miércoles, 18 de noviembre de 2020

Encuentro en el parque, en un otoño dorado - Capítulo 14 - Centro comercial

 Las chicas salieron decididas a no dejar sin ver, hasta el último rincón de Edimburgo. Todo lo admiraban, se paraban en todos los monumentos, y hasta se unieron a un grupo de turistas, escuchando la historia de la estatua de Braveheart. Se habían distanciado mucho del lugar de la cita con las madres, y no les daría tiempo a llegar  para la comida. Alba, a través del móvil, contactó con su madre indicando que irían a una hamburguesería porque estaban muy lejos.

- ¿Os habéis perdido? - preguntó Alana inquieta

-No, llevamos un plano, y además preguntaremos. Te aviso para que no estéis preocupadas.  Almorzad vosotras. Nosotras lo haremos en cualquier cafetería. Somos mayores, mamá. Sabemos cómo actuar en un momento determinado, también tomaremos un taxi si no nos orientamos.  Nos vemos esta tarde en el hotel

- Está bien. Os damos el beneficio de la duda.  Tened cuidado.  Estamos en el  centro comercial es precioso; daremos una vuelta y compraremos algo.  No tardéis y tened cuidado. Nos veremos en el hotel.

Transmitió a la otra madre el mensaje de las chicas, y ellas dos decidieron que darían una vuelta por los comercios de ese precioso centro comercial. Así harían tiempo para ir al hotel. Se comunicaban bien, y juntas compartían los problemas que la adolescencia plantea a cada una de sus hijas. Se compraron ropa y alguna que otra chuchería. Estaban cansadas así que determinaron sentarse en una cafetería, y tomar algo.Y en eso estaban.

En la otra punta de Edimburgo, alguien marcaba un número de teléfono:

- ¿ Jenny ?

- ¡ Hola Alastair, cuánto tiempo sin saber nada de tí !

- He estado muy liado, pero tengo libre unos días ¿ Quieres que los pasemos en Inverness?

- Lo siento, amigo. Salgo de viaje mañana para un asunto de negocios

- No sé porque me parece que me estás mintiendo

- Pues porque lo hago. Hablando en serio: sólo tengo libre el día de hoy.

- Bien, pues que sea hoy.Iré a buscarte

- No es necesario, dime dónde estás

-En el Ocean Terminal. Acabo de terminar un asunto y se me había ocurrido celebrarlo contigo

- Muy bien, nos vemos en media hora.

Se aproximaba la hora del almuerzo, miró su reloj y se dijo que tomaría una cerveza y esperaría a que Jenny llegase, y después comerían en algún restaurante.  Ella había sido su confidente durante mucho tiempo, y en ocasiones algo más. Se apreciaban; ella era discreta y siempre tenía las palabras justas cada vez que él  comentaba algo. Esta vez no la diría nada, ya que se había propuesto dejar todo atrás.

Bebía la cerveza, cuando una suave ráfaga de aire le rozó la cara. Miró a su alrededor, pero no había nadie que corriese o simplemente anduviera rápido.

-Estará funcionando el ambientador- pensó, y no le dió más importancia.

Dejó la jarra encima de la mesa, y paseó la mirada por el entorno.  Estaba en una especie de plazoleta, aislada del paso de los comercios, pero que desde ella se podía ver a la gente que entraba y salía de ellos.  Era una vista cotidiana, ya que a veces frecuentaba ese centro comercial. Vió a dos mujeres de espaldas que habían salido de una de las tiendas, iban cargadas con sendas bolsas de haber comprado alguna ropa.

De repente se fijó en la silueta de una de ellas. Una silueta que conocía demasiado por tenerla grabada a fuego en su cabeza. No podía ser posible. Se estaba volviendo loco y obsesionado. Ellas se perdieron en otro comercio con bastante gente dentro. Se levantó de un salto y fue tras ellas, pero las había perdido de vista en una fracción de segundo. Daba vueltas , entraba y salía de los establecimientos cercanos, ya que no podían haber ido muy lejos, pero su búsqueda era infructuosa, hasta que se dió por vencido.  Había sido simplemente una figuración suya, una obsesión que le tenía en vilo permanentemente. ¿ Cómo iba a ser ella? Seguramente sería otra mujer que se parecía, simplemente eso.

Regresó a su mesa, en donde permanecía igual la jarra de cerveza que había dejado. Esperó inquieto mirando constantemente a su entorno , pero no volvió a verlas. Quién sí apareció fue Jenny, que le encontró extraño:

-¿ Te pasa algo?, parece que hubieras visto un fantasma

- Pues no te diría que no

-¿ Cómo ? Cuéntamelo

Y le contó lo que acaba de ocurrir hacía unos minutos. Ella se echó a reír y le calmó un poco:

-Vamos a ver ¿ Qué haría ella en Edimburgo? Y en el caso de que así fuera, ¿ no se te ocurrió que esa mujer que has confundido con ella, entrara en esa tienda y estuviera en algún probador ¿ por qué no entraste y la esperaste a que saliera?

- No lo sé, sencillamente me puse nervioso. No se me ocurrió

- Deséchalo de una vez de tu vida y de tu cabeza.  Pasó hace mucho tiempo y no volverá. Busca a otra mujer, que seguro las habrá locas por tí. Sigues siendo guapísimo, educado y todo un caballero, algo que las mujeres apreciamos mucho. Además ella no desea ser encontrada, así que olvídate del tema de una vez.

Comieron juntos, charlaron largamente, y a media tarde se despidieron. Alastair decidió ir a dar un paseo. No quería encerrarse en casa porque sabía que no pararía de dar vueltas en su cabeza la imagen de esa mujer.

Las chicas se reunieron con sus madres en el hotel como habían acordado y exultantes de satisfacción narraron su primera aventura en solitario totalmente inocente, pero para ellas había sido un triunfo. Suplicaron que las dejaran al día siguiente repetir la experiencia

- Porfa porfa... Hay mucho que ver y nos hemos portado bien. Por favor, dejadnos ir solas

Las madres se miraron y se echaron a reír. Las chicas palmotearon y dieron unos saltitos muy graciosos, sabían que las darían permiso.

Alastair se dió una ducha interminable dejando que el agua cayera sobre su cabeza.  Repetía una y mil veces la escena de la tarde y no podía dejar de pensar en ello.   Leyó durante un rato unos capítulos del libro de Alana.  Porque sabía que era ella su autora, y entre renglón y renglón, página y página, creía leer un mensaje de algo que ellos dos conocían.  No podía ser una casualidad. O es que ¿a él le parecía un mensaje, cuando sólo era un pasaje del relato?

Lo dejó sobre la mesilla y apagó la luz. A ver si con suerte pudiera quedarse dormido . Al menos mientras durmiera no pensaría en la anécdota de la tarde.Y tras muchas vueltas, lo consiguió.

<Estaba en un prado  cubierto de hojas. Era otoño y el suelo era una alfombra  de hojas secas. Miró hacia arriba y comprobó que los árboles habían cambiado de color; ya no eran verdes, sino dorados. Había un banco solitario, también cubierto de hojas. Un estanque sereno ocupado solamente por unos patos que nadaban de un lado para otro. A lo lejos una nebulosa y dentro de ella la silueta de una mujer que con calma llegaba hasta él. No sonreía, lloraba tapándose la cara con las manos. De repente cesó su llanto y le habló.  Sólo veía que movía los labios pero no entendía lo que  decía. Él también quería hablar, llamarla, pero las palabras no salían de su garganta.  Ella se dirigió al banco vacío y se sentó en él. Quería, ansiaba ver su cara, pero la nebulosa lo cubría todo. Sentía que un viento suave agitaba las hojas caídas y otras que por ello caían también. Y de repente, la mujer le miró y dijo unas palabras que clarísimamente entendió. "Te he dado oportunidades. Será la última"
. Y después desapareció y todo volvió a ser oscuro, negro, deprimente.>

 Sobresaltado se despertó. ¿ Qué había significado ese sueño? Las imágenes se confundían unas con otras y notaba que lo soñado se iba desvaneciendo poco a poco, pero unas palabras permanecían fijas en su memoria: "será la última". ¿ Qué era eso? ¿ Qué significaba? Se incorporó en la cama, de golpe y jadeando, como si le faltara el aire para respirar. Las sienes le latían con fuerza y su cuerpo estaba como si hubiera estando corriendo durante toda la noche. Se encontraba fatal. Sentía una sensación extraña. Deseaba recordar lo que había soñado, pero no podía por muchos esfuerzos que hacía.

- Llamaré a la oficina; hoy no iré. No me encuentro bien. Me está pasando algo que no logro descifrar. Creo que voy a perder la razón. No es normal en mí, pero llevo una temporada caótica.  Esto tiene que pasar, ya.


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