jueves, 12 de noviembre de 2020

Encuentro en el parque, en un otoño dorado - Capítulo 4 - El porqué de las cosas

Él sonrió satisfecho y guardó el móvil de inmediato.  Creo que pensó que iba a forcejear con él para que me lo devolviera. En mi cabeza saltó una frase que para estas ocasiones es que ni pintada: "no hay mayor desprecio que el no hacer aprecio". Y eso hice yo. Seguí mirando la noche e hice como si nadie estuviera a mi lado.  Tampoco él hablaba, creo que se había enfadado o estaba molesto ¿ por qué? él sabría. Ninguno de los dos cedíamos, así  que opté por acortar distancias, y le pregunté:

- ¿ Por qué has hecho eso?

-Qué ¿hacerte una foto? Eres una chica guapa, aunque algo esquiva. Eres una mujer difícil y eso es un reto para mí, y presiento que algún día serás famosa. Esta foto tendrá un valor incalculable.

Asunto de qué viene ahora eso. No tiene ni idea de lo a que me dedico y de hacerme famosa... Lo dicho, no tiene ni idea, pero seguí azuzadándole y aún hoy día no sé por qué.

- Estás acostumbrado a salirse con la tuya, y a jugar con las mujeres. Sabes de antemano que vas a ganar, pero yo no soy así.  No busco jueguecitos ni ser triunfadora de nada ni de nadie.

- Yo no pretendo nada de eso, pero en algo si tienes razón: las mujeres se me dan bien, todas menos una. Es la primera vez que me pasa y has picado mi curiosidad.

- ¿ Me tomas por tonta? Déjalo, por favor

- Ni se me ocurriría. Te tengo respeto, pero a la vez me gustaría que fueras más divertida, que no estuvieras siempre dispuesta a atacar al enemigo porque no lo soy. Simplemente vamos a estar juntos unos días y estamos aquí para divertirnos. Dejemos a un lado los protocolos, relajémonos y vivamos la vida. Si quieres la borraré, no te preocupes.

Le miré nuevamente de frente. En su cara había algo que me indicaba que no mentía, claro en algunas cosas, en otras tenía mis dudas. Moví negativamente la cabeza y le respondí:

- Déjalo. Seguro que he salido mal y la borrarás sin que yo te lo pida. La fotogenia no es lo mio.

- ¿ Qué es lo tuyo? Me gustaría saberlo- respondió

- ¿ Por que ? - le dije algo asombrada

- Porque me gustas. Me interesas

- No seas absurdo. En unos pocos días no nos volveremos a ver

- ¿ Quién sabe? El mundo es un pañuelo - Y se echó a reír 

Me desconcertaba totalmente. Me ponía nerviosa esa seguridad que tenía en todo momento, se hacía dueño de la situación arrollando todo a su paso. Yo, aunque él no lo supiera, podría ser una presa fácil, y líbreme de dárselo a entender.  Desde muy joven, había sido un alma solitaria y para mi desgracia, perdí a mis padres y la vida se me complicó mucho. Tuve que trabajar duro en lo que me saliera, enterrando mis verdaderos deseos como era el saber escribir. Si es cierto, que lo he conseguido, pero soy realista: ha sido una casualidad. Quién sabe cuándo volveré a tener ideas para escribir otra. Además he de mirar  con lupa lo que gane con ello, ya que no tengo otros ingresos más que mi sueldo de la editorial y no es que sea muy glorioso, que se diga.

Casi estoy arrepentida de haberme embarcado en este viaje.
Me he gastado más de la mitad de lo que he ganado. Sin embargo, él se desenvuelve maravillosamente en este ambiente, es como si viviera en él toda su vida.  Y quién sabe, a lo mejor es así. De todas formas no estoy a su altura en nada, y eso me pone incómoda, por amable que sea. Envidio a las chicas que están relajadas junto a un hombre como éste, que saben comportarse y estar a su altura: de pícaro a pícaro, pero yo ni en sueños. Y volviendo a los sueños ¿ qué fue lo que he soñado esta noche? Sé que fue algo, pero las imágenes se me han borrado y no tengo ni idea.

- Estás muy callada -. De repente su voz me hizo volver al ahora -.¿ Vas a acudir a la fiesta de esta noche?

- ¿ Fiesta? ¿ Qué fiesta?

- ¡ Eres increíble ! ¿ En qué mundo vives? A la que celebran en el tren: cena y espectáculo, y después baile. ¿No lo sabías? Pues al subir al tren nos dieron unos catálogos en el que especifican  todo.  Ni siquiera lo habrás leído, seguro

- Pues no. No tenía ni idea. Pero estoy cansada, así que seguro no asistiré. Además habrá que ir de etiqueta y eso es muy complicado para mí.

-¿ Cómo es que eres tan apática?

Me quedé mirando su rostro sin saber qué decir. Pensé que tenía razón; no era tan mayor para sentir tanta indiferencia por las cosas mundanas, tan normales en las chicas como ir a una discoteca, quedar con amigos, o con algún pretendiente.  Pero eso no estaba en mi libro de instrucciones, y de momento me dí cuenta de ello, y hasta lamenté los años de juventud que he perdido, claro que tampoco podía. Ni puedo ahora: no tengo amigos, no voy a ningún lado..., y para un amigo que me sale, pertenece a una clase especial a la que yo no tengo acceso, y es que él, verdaderamente es especial. Ni en sueños hubiera creído que alguien tan guapo, tan correcto e interesante como es él, me tocara en suerte. Pero así ha sido, y aquí le tengo a mi lado y tratando de quedar conmigo para esta noche.

-No soy apática, sólo que no he tenido muchas oportunidades. Es una larga historia

- Cuéntamela. Me tienes muy intrigado y tenemos tiempo. Te escucharé encantado.

- Ni hablar. Nunca hablo con desconocidos, y menos de mi vida privada.

- No soy un desconocido

-¡ Ya lo creo que lo eres! No sé ni tu nombre

- Yo tampoco el tuyo. ¿ Qué tal si empezamos de nuevo con las presentaciones? Me llamo Alaistair Shepherd y soy escocés de Edimburgo. ¿ Y tú ?

-Me llamo Alana O´Sullivan y soy de Connemara, Irlanda. Así que somos casi vecinos.

- Encantado .

Y me tendió su mano para que la estrechara, pero al hacerlo, él la cercó a sus labios y depositó en ella un tibio beso de cortesía. Resultó que era todo un caballero. Después me miró con una tenue sonrisa, que me dejó embobada. Nunca había tenido su rostro tan cerca y durante unos cortísimos segundos que duró el hecho, pude apreciar el color de sus ojos que brillaban intensamente y que me intimidaban. Quizá no fuera tan prepotente, sino que yo lo interpretaba así porque era muy distinto a mí en cualquier plano que eligiera.

- Bueno, pues ya nos conocemos. Cuando estés preparada para contarme tu historia, yo estaré aquí dispuesto a escucharte, y no juzgarte, sea lo que sea.

- ¿ Y la tuya ? yo también quiero saberla.  Eres un tipo muy peculiar

Soltó una carcajada pero su semblante había cambiado. Se le veía algo más relajado y no tan serio como hacía unos instantes.  Además era de carácter cambiante y me dí cuenta de que le observaba más de la cuenta para no interesarme, y eso no me gustaba. No debía encariñarme con nadie, porque al cabo de unos días nos separaríamos y no volveríamos a vernos y todos los sentimientos que hubiésemos forjado en ese viaje, se diluirían como por arte de magia, y no, no estaba preparada para perder lo poco que consiguiera.  Me mantendría a distancia, pero el caso era que me agradaba y parecía que yo a él también.  Nadie le obligaba a estar conmigo; cualquier otra viajera seguro que estaría encantada con una mirada de sus maravillosos ojos azules, pero él prefería los míos. ¿ Por qué ?

Cortó el hilo de mis pensamientos unos comentarios que me hacía referente a la fiesta nocturna, y aunque no me apetecía nada en absoluto, en un instante cambié de opinión:

- Si, estaré - dije

- ¿ Cómo dices?  No te sigo- respondió

- Me has preguntado si acudiré a la fiesta  y te he respondido. O acaso ¿son imaginaciones mías ?

- No en absoluto, lo que pasa es que hemos ido de una conversación a otra. Pasaré a buscarte.  Tomaremos una copa en el bar como entrante y después la cena, y el baile. Porque supongo que bailaremos.

Y de repente me imaginé bailando con él y algo se me anudó en el estómago. Tampoco sé bailar, y meteré la pata, pero aceptaré el baile.

A la hora en punto, daba unos golpecitos a la puerta de mi camarote. Ya estaba arreglada y haciendo una excepción hasta me maquillé un poquito.  Recogí mi cabello y fuí a recibirle.
Al abrir, él sonreía, pero al tenerme delante, la sonrisa se borró de sus labios poco a poco.  Yo quedé sorprendida:  "no voy bien ", pensé y rápidamente repasé mi vestido, mis cabellos para ver que era lo que no estaba bien. Alastair, me miraba muy fijo y recorría mi figura de arriba abajo, pero no decía nada, de modo que fuí yo la que comenzó a hablar:

- Lo siento ¿ no voy acorde con el evento? Es el traje mejor que tengo, así que será mejor que te vayas sin mi. Siento haberte hecho venir para nada

- ¿ De qué hablas? ¡ Estás hermosa ! Francamente no esperaba verte tan bonita. Bueno, sé que lo eres, pero no esperaba que estuvieras tan, tan... bueno tan especial. No sabes sacar partido a lo que la madre naturaleza te ha otorgado, cualquier hombre perdería la cabeza contigo.

- Estás exagerando. Soy común, lo que ocurre es que me he maquillado, y el vestido me favorece un poquito.  Eso es todo.

- Si tú lo dices será verdad- respondió al tiempo que me tomaba del brazo. 

El vestía traje oscuro y estaba sensacional. Era un hombre que llamaba la atención por donde pasaba. Medía cerca de 1´90, complexión fuerte, mandíbula cuadrada y un hoyuelo en su mentón. Cada vez que sonreía, los ojos se le iluminaban. No me daba cuenta de que cada vez que le veía le analizaba más a fondo. Era sumamente correcto  y nunca daba a demostrar que fuera conmigo por cualquier otro interés más que pasar el rato.  Supongo que en los círculos en los que se movía, le cansaría y por eso quiso contemporizar con una mujer del pueblo, corriente, con cosas corrientes.

Pasamos de largo delante de mi mesa y continuamos hasta llegar a la que normalmente es la suya. Me extrañó y me volví para mirarle en el que había un pregunta ímplicita ¿ por que ?. Él pareció leerme el pensamiento y me respondió:

- Si no ordenas otra cosa, me gustaría que compartiéramos la misma mesa en nuestras comidas. No es que tenga predilección por ella en especial, pero ésta es para dos comensales y la tuya tan sólo para uno. Sé que te lo preguntas interiormente, por eso te lo anticipo. No soy dominante ni imperativo, sino lógico, y espero que lo interpretes de esta forma.

Ante esta lógica aplastante, no tuve más remedio que darle la razón. En tan pocos días de tratamiento, me estoy dando cuenta que en demasiadas ocasiones  impone su criterio y no el mio. ¡ Y dice que no es dominante !

No me ha comentado nada del vestido, espero que sea apropiado para la ocasión; no desearía que hiciera el ridículo por mi causa. Es muy condescendiente y educado. ¿ Que me está pasando? ¡ Maldita sea ! yo no soy así. Soy huraña y nunca doy mi brazo a torcer. Creo que el no convivir con otra persona cerca, me ha transformado el carácter. Me he convertido en ermitaña sin proponérmelo. Deseo disfrutar a tope esta noche. Beberé champán y vino selecto, así me deshinibiré y me mostraré más simpática.

Me retiró la silla para que me sentara y él hizo lo mismo frente a mi. No dejaba de mirarme y a veces hasta se ponía muy serio, como si no quisiera estar conmigo en ese momento.  Yo no lo entendía.  Fue él quién me notificó que esta noche había un fiestón, y quién llevó la iniciativa de asistir, y de cenar en su mesa, entonces ¿ qué le pasa?

Estas reflexiones me desubicaban constantemente, me sentía fuera de lugar y me removía inquieta en la silla, algo en lo que él se dió cuenta:

- ¿ Estás nerviosa, o a disgusto? ¿ Quieres que nos vayamos?

-No, en absoluto. Es que me encuentro extraña y me abrumas con tus miradas. No sé en qué estás pensando y eso me inquieta

- Haces mal en inquietarte. Te miro porque estás fascinante, ya te lo he dicho: me gustas. Y te miro igual que si mirara un cuadro. No estés preocupada, estás a salvo conmigo.

Todo esto no era normal. Esas respuestas tan solemnes ¿ se deberán a que no nos conocemos, o es que él es así a diario? Me desconcierta y hace que me sienta en guardia. Me gusta conocer los pasos que voy a dar, y con su actitud es como si me empujara hacia adelante.  Tengo mis dudas de que la noche termine bien.

Pero al final. la copa de vino de la cena y el champán del brindis por una buena amistad, hicieron el milagro y me relajé, comenzando a disfrutar de la velada. Tuvimos una pareja de cómicos que nos hizo reir mucho durante la sobremesa. Una cantante con una voz extraordinaria y un pianista con dulces melodías evocando a Ennio Morricone. Y por último la orquesta para bailar.


No hay comentarios:

Publicar un comentario