martes, 24 de noviembre de 2020

Encuentro en le parque , en un otoño dorado - Capítulo 23 - Depresión

 Cumpliendo su palabra Alastair llamó a diario para hablar con su hija a espaldas de Alana. No quería preocuparla más, pensando que estaba  enferma. No sabían cómo enfocar este asunto: si decirla abiertamente de ir al médico, o darle un plazo razonable a ver si su desgana había sido provocada por la ausencia de Alba. Pasó una semana, y parecía que se había estabilizado, pero una de las noches,  la joven había estado hablando con Pierce de su futuro y   de los proyectos para cuando terminara de estudiar. Cuando colgaron era muy tarde y el silencio absoluto reinaba en la casa.  Alana no había querido cenar esa noche, y se retiró pronto a su habitación. Ni siquiera sospechaba que desde la habitación de Alba, se podía percibir cualquier ruido,  por ligero que fuera, al haber tanto silencio, podría escucharse.

Y unos ahogados sollozos salían de la habitación de su madre. Alarmada saltó de la cama y se dirigió hacia donde Alana trataba de dormir. Con  la cara descompuesta, creyó que la había pasado algo.  Entró como un vendaval y se abrazó a ella asustada.

- Mamá ¿ qué te ocurre? ¿ Estás enferma? ¿ Te duele algo? Dime ¿ que es lo que ocurre?

- Lo siento, hija. No sé que me pasa. Sólo tengo ganas de llorar y siento una tremenda tristeza. No sé por qué. No lo puedo evitar

- ¡Oh mama! Lo siento ¿ Es por mi causa? ¿ Por haberte dejado sola?

- No cielo. La tengo desde hace mucho tiempo, pero ahora es... distinto. Y sé la causa

- Dimela, por favor.

- No puedo, no puedo- dijo sollozando

- Pero ¿ por qué ? Iré a llamar al médico

- Ni se te ocurra. Lo voy arrastrando desde hace mucho tiempo, y sé perfectamente a qué se debe. Sólo que no puedo hacer nada, porque no depende de mí.

- ¿ Se debe a mi apellido?

- No hija, me alegro mucho de que lo lleves.  Tu padre es un buen hombre y siempre te cuidará, porque él también te quiere.

Alba se dió cuenta, o creyó saber la razón de su depresión: su padre. Ese antiguo amor que revivió ahora con más intensidad. ¿ Cómo no se había dado cuenta antes? Le sigue queriendo. Se siguen queriendo. Hablaría con Alastair sobre ello. Habrá una forma de solucionarlo.  No quería ni pensar si su madre entrara en una depresión profunda. La quería muchísimo, más que a nadie. Estaba orgullosa de ella y le dolía que no tuviera suerte. Tenía que hablar con su padre.

- Pienso que él aún la quiere. Lo veo en la forma en que la mira y lo pendiente que está de ella. Si, mañana le llamaré antes de que salga para la oficina y le diré la situación que tenemos. No puedo dejar que sufra de esa forma. Aún es joven y tiene mucha vida por delante. Ambos son jóvenes todavía, y si se quieren como creo, aún están a tiempo de resolver viejos problemas, porque ahora ya no existen. No sé si podré dormir esta noche. Lo haré con ella por si me necesita. Sí eso haré, dormiré en su cama. La abrazaré a ver si se queda dormida.

En cuanto creyó conveniente,se puso en contacto con Alastair, que extrañado la preguntó si ocurría algo, dada la hora tan temprano en que le llamaba

- ¿ Ocurre algo? ¿ Cómo es que me llamas tan temprano? ¿ Estás bien, mamá está bien?

- Pues verás. No lo está. Anoche la sorprendí llorando, no quiso cenar, y ha dormido muy mal

- ¿ Has llamado al médico ?

- No quiere. Dice que sabe lo que la ocurre.  No sé qué hacer. No quiero alarmarla, pero yo si lo estoy. Creo que tiene una fuerte depresión, y me da miedo que vaya a más.

- Tranquilízate. Hoy no puedo ir por tener una reunión con editores extranjeros, pero en cuanto me vea libre de ellos tomo el primer avión. ¿ Dónde estáis en Dublín o en Connemara?

- Estamos en Dublín. Creo que pasaremos aquí un tiempo.

- Esta bien. Yo me ocupo de ello. Procura que ingiera algo de alimento.

- Así lo haré. Estoy muy preocupada.  Nunca la había visto tan triste, tan desmejorada.

- Ya... yo tampoco. Todo se arreglará, cariño. Ya lo verás.

Imaginaba lo que la ocurría, porque él lo había sentido hacía tiempo, cuando aún no sabía que tenía una hija. Y una luz de esperanza se abrió nuevamente en él. Lástima que tuviera ese compromiso ineludible, de lo contrario se pondría en acción ahora mismo.  Llamó a su abogado y le pidió un favor:


-MacDougall, necesito que me hagas un favor muy importante, y lo necesito cuanto antes.

- ¿ Qué te pasa ahora? Cada vez que te pones en contacto conmigo me echo a temblar. A ver ¿ qué te pasa?

- Necesito una licencia de matrimonio para ya. Para hoy mejor que mañana.  Es algo urgente

- ¿ Has vuelto a dejar a otra mujer embarazada?

- No, pero se trata de ella: está enferma y creo saber lo que la ocurre.

- Está bien. Me dejas preocupado ¿ tan urgente es ?

- Lo es para ella y para mí.

- Esta bien. Ahora me pongo con ello. Deseo que todo se normalice y podáis vivir tranquilos de una vez.

Miró el reloj y comprobó que la hora se le echaba encima. Atendería a esos extranjeros porque no tenía tiempo de aplazarlo, de lo contrario lo hubiera suspendido y a esta hora estaría  camino del aeropuerto nuevamente. Antes de viajar a Irlanda, necesitaba comprar algo. De nuevo se puso en contacto con  su secretaría que ya estaba en la oficina, para que fuera ella la anfitriona por una media hora:

- Necesito hacer algo, urgente. Así que ingeniatelas como puedas y sé la anfitriona hasta que yo llegue. Va a ser cuestión de poco tiempò, pero voy con la hora muy pillada.

- Pero, jefe... ¿ Qué voy a decirles?

- Diles que no he llegado aún de un viaje y el vuelo se ha retrasado, o qué se yo. Eres una chica muy ingeniosa, algo se te ocurrirá.¿ Cómo cuánto durará la entrevista?

- ¡ Ay jefe ! ni idea.

- Supongo que tendremos una comida de trabajo y después... Hazme un favor, pide un billete de avión para esta misma noche destino Dublín, sin vuelta

-¿ Para esta noche? ¿ Para el último ?

- Vale para el último, pero que sea para hoy. Si no pudiera ser, para el primero de mañana. Es urgente

- ¿ Ocurre algo ?

- No te preocupes, es personal. Y ahora salgo para la oficina. ¡ Ah y gracias por todo !


Se vistió apresuradamente y se encaminó al centro de Edimburgo, a una joyería. Les encargó unas alianzas y una sortija de pedida.  Lo haría todo casi al mismo tiempo. Esa sería la mejor medicina que Alana pudiera tomar para recuperar la estabilidad. ¿ Cómo no lo había notado antes?  Se mostraba siempre tan distante  de él, que cuando se acercó algo más a ella, le rechazó, y no se atrevió a ir más adelante. Pero ahora le sacaría el sí quiero a como diera lugar.

Y nervioso aguardaba en el aeropuerto para tomar el avión que le conduciría de nuevo a Dublín. Llamó a su hija anunciándole su llegada, pero que no dijera nada a su madre:

- Te esperaré levantada.  Gracias papá

- Dime¿ cómo ha pasado el día?

- Más o menos igual que cualquier otro. Fue al parque y tardó más de dos horas en volver. Me tenía preocupada, y desde lejos la estuve vigilando. Sólo se sentó en uno de los bancos y miraba al horizonte. Nada más. Al cabo de este tiempo, se levantó y regresó a casa.

- Está bien. No te preocupes. Estoy seguro que todo va a mejorar. Nos vemos en unas horas.  Me llaman, he de embarcar.  Te quiero.

No hay comentarios:

Publicar un comentario