sábado, 28 de diciembre de 2019

EL Primer Ministro - Capítulo 19 - El rumor

Scott llamaba casi todas las noches a su mujer.  Aceleraba el trabajo todo cuanto podía para regresar a su casa cuanto antes.  En la comunicación con ella, notaba su desánimo por la ausencia prolongada. No discutían porque tampoco hablaban mucho, y Scott fue espaciando las llamadas.  Le resultaba incómoda la situación, y las lacónicas respuestas de Claire.  Llevaba más de un mes fuera de casa y comprendía el hartazgo de ella..

— Ya queda poco— la decía


Hasta que ella dejó de protestar ya que de nada servía. Si al menos pudiera ir a verla un fin de semana, eso aplacaría su impaciencia, la de ambos, porque la echaba mucho de menos en todos los sentidos.  Lo programaría para la siguiente semana;  siquiera por unas horas estarían juntos 

 Pero tampoco se logró,  porque una comida extraordinaria evitó el encuentro entre los esposos.  Ni siquiera se atrevía a proponerla que fuese ella hasta donde él estaba;  sería como hacerles el juego, algo a lo que se había negado tajantemente en esa entrevista.

Siguió con su trabajo en el hospital y de vez en cuando acudía al partido.  Y en una de esas visitas la propusieron ir en las listas para las siguientes elecciones

— ¡ Uf ! Aún falta mucho.  Creo que estoy saturada de política.  De momento no contéis conmigo— fue su respuesta a la propuesta hecha.

Había una cafetería en uno de los locales  en donde estaba el partido laborista, a la que acudían todos ellos a tomar un café o una copa después de terminar la jornada. Aquella noche  decidieron hacer una excepción y todos los empleados del partido decidieron tomar un bocado allí acompañado de una copa de vino.  Claire rechazó la invitación, pero al fin consiguieron convencerla.

— He de irme pronto, Melody se acuesta temprano— comentó a su compañera más inmediata

— Sólo una, te lo prometo.  Después te llevaré a casa

—Esta bien.  Sólo una

Hasta donde las amigas estaban se acercó alguien que no era desconocido;  muchas veces se habían tomado una copa ya que visitaba de vez en cuando la sede del partido para saber de alguna noticia sustanciosa.  Claire era la primera vez que le veía.  Él se sentó en la mesa junto a su amiga.  Pidió una cerveza y comenzó una conversación de otros tiempos, ya que se conocían desde hacía mucho, no así Claire que nunca habían coincidido


Llegó el tema de las elecciones, tratando de sonsacar alguna noticia, que no consiguió,  ya que lo tenían prohibido, porque conocían su afinidad con el partido contrario  Entonces soltó el rumor que parece ser corría por todas las redacciones

— En el partido de los Tories, hay bastante revuelo. Parece ser que uno de los candidatos más seguros, anda algo enredado con una secretaria. Por lo visto está de viaje promocional.  Creo que está casado y  que  su matrimonio no funciona

Al escuchar esas palabras, Claire se puso lívida y su compañera la miró de inmediato, pero ninguna de las dos se pronunció al respecto.  El reportero siguió lanzando la noticia

— Creo que no pedirán el divorcio, al menos por ahora.  Por las elecciones, ya sabéis.  Le presentarán como  primer ministro y eso en política es top secret. Se comenta   que él está remiso en  volver a casa. ¿De verdad que no habéis oído nada?

— Tengo que irme.  Mi hija espera levantada hasta que llego y es muy tarde — dijo Claire nerviosa

— Espera.  Te llevo — la dijo su compañera

— No hace falta.  Vivo cerca y además puedo tomar un taxi

— ¿ Quieres que te acerque yo ? — la preguntó el reportero

— No, gracias.  En serio que no lo necesito.  Mañana hablamos — dijo refiriéndose a su compañera


 Salió deprisa.  Quería alejarse de allí cuanto antes.  Las lágrimas la ahogaban y es muy posible que todo cuanto había escuchado fuese verdad.  Hacía días que no la llamaba con la excusa del dichoso viaje.  Scott era hombre muy apasionado y llevaba tiempo sin estar juntos, así que probablemente, esa secretaria estuviese ocupando su puesto.

Cuando llegó a casa, temblaba de nervios y angustia, porque las dudas y la ansiedad la hacían temblar. Después de estar con Melody, y  de acostarla, decidió que aquella noche tendría que aclarar todo

— Maldita política. No quiero tener nada que ver con ella.  Sólo me ha traído disgustos.  Diré en el partido que renuncio a todo lo que tengan en mente.  Me dedicaré exclusivamente a mi trabajo.  Del resto no quiero saber nada

arcó el número privado de Scott.  Lo tenía apagado; consultó el reloj: eran las nueve de la noche.  Si fuera cierto el rumor que conoció hace a penas unas horas,  seguramente estaría  en alguna  cena con...  No quería saber nada, ni pronunciar su nombre siquiera. 

 Aquella noche tampoco pudo hablar con él, y en cierto modo se alegro, ya que de haberlo hecho estaría arrepentida porque es seguro que hubiera dicho  algo inconveniente..  Primero le escucharía y después obraría en consecuencia.  Pero toda la explicación que recibió al día siguiente, cuando pudo hablar con él, es que era mentira.

— Te acostumbraras a los bulos, a los rumores que siempre circulan entre los periodistas de pacotilla. De esto hablaremos con tranquilidad ¿No confías en mi?  Eres lo más importante que ha ocurrido en mi vida.  No es cierto y lo aclararemos en cuanto pueda hacer una escapada para veros.  Confía en mí, por favor.  Dime cómo se llama ese individuo y en donde trabaja. Necesito hablar con él

—Déjalo estar. No le conozco. Era la primera vez que le veía y él no sabía quién era yo

— No, no voy a dejarlo.  Se trata de nuestro matrimonio, de nuestra hija, y los bulos viajan ligeros y rápido.  Hablaré con el partido.

Se despidieron y ninguno de ellos se calmó, muy al contrario se avivaron las dudas y desconfianzas. El propósito se había conseguido.  El veneno estaba vertido.  Ahora sólo quedaba esperar el resultado.


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