jueves, 12 de noviembre de 2020

Encuentro en el parque, en un otoño dorado - Capítulo 3 - Primera escala

 Decidí entrar en mi camarote y quizá tumbarme un rato en la cama y descabezar un sueño, al tiempo que veía la televisión, que para mí es el mejor somnífero que tengo. Pero no lo lograba porque una y otra vez, a mi cabeza llegaba la imponente figura del enigmático hombre diciéndome si había saciado mi hambre.

Aún estando a solas, mis mejillas se incendiaron por la vergüenza pasada. ¿ Cómo iba a explicarle que simplemente lo que deseaba averiguar era lo que comía para yo pedir lo mismo? Me creería aún más ridícula. 

Debía de ser un hombre rico, en dinero y en horas libres, ya que hacer un viaje de esta categoría, no es cualquier cosa,  y en su forma de vestir, se notaba que no tenía agobios para llegar a fin de mes, y que no haría como yo, darse ese gusto por una sola vez en su vida.  Nada que ver uno con otra. Suspiré pensando en lo injusta que es a veces la vida con las personas.

- Unas tanto y otras tan poco - me dije.

Me dirigí hacia el armario, y de mi maletín extraje un bloc, un rotulador verde y unos bolígrafos.  Haría un cuaderno de viaje. Anotaría una por una las escalas que iríamos haciendo, entremezclándolas con algún romance ficticio que mi imaginación crearía.

- ¡ Naturalmente !- pensé.- Ya tengo protagonista masculino, el individuo misterioso, y la femenina, ya me la sacaré de la manga. Como Irlanda es un pais mágico, de algunos de los lugares que visitemos, haré un cuento corto como si los personajes hubieran vivido en ese lugar. Me va a quedar precioso, y al menos pasaré entretenida algunas horas.  Y eso que me encanta acudir al salón y desde la ventanilla contemplar el maravilloso paisaje verde. ¿ Y por qué no lo hago? En esa parte del tren y a esta hora, hay pocas personas y además como siempre me pongo en un sitio yo sola, nadie me interrumpirá al verme que estoy trabajando. Sacaré fotografías que adjuntaré al texto.  Va ser un cambio radical en mi carrera, pero creo que acertaré.  Si cuaja, tendré el problema monetario resuelto para algunos meses. Nada, nada; me propongo disfrutar. Está visto que como mejor se trabaja y surgen ideas, es teniendo la mente despejada como ahora. Sin embargo cuando te falta dinero para cubrir los recibos que vencen, es difícil tener ideas grandiosas para que lo que escribas sea un éxito. Bueno, no dramaticemos; tengo asegurada mi vida durante al menos... seis meses, creo. Y quién sabe, si resulta lo que se me ha ocurrido, a lo mejor, me da para más. Y mientras tanto a ver si se me ocurre una gran historia que me haga repetir el éxito.

Estuve escribiendo casi toda la mañana.  Miraba el catálogo que nos habían dado al embarcar y por él conocía el itinerario a la perfección.  Lo ilustraban unas preciosas fotografías y de acuerdo a ellas y lo que viera en la excursión, mi imaginación pondría el resto.

La excursión resultó fabulosa.Cobh era como un cuento de hadas, con sus casas multicolores arropando su castillo.  Mi imaginación volaba a cien por hora, y por mucho interés que mostrara en atender al guía y a sus explicaciones, mi cabeza no paraba de ver los rostros de las personas que serían las protagonistas de esa primera escala. Me sentía cautivada y pensaba que era la mejor inversión que haría en mi vida. Si ésto era la primera parada ¿ cómo sería el resto?


Tan inmersa en mis pensamientos estaba, que no me dí cuenta que una voz susurraba en mi oído:

- La veo un poco dispersa. Si no presta atención no se enterará de nada 

Me giré rápidamente y la voz correspondía, ¡ cómo no ! a "ese hombre", o quizá sería mejor decirle acosador. Yo le ignoraba, y sin embargo era la segunda vez que se acercaba a mí.  En su cara una amplia sonrisa que fundía el hielo. ¡ Cómo podía ser tan guapo y tan insolente!

- ¿ Cree que no hago caso de las explicaciones, que no me entero? Hay una leyenda que dice que las mujeres podemos hacer dos cosas a la vez, al revés que los hombres que sólo pueden una a una. Para su información me estoy enterando.  Cojo datos para escribir un diario de viaje.

- ¿ Por eso realiza este viaje?

- Es una larga historia, pero no. Ese no es el motivo

- Estoy interesado. Cuéntemelo

- Estamos de excursión, señor mío, y necesito enterarme para mi argumento.

- Así que soy un señor suyo

- Déjelo. Está visto que se quiere burlar, pero no va a conseguirlo, créame.

- No es esa mi intención. Es usted una mujer fascinante. Sólo ha despertado mi curiosidad. Vamos a ser compañeros de viaje durante muchos días; siempre está sola, yo estoy solo ¿ por qué no juntamos nuestras soledades? Al menos para tomar un café de vez en cuando ¿ no le parece ?

- Tengo trabajo, lo siento

- ¡ Vamos, no es cierto ! Le ruego me disculpe si la he importunado, no es esa mi intención

- No me ha importunado, pero es la verdad. Yo trabajo para vivir

- Lo mismo que yo

- Sí, desde luego, tiene todos los síntomas.  Y perdone, como le he dicho he de hacer un catálogo y con su charla no me estoy enterando.  Ahora no.

-Está bien, ya me cayo, pero puedo estar a su lado sin hablar ¿ no?

- Eso depende de usted. Haga lo que quiera

Después de mantener esa conversación, y lo áspera que fuí con él, estuve pesarosa toda la noche. Se había mostrado simpático y ocurrente, pero también tenía todas las trazas de ser un conquistador que busca un ligue de viaje. Tenía que cortarle en seco si no quería tener un disgusto. Pero visto de cerca y escuchar su voz y su ironía, me arrepentí de no seguirle la broma; otra en mi lugar lo hubiera hecho.  Pero yo no estaba acostumbrada a lisonjas ¿ Se habría fijado bien en mi? Soy una chica vulgar como hay miles, a no ser que se encuentre aburrido, y sirva para distraerle durante el viaje. Y, vamos, soy pobre, pero no tonta, aunque creo que esta vez me he pasado de la raya.

Dí unos pasos hacia adelante, despegándome milímetros de él y procedí a atender las explicaciones del guía mientras recorríamos el castillo. Pero él lejos de dar media vuelta e integrarse en el otro grupo, permaneció a mi lado.  De reojo le veía que me miraba de vez en cuando, serio, muy serio y yo me preguntaba si acaso le habría enfadado.

Cuando salimos del castillo, hicimos un corto recorrido por el pueblo, que resultó muy agradable. Es un lugar precioso y pintoresco. Después nos llevaron a cenar a un restaurante típico del lugar, y cómo no, el misterioso acosador, se sentó a mi lado.
Los primeros momentos fueron de gran violencia para mi, pero me calmé porque entabló conversación con otra mujer que sentada a su lado, en el otro extremo, demostraba más desenvoltura que yo, y me dió rabia, que la conversación que mantenían era divertida y les causaba hilaridad, mientras yo permanecía en silencio leyendo la carta de la cena.  De repente se me había cortado el apetito. Miraba una y otra vez la lista de los platos a elegir y no encontraba nada que me apeteciera.
Como en un susurro, de repente, escuché su voz pegada a mi oído y que uno de mis mechones de pelo, estaba junto a su cara.

- Si lo deseas, puedo elegir por ti.  Veo que no conoces mucho los platos típicos del lugar

- Me sonreía satisfecho de sí mismo, con ironía y sabiendo muy bien a qué se refería, pero, a mi maldita la gracia que me hacía. Pero tenía razón no sabía lo que significaba cada plato. Y de repente me dí cuenta de que me había tuteado ¿ qué confianzas son esas?, pensé, pero no dije nada. Reconocí que me gustaba que lo hiciera, después de haber estado más de media hora conversando con la otra compañera de mesa. Me había elegido a mí, no sé si por pena al verme algo perdida, o por conmiseración por mi inexperiencia, en ambos casos sería muy posible, pero no me importó, al contrario, deseaba que me prestara atención, así que saqué mi lado simpático, que también lo tengo, y me dediqué a escucharle atentamente.

Comprobé que su conversación era variada y amena, y que yo me distendí y también estaba ocurrente, aunque pienso que lo que hacía era coquetear con él. En definitiva, dentro de unos días le perderé de vista, y mientras tanto voy a divertirme, que para eso he venido. ¿ Divertirme, con él? Estaba loca.  De lejos se notaba que era un hombre de mundo acostumbrado a grandes logros, no como yo ¿ Acaso se me han subido los humos porque me han pagado una novela ?

Durante el regreso al tren, se sentó a mi lado y por unos instantes, echó la cabeza hacia atrás y entornó los ojos. Pensé que estaba cansado o quizás aburrido; no era precisamente una divertida compañera de viaje.  Y sin embargo sí que lo era, pero este hombre tan abrumador, me sobrepasaba, me hacía sentirme insegura, bueno en realidad lo era, pero trataba de superarlo, pero él era el que me superaba a mi. No dije nada; volví la cabeza hacia la ventanilla del autocar y comencé a divisar las primeras luces del anochecer, una vista maravillosa, justo lo que yo necesitaba para mi cuaderno.  Saqué mi máquina de fotos e hice unas cuantas a medida que nos alejábamos de allí.  Miré hacia arriba y la magnificencia de su cielo me hizo   sonreír de admiración: el cielo tachonado de estrellas que bajaban casi hasta el mar para juntarse con la tierra. Me quedé embobada mirándolo, y no percibí que él también lo hacía, pero a mi rostro.

Había sacado su móvil y lo enfocaba hacia mí. Comencé a protestar, pero él fue más rápido y consiguió una foto mía. No quise saber cómo había salido, simplemente confié en que como lógicamente había salido mal, la borraría, y seguí mirando el paisaje.

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