ se había enamorado?  No era posible. Tan sólo se habían visto  ¿cuántas, tres o cuatro veces? Pero tenía algo especial, su sonrisa, su brillante mirada y su bonita figura. Tendría que averiguar lo que le estaba ocurriendo.

Estaba impaciente por volverla a ver, y por fin supo por su "fuente" que ya habían regresado.  Se vistió con esmero, y hasta se echó un poco de perfume varonil, algo que nunca se le hubiera ocurrido hacer.  Pero hoy era una ocasión especial: la vería, hablaría con ella y si aceptaba tendría su primera cita.  Presentía que esa chica iba a representar algo importante en su vida. Nunca le había ocurrido, pero ahí estaba, y siempre había una primera  vez.

Aparcó el coche dos manzanas más abajo de donde vivían. Introdujo unas monedas en el parquímetro, y despacio se encaminó a casa de las chicas.  Necesitaba serenarse.  Estaba nervioso como un cadete en su primera cita.Debía tomar el aire y tranquilizarse antes de apretar el botón del portero automático que indicaba el piso  en donde vivía junto a Saoirse.

Y subió andando, lentamente, pero cada vez le sudaban más las manos de nervios, algo que le desagradó grandemente:

- ¡ Vaya sensación desagradable que va a tener  cuando la salude!- pensó

Inspiró aire dos o tres veces, y otras tanto lo expulsó. Y ya más tranquilo, apretó el timbre que había junto a la puerta, que fue abierta por la misma Erin, que se quedó paralizada al comprobar quién era el visitante

- ¡ Usted !


Nunca estaba desarreglada, pero habían decidido hacer limpieza a su regreso de vacaciones. Tenía unos vaqueros, una camiseta exageradamente grande y un gorro de quirófano cubriendo su cabello.  No se podía estar más desastrada y fea.  Instintivamente se atusó el pelo y paso su mano por la camiseta, totalmente nerviosa.  Ni siquiera le miraba. Había sido muy descortés por su parte no avisar de su visita.

- Veo que llego en mal momento, pero me ha costado Dios y ayuda localizarla y tenía prisa por agradecerla sus cuidados en el hospital.
-Señor Brooks, no sea embustero.  Se lo ha preguntado a Pepe. Pero cierto,  ha llegado en un mal momento ¿ Le parece que estoy presentable ?
- No sólo eso, sino que me parece la chica más bonita que existe

Ante su respuesta no sabía que contestar, y fue él quién tomó la inicitavia

- Me pregunto que ya que estoy aquí ¿ puedo pasar ?

Ella reaccionó apartándose a un lado. Estaba sonrojada y nerviosa. Era la última pesona que deseaba ver estando vestida de ese modo

- Y bien. Ya me ha agradecido mis cuidados en el hospital.  Y ahora...  ¿ quiere un cafe, una cerveza o... ¿ algo ?
- No, gracias.  Quiero que se arregle y vayamos a comer a un restaurante y hablemos de nuestras cosas
- ¿ De nuestras cosas? No tenemos cosas de las que hablar.
- Yo si, y espero que usted también.

Se miraron largamente en silencio. Había pasado un angel. Él tomó su mano y se la llevó a los labios besando su dorso.

- ¡ Dios mio ! - suspiró Erin - Eres todo un romántico
-Eso espero. Ambos tenemos unos trabajos para los que necesitamos grandes dosis de ello, porque de lo contario no lo soportaríamos. ¿ Qué dices, nos vamos ?
- De acuerdo tardo quince minutos
- Que sean sólo cinco - respondió él.

Unos minutos más tarde, salían rumbo desconocido. Se miraban y sonreian, seguramente extrañados ellos mismos de tan  irreal situación. Y Aidan le habló de su rabajo del buen sueldo que ganaba que ello permitiría vivir cómodamente el día que decidiera formar una familia. Y ella también le habló del suyo ,

Cuando hubieron hablado de sus cosas, él le dijo a bocajarro

- ¿ Te quieres casar conmigo ? - Ella no se lo pensó dos veces y respondió
- Si quiero.

Seis meses más tarde,  salían de una iglesia convertidos en marido y mujer.  Lo suyo fue un flechazo a primera vista, pero a penas se conocían.  Ella no sabía casi nada de él,y poco o nada del trabajo que desempeñaba. Sólo sabía que era peligroso, porque en una situación de peligro, es que se conocieron. y él de lo estresante de sus noches en urgencias..  Pero cada vez que llegaban a casa, dejaban en la calle los problemas que hubieran tenido durante el día y se amaban ardorosamente, porque su amor era grande y profundo y no había barreras que ellos no pudieran derribar.

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