lunes, 9 de octubre de 2017

Vidas separadas - Capítulo 17 - Sin freno

Y entraron en el edificio de Erin sin hablar.  Se volvió hacia Aidan, cuyos ojos tenían destellos que ella no acertaba a comprender.Seguían en silencio, sólo las miradas hablaban ¿ Qué se proponía ? Ni siquiera debía pensar en ello. Había pasado el tiempo y él había olvidado todo lo que en su día existió entre ellos.  Rebuscó las llaves en su bolso y él se las quitó de las manos. Abrió la puerta y esperó

-¿ No vas a dejarme pasar ? - la preguntó muy serio
- Es tarde. Yo mañana madrugo y en tu casa te esperan

Todo ocurrió rápidamente: La empujaba para entrar sujetando su cabeza con ambas manos besándola. Cerró la puerta sin dejar de besarla.  Lo hizo como entonces, apretando sus labios contra los de ella tan fuerte, que hasta le hacía daño.  Tiró el bolso y enlazó los brazos alrededor de su cuello respondiendo al beso de Aidan. Jadeaba nervioso y ansioso por poseer nuevamente aquella boca tan amada y tan deseada. No podía ocurrir.,  no debía ocurrir,  pero ocurría y sin dejar de besarse comenzaron a despojarse de la ropa con los nervios a flor de piel

Aidan repetía su nombre una y otra vez, y la miraba para convencerse de que nuevamente la tenía entre sus brazos y sería suya de nuevo.  No era un espejismo, estaba ocurriendo lo que tantas veces había imaginado en sus noches de soledad.  Nunca la había olvidado, en ningún momento, aunque estuvieran separados.  Erin trataba por todos los medios, de que aquello no fuera más allá y con la voz entrecortada, trataba de frenarle, pero era imposible puesto que ella también lo deseaba.

- No puede ser.  No está bien. Tienes a Jocelyn
-Te tengo a ti. Me importan un pimiento los convencionalismos ni lo que piensen si está bien o mal. Al diablo las normas. Eres mi mujer y yo soy tuyo, aunque un maldito papel, diga que ya no lo somos. Dime que no me amas, que no quieres esto, que deseas que me vaya.  Si ese es tu deseo me iré. Pero si no lo es, no pienses en nada más que en nosotros y al menos por esta noche volvamos a ser uno del otro.

No dijo nada, no podía decir nada. sólo se abrazó a él y sus cuerpos se juntaron. Y ocurrió.   Las caricias, las palabras, todo volvió a repetirse en perfecta sintonía;    habían retrocedido en el tiempo: era su primera noche, aquella en que ya eran marido y mujer. Erin levantó los brazos en señal de rendimiento y él enlazo sus manos con las de ella y el ritual se cumplió una vez más.

Después de la demostración de que eran el uno para el otro, que siempre se habían pertenecido, y con los últimos rescoldos de la pasión, llegaba el momento de volver a la Tierra, de enfrentarse a la realidad.  Hasta ese momento, habían frenado sus sentimientos.  Se habían alejado uno del otro, quizá temiendo el choque de esos trenes irrefrenables, de esa velocidad desenfrenada que era su pasión, la que trataban de que no aflorase.  Pero tenía que suceder un día u otro, y había sucedido allí en ese momento.

El descansaba su cabeza sobre el pecho de ella, que acariciaba con suavidad. Si aquello era el Paraíso, estaba en él.  A partir de ahora nada sería igual ni entre ellos ni en su actitud ante la situación que tenían.  Fue Erin la que primero deshizo el hechizo que vivian:

- Has de irte
-¿ Por qué ? ¿ Acaso no estamos bien ? Todo lo que ha sucedido durante todo el tiempo transcurrido, ha sido un espejismo, no podíamos separarnos.  Era más fuerte que nosotros mismos.
- Si, es cierto, pero nos separamos.  Entonces era tu esposa, y ahora soy tu amante.  Ha pasado demasiado tiempo; tú tienes una vida hecha con otra persona, y yo no entro en ella.  Esto no podemos repetirlo.  Hemos de alejarnos nuevamente, porque después de lo que ha ocurrido aquí, el siguiente encuentro sería más de lo mismo. Y te repito no soy amante de nadie, aunque seas tú.  Además está Aisling ¿ qué pensaría si nos sorprendiese alguna vez besándonos, por ejemplo? En su infantil cabeza no cabría explicación.  Ella se ha acostumbrado a Jocelyn; a nosotros nunca nos ha visto juntos, así que si, debes irte

- No, no.  No voy a perderte de nuevo.  En todos estos años me moría de deseos de ir a tu encuentro y proponerte olvidar todo. Cometimos errores serios, ambos, pero el precio que hemos pagado es excesivamente alto.  No he querido ni podré querer a nadie más que a tí. Lo arreglaremos, pero seremos una familia nuevamente.
- No lo sé, Aidan. Mi cabeza es un caos.  Por un lado quiero que te quedes, pero por otro pienso en lo que vas a encontrarte cuando regreses a tu casa.  Hasta ahora transcurría tu tiempo sereno, tranquilo, pero a partir de ahora  ¿cómo vas a mirar a los ojos a Jocelyn? Trabajáis juntos, vivís juntos...
- Para, para. Trabajamos juntos, pero no vivimos juntos, sólo... en ocasiones esporádicas.  Cada uno de nosotros tenemos nuestra vida separada.  Ella tiene libertad de movimientos al igual que yo
- Pero ella te ama. No te mira con ojos de aventura ocasional, sino con proyecto de futuro.  Además, en este momento está cuidando de nuestra hija ¿ Cómo vas a enfrentarte a ella habiéndote acostado conmigo? Son las dos de la madrugada y vinimos hacia aquí a las siete de la tarde. ¿ Qué vas a decirla ?
- Nada. No voy a decirla nada; no tengo porqué
- ¿ Crees que ella es tonta? Se imaginará con quién has estado
-Pues que se imagine lo que quiera.

Siguieron discutiendo. Erin no conseguía hacerle entrar en razón y Aidan tampoco la convencía. Se vistió y tras besarla nuevamente la dijo :

Piensa lo que quieras, si has de ser mi amante, serás mi amante, pero ten por seguro que no te perderé nuevamente.  Y salió de la habitación hecho una furia..  Erin rompió a llorar, pero no era un llanto desgarrador, sino suave, silencioso, y en su rostro asomó una sonrisa de complacencia.  Había sido una noche increíble por inesperada.  Sabía que la seguía amando, que siempre lo había hecho, al igual que ella, pero...  Escondió la cara en la almohada que Aidan había ocupado, aspirando su olor durante tanto tiempo ausente de sus sensaciones.  No podía conciliar el sueño y la hora de acudir al hospital se la echó encima, pero no era una mañana más, era un día diferente, una noche diferente que no debía repetirse, pero que no rechazaría si volviera a presentarse la ocasión.

Se sentía diferente, la mañana era diferente. Hasta canturreó en la ducha y la sonrisa no abandonaba su cara. Mientras enjabonaba su cuerpo no dejaba de pensar en lo sucedido, y la palabra "amante" jugueteaba en su cabeza.  Pero no la importaba ser la amante de su "marido".  Al llegar a ese punto, rió abiertamente.  antes lo habían sido otras ¿ por qué ella no ? Había sido su mujer, nunca había estado con otro hombre que no fuera él.  Creía tener perfecto derecho a sus encuentros sexuales.  Hasta se dijo que  llegarían a gustarle el morbo de esa situación.

Se miró al espejo mientras peinaba su cabello, y al ver reflejada la imagen, se detuvo y de repente supo que lo que estaba pensando era una locura.  No se veía entrando a hurtadillas en la habitación de un hotel o en su propio apartamento con él.  No era lo correcto, no podía ser y tomó la decisión firme de que no lo sería.  No podía ser; tenían la responsabilidad de una hija.  Y de repente esa palabra la hizo volver a la realidad al recordar que Aisling está en el mundo precisamente por un encuentro furtivo antes de la separación.  ¿ Y si volvía a ocurrir lo mismo? Cuando tienes una vida estable sabes qué días puedes tener sexo y qué días no. Pero ¿ en un encuentro casual ? Imaginó si volviera a ocurrir lo mismo ¿ y si había ocurrido ya ?  Buscó inmediatamente su calendario menstrual, y comprobó con alivio que no era la fecha indicada. Pero si así fuera¿ lo rechazaría?.   Estaba segura que no, al contrario lo amaría con todas sus fuerzas porque sería el fruto de su amor eterno, pero si se diera el caso, no volvería a cometer el mismo error, por muy conflictiva que fuera la vida de Aidan, se lo diría inmediatamente y seguro que él se alegraría también.

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