domingo, 8 de octubre de 2017

Vidas separadas - Capítulo 13 - Erin y Aidan

Cuando Pepe regresó, Erin continuaba en la misma posición. Él dormía, sin moverse. La levantó del suelo, pues aún permanecía de rodillas. La hizo sentar en un sillón cerca de Aidan, pero no hubo forma humana de que fuera al hotel a descansar.

- Tú si debes ir - Has pasado días muy complicados y debes relajarte. ¿ Has hablado con Saoirse? - le dijo a Pepe- ¡ Dios mio, ni siquiera he llamado para preguntar por la niña !
- No te preocupes, está bien. Hazme caso: ve a descansar
- Soy enfermera ¿ recuerdas ? Los turnos al pié de una cama no son nuevos para mi.  No podría dormir.  Prefiero estar aquí, a su lado.- le respondió Erin

Y la noche pasaba y los turnos hospitalarios se sucedían sin cambios. A punto de amanecer, Erin dormitaba sin separarse de la cabecera de la cama  de Aidan, con su mano cogida.  De vez en cuando levantaba la cabeza para ver si en el rostro de su marido todo seguía igual.  Un ligero movimiento de la mano, la hizo incorporarse una vez más.  Los ojos semi- abiertos de Aidan la miraban.

Él no sabía si es que estaba soñando, si era  fruto de su pesadilla o es que en realidad ella estaba allí. ¿ Cómo había venido ? ¿ Cuándo ? ¿ Quién la avisó ? ¿ Por qué llora ?  No obtenía respuestas porque eran preguntas que no formulaba, sino interiormente. Lo importante es que allí estaba, a su lado. Se preocupaba por él. No todo estaba perdido. Aún tenían una oportunidad.

Erin se abrazó a él con cuidado sin poder reprimir un sollozo. Había vuelto; se daba cuenta de que ella estaba allí.  Hasta ese momento no sabía cuánto le quería, cuánto le necesitaba.  Debían hablar explicarse mutuamente muchas cosas, pero no ahora.  Habría tiempo para las preguntas, las respuestas, las explicaciones y sobretodo para estar juntos y amarse.

Aidan comenzó a balbucear algunas palabras muy bajito;  le costaba hablar y sentía un gran dolor. Le habían desplazado en parte la mandíbula, pero no importaba.  Por muchos dolores que padeciera, no tenían comparación con el que sintió al perderla.

- Dame un beso, por favor - la dijo con un susurro de voz- Creí que no volvería a verte
- No quiero hacerte daño- respondió ella
-No lo haces. Bésame, lo necesito

Y ella le besó suavemente, dulcemente, depositando en el beso el cúmulo de sentimientos, de nervios y preocupación por todo lo sentido durante esas interminables horas desde que llegó.  Y él respondió al beso a penas sin rozarla.  Se miraron fijamente y él la dijo :

- Te quiero, y siempre te he querido.  Siempre, no lo olvides.- Entornó suavemente los ojos y volvió a quedarse dormido. Ella volvió a llorar por la emoción y por haber recuperado a su marido, al que nunca, nunca olvidó
- Descansa, amor. Yo te cuido. Estoy aquí.

Y suavemente acarició su cabello para calmarle como hacía antes, cuando llegaba nervioso de la comisaría.  Le parecía un tiempo ¡tan lejano!...  Y ahora se daba cuenta de lo felices que eran.  No quería pensar en por qué todo aquello lo perdieron; ahora no. Ella también debía dar explicaciones y las daría pronto en cuanto la salud de Aidan lo permitiera.

Sus vidas habían sido separadas por algo ajeno a ellos.  Alguna mano invisible había movido unos hilos en su contra. Pasaría bastante tiempo hasta que él estuviera recuperado del todo.  Habían preguntas que quemaban su piel y respuestas que debía dar que ni siquiera él imaginaba.  Se arrepentía de no haberle hablado de la niña en cuanto nació  ¿Hubiera cambiado en algo su situación? Quién podría saberlo. Llegaría un tiempo en que tendrían que afrontarlo, y la daba miedo.

El había conocido a otra clase de mujer muy distinta a ella. Frida era espectacular.  Su imagen no podía borrarla por mucho que se esforzara.  Sabía que, si todo volvía a la normalidad, no podría mostrarse ante él como lo hacía antes. Su cuerpo no era como el de la bella rubia causante de todo. ¿Seguiría gustándole? Le había dicho que la quería y que siempre así sería, pero también conocía que por los ojos entra el amor: primero el físico, después el interior.


 Había tenido un hijo, y aunque se había recuperado, su cuerpo ya no era el mismo.  Y el sufrimiento pasado había dejado su huella en el rostro. Todos la decían que era bonita.  Que sus ojos eran preciosos, que tenía buen cuerpo y lo más importante era buena y cariñosa. Pero todo eso ¿ sería suficiente para su marido ?  Había pasado mucho tiempo desde que dejaran de convivir, más de un año, y en ese tiempo ¿ qué habrá hecho él?  No quería pensar en nada.  Las dudas la atormentaban y no quería pensar ahora en esas frivolidades, no, estando Aidan herido en una cama de hospital.  Esperaría a que ambos se sentaran tranquilos y hablasen, mucho.  Pero debían esperar.  Según la reacción de él, así respondería ella.
Y no apartó la vista del rostro de Aidan, que descansaba tranquilo sin soltar su mano.  Hasta le parecía notar que sonreía débilmente. No se había olvidado de ella.  Sacó su móvil y contempló el rostro inocente de su hija. Se lo enseñaría en cuanto estuviera consciente.  Se lo diría inmediatamente.  Pensaba que eso le sería beneficioso y aceleraría su recuperación.  En cuanto su estado lo permitiera le trasladarían a casa , como le había prometido el fiscal.  Deseaba estuviera alejado de cualquier recuerdo doloroso que le viniera a la imaginación.  Reclinó su cabeza en la cama, junto a él, y se quedó dormida.

Entre sueños imaginaba que habían recuperado su vida. Y se veía jugando con la niña y con él, en un prado, en un lugar  que no identificaba.  Pero los tres reian y eran felices.  Ella en sueños también sonreia, pero la entrada de la enfermera del turno de mañana, la despertó de su maravillosos sueño.

Se incorporó y la primera mirada fue para Aidan que la observaba tranquilo  y con otra luz en su mirada


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