viernes, 6 de octubre de 2017

Vidas separadas - Capítulo 6 - Enfrentarse a la verdad

Erin no podía creer lo que veía  en el contenido de aquel sobre  que alguien le había enviado,  con fotografías  de su marido en la mesa de un restaurante con una mujer rubia.      En la cama, desnudo,  con la misma  mujer también sin ropa.  La cabeza le daba vueltas. Paseaba por la habitación sin comprender nada, sin entender quién le había remitido esa carta conteniendo aquello.  Comprendió entonces la tardanza de su regreso y lo lacónico a veces de sus diálogos.  Ahora todo estaba claro.  Llamó a su amiga Saoirse a ver si Pepe supiera algo de lo ocurrido. Pepe no le había contado nada, no podían decir nada. Pero, Erin,  todavía ignoraba la segunda parte del suceso, la peor, la más escabrosa.Su amiga no  la mencionó, el espinoso asunto que retenía a Aidan en Washington entre otras cosas porque todo estaba bajo secreto sumarial,  como  era la muerte de aquella mujer hermosa a quién su marido hacia el amor y se encontraba involucrado en lo ocurrido

Tardó tres días en regresar . Los trámites realizados por la policía habían resultado favorables para él, ya que de lo único que podían culparle era de su relación sexual con ella, y había podido demostrar, mediante la analítica, que había sido drogado por la misma Frida.  Si no lo hubiera hecho, hubieran ocurrido, al menos dos cosas que hubieran cambiado su vida:  la primera  no se habría acostado con ella. Era una mujer hermosa, pero no estaba enamorado de ella por mucho que admirase su belleza. El amaba profundamente a su mujer. La segunda, la hubiera podido defender de algún agresor y posiblemente no hubiera consumado su propósito.  Pero ahora todo eran conjeturas.

 Cuando entró en su casa, Erin aún no había llegado del hospital.  En otras circunstancias hubiera ido a buscarla, pero en las actuales, necesitaba hablar con ella en la intimidad de su hogar.  Sabía que iba a ser dura la reacción de ella. Ignoraba la carta que había recibido sin remitente.

Se sirvió un whisky tratando de organizar las explicaciones que debía dar.  Sería la verdad de los hechos.  ¿Por qué Warwick le había tomado como conejillo de indias? Siempre había estado correcto, y él se había comportado cortesmente y educado con el matrimonio. Creía que había sido un plan minuciosamente pensado y que le tocó a él  porque era su turno, pero lo hubiera hecho igual con cualquier otro.  Todo le resultaba muy extraño y en su cabeza empezó a cuajar la idea de que había sido el marido quién había trazado ese plan ¿ por que ? Lo ignoraba, pero algún día se sabría todo.

Lamentaba la pérdida de su plaza.  Todo ésto sería un borrón en su impoluta hoja de servicio, y la suspensión del sueldo sería un perjuicio añadido. Tendría que buscarse  un abogado porque le citarían para el juicio y le implicarian por adulterio.  Pasaba sus manos por los cabellos, como queriendo alejar todo lo que se le venía encima, a pesar de no ser el responsable de nada.


Sintió el sonido que hacían las llaves al introducirlas en la cerradura: Erin había llegado a casa. Era la hora de enfrentarse a la más dura de las comparecencias, porque además, estaba seguro que no le creería.

Ella sabía que la casa no estaba sola, que a ella había llegado su marido. El olor del perfume varonil que usaba, lo impregnaba todo.  Las piernas le temblaban y temía desmayarse de un momento a otro.  Toda la confianza depositada en él, se había esfumado.  Había bastado separarse por un tiempo para que  la hubiese olvidado y amase a otra. Tenía que reconocer, que era una mujer bellísima, ni punto de comparación con ella, casi siempre mal peinada y cansada por las largas noches de trabajo.  Ella sin embargo, bien arreglada y siempre impecable.
Se miró al espejo y compendió el porqué de todo. No podía compararse con aquella mujer, que parecía una modelo, de cabellos como el oro de rostro perfecto y de expresión clara de extremo placer sentido debajo de su marido..  Tuvo que sentarse para no caerse redonda al suelo.

Aidan acudió en su busca y la encontró sentada en el borde de la cama en su dormitorio.  Le partió el corazón la tristeza que vio reflejada en el rostro de su mujer. Se acercó a ella con la intención de abrazarla, pero ella extendiendo sus brazos le frenó en seco.  No podría resistir sus caricias, el roce de sus manos que hasta hacía pocos días se habían paseado por el cuerpo de otra mujer. Ya no sería lo mismo; nunca se lo perdonaría ,

- Por favor, deja que te explique.  No es como parece ser. Tenemos que hablar. Por favor, no me juzgues sin escucharme antes.
- ¿ Que no te juzgue? ¿ Qué pensarías si me vieras asi ? - y le mostró las fotografías que él ni siquiera sabía que existieran
- ¿ Cómo tienes ésto ? ¿ Cómo han llegado a tu poder?
- No sé quién las envió, pero creo que son bastante elocuentes. No quiero saber nada. No te creo Aidan. Has roto mi vida en mil pedazos.  Te ruego que recojas tus cosas y te vayas  Todo ha sido una farsa. Lo del empleo remunerado ¡ ya lo creo que te lo remuneraron ! Estabas deseando perderme de vista ¿ verdad?
-Por favor, escúchame.  Todo ha sido un plan diabólico no sé por qué ni con qué fin
- Hoy no puedo escucharte. Quizá cuando hayan pasado unos días podamos sentarnos y hablar. Hoy me es imposible. No me importa donde vayas ni con quién vayas, pero no te quiero aquí.
- Asesinaron a esa mujer - Se lo soltó a bocajarro y ella no supo reaccionar ante esta revelación

El color huyó de su cara. Se quedó sin palabras, no  cabían más desgracias en un sólo día- En un principio sintió miedo por él, pero después pensó:

- ¿ Dónde estabas tú ? - Aidan no quería responder a esa pregunta, pero tampoco podía esquivarla
--Estaba en la cama. Dormido. No escuché nada ni ruidos ni quejas ni nada.
-¿ Estás incriminado?
-No por eso. Pedí que me hicieran analítica y  el líquido de la copa que bebí. ¿ No te das cuenta?  Todo estaba planeado de antemano.  Un asesino profesional no deja rastros tras de si, incrimina a otra persona.  Pero el propio marido me eximió de todo.
- ¿ Has perdido tu trabajo, tu placa?
- De momento, si. Hasta que se aclare todo,  si.  Asuntos Internos lo está investigando.
- ¡ Fantástico ! Quiero que te vayas por favor
- Escúchame. Soy inocente. No me juzgues sin oirme, por favor
- Sal de aquí ahora mismo.No quiero saber nada. No quiero volver a verte. Desaparece de mi vida de una vez.

 Salió del que fuera su hogar. El mundo se le había venido encima; lo había perdido todo : a su mujer, su trabajo, su credibilidad...,  todo,  pero ¿ por qué ? Sólo pudo recoger un bolsón con algo de ropa, se buscó un hotel no lejos de su casa. Maldijo mil veces el día que le propusieron aquel trabajo que le había resultado tan caro.

Y el tiempo transcurría y día tras día iba en busca de su mujer al trabajo, pero ella siempre le daba esquinazo. Sentía tanto dolor, tanta decepción con él, que la angustia  al verle la asfixiaba.  No tenía fuerzas para escucharle; ya nada importaba,  sus vidas se habían separado definitivamente. No podría confiar en nadie, nunca, jamás. Ella misma se torturaba pensando en que sí había  sido amada por aquel hombre al que adoraba,  pero que no quería ver.  Su amor propio, su autoestima estaban tan dañados, que cada vez que algún compañero charlaba con ella, no prestaba atención a la conversación pensando,  que en su interior,   se estaba riendo de ella.

Aidan desistió de acudir a su encuentro.   Pensó marchase de allí, y vivir en otro lugar alejado en el que nadie le conociera ni hubiera oído hablar del suceso.  El juicio se retrasaba, a pesar de que las investigaciones de Asuntos Internos habían finalizado, no encontrándole culpable de lo acaecido, sólo de haber tenido una aventura con quién no debía.

El señor Worwick seguía su vida como si nada hubiera ocurrido, y el ejecutor de todo no se sabía quién había sido, aunque la policía tenía la certeza de que fue obra del esposo.  Pero no había ni una sola prueba de ello y la coartada era perfecta, por tanto poco se podía hacer ya.  Se buscó un abogado. Deseaba sacar la verdad a la luz, que al menos pudiera incorporarse a su puesto de trabajo.  Y él se encargaría de las indagaciones:   tenía que descubrir al culpable.

 En un último intento, acudió al que fuera su hogar para  hablar con Erin y despedirse de ella. La encontró muy desmejorada, pero al menos no le echó de casa.  Lloró al anunciar que se iba no sabía dónde y sólo entonces permitió que la abrazara.  Y por primera vez en mucho tiempo pudo besarla y ella correspondió a su caricia y nuevamente escuchó las palabras de amor que en otro tiempo la dedicara.  Quería rechazarle, pero no podía; su proximidad la embriagaba.  Le echaba de menos. Y la volvió a repetir que era inocente, que todo había sido una trampa.  Y ella sucumbió entre sus brazos y por primera vez en mucho tiempo fueron marido y mujer.

Erin comprendía que tenía que irse de aquel entorno, que siempre encontraría alguna mirada o comentario que le reprochara el haberse liado con la mujer de su patrono, aunque hubiera sido una sola vez y en las circunstancias que todos sabemos. No sabía donde aterrizaría

- Te llamaré cuando haya encontrado algo.  Ahora no sé qué rumbo tomar.

Ella recibió el beso de despedida sin decir nada.  Probablemente él esperaba  que ella lo dejara todo y le siguiera, pero no fue así.  Aún no estaba preparada y la herida era reciente y aún sangraba.  Y le vio marchar cabizbajo, pero cerró la puerta  cuando él la traspasó.



No hay comentarios:

Publicar un comentario