domingo, 29 de diciembre de 2019

El primer Ministro - Capítulo 22 - Malestar

Algo extraño estaba ocurriendo en el organismo de Claire. Repasó mentalmente lo que había comido días atrás hasta llegar al presente día. Nada de particular. Ni excesos, ni bebidas, ni nada que lo alterase de esa forma. Se había sentido mal durante toda la noche.  Cuando se levantó al día siguiente, el malestar era grande.  Tenía un fuerte dolor de cabeza y grandes náuseas.  Ese día no pudo acudir al hospital.  Pero el malestar no pasó a lo largo del día.  No tomó alimento alguno, sólo una taza de té, que vomitó rápidamente. ¿Tendré gripe?, se preguntó. Guardó cama, ya que tampoco tenía deseos de levantarse, ni de ver ni hablar con nadie. 
 Sólo Melody la hizo olvidarse por unos momentos del enorme problema que se les había presentado de improviso.  Al tercer día, preocupada y, viendo que el malestar no cedía, aunque pensaba que eran nervios motivado por el disgusto con su marido, decidió consultar con una compañera médico, que tras un exhaustivo chequeo, la dio el resultado del porqué tantas molestias

-—Querida amiga, no tienes nada de que preocuparte.  Todo es normal:  estás embarazada


 Frente a ella estaba el sobre portando la ecografía que acababan de realizarla y lo acariciaba como si lo hiciera al pequeño ser  que se formaba en su interior, teniendo el tamaño de una pequeña almendra.

A su casa llegó pálida y algo insegura.  Portaba en su mano la revista que había publicado algo que la dolía tremendamente y que sería terrible para su matrimonio.  Noa se asustó al verla y la ayudó a sentarse en la sala.  Vacilaba y estaba muy seria.  La mujer se preguntaba si es que había tenido algún contratiempo en el quirófano.  Nunca la había visto tan descompuesta como ahora. Corrió a la cocina para darle un vaso de agua.  Poco a poco se fue recuperando, pero sin decir nada. Tenía un aspecto horrible. Pálida, ojerosa y con ganas de vomitar cada dos por tres. Ahora estaba todo claro ¿Cómo no se había percatado de ello? ¿Ahora? ¿ Con el marrón que tenían?

Al fin, cuando pudo articular palabra sin vomitar, dijo a Noa:

— He de hablar por teléfono.  Lo haré desde mi dormitorio.  Por favor que nadie me interrumpa

— Descuide, así será

La buena mujer, preocupada,  no se explicaba lo que ocurría.  Llevaba unos días algo extraña, pero lo achacaba a la ausencia de su marido, que cada vez llevaba peor, pero lo que no podía imaginar era lo que en verdad ocurría.

 Claire se sentó en la cama y temblorosa, sacó de su bolso el teléfono móvil, marcando el número de Scott. " Este teléfono está apagado o fuera de cobertura". Fue la respuesta que recibió.  Y así en repetidas ocasiones.  Entonces dio salida a la angustia que desde hacía rato la atenazaba.  Lloró, lloró desgarradoramente sin parar;  no sabía el tiempo que había transcurrido.  Lo único de lo que estaba cierta era que su matrimonio, su vida, se había ido al traste definitivamente. No quería hablar con él, y hasta se alegraba de no haber podido hacerlo; y comenzó a unir las piezas del rompecabezas que no entendía, pero que casaban perfectamente.

Tuvo que dirigirse de inmediato al cuarto de baño porque una arcada la subía hasta la garganta. Y vomitó con unas náuseas horribles que no paraban.  Tenía el estómago vacío y por ese motivo, eran aún más fuertes, hasta que al fin pararon.  Se enjuagó la boca y bebió nuevamente agua; parecía que al menos el estómago se le había sentado.  Se arregló un poco lavándose la cara para ir a ver a su hija, que estaría extrañada de que su mama, aún, no hubiera ido a verla.

Se abrazó a Melody como si fuera la última vez que la viera y la niña protestó porque la hacía daño al hacerlo tan fuerte.  Se daba pena así misma, pero también por su pobre hija, a la que ocultaría al máximo la situación que estaba viviendo. No tenía porqué enterarse hasta que hubiera hablado con él. y hubiera tomado la decisión que se colaba en su cabeza insistentemente:  ya no volvería a llamarle.  Habían sido varias veces las que lo había intentado sin obtener respuesta.

No quiso cenar, tan sólo un vaso de leche fue su alimento. Acompañó a Melody antes de dormirse y la leyó su cuento preferido como hacía cada noche.  Ante su hija se mostró contenta, como siempre, aunque tenía el corazón roto.  Una vez que la niña se hubo dormido, saludó a Noa dándole las buenas noches y se dirigió a su habitación

—Ahora le subiré una taza de té para que lo tome .  Le sentará bien— fue lo que la dijo la buena mujer, y que Claire no rechazó no porque fuera a tomarlo, sino porque no deseaba hablar.

Estuvo bajo la ducha un buen rato, hasta perder la noción del tiempo, después se acostó.  En la mesilla tenía la taza de té, pero no la tomó.  Se hizo un ovillo dentro de la cama  como para protegerse ella misma y cerró los ojos que la escocían esperando que las lágrimas salieran.  Pero las contuvo:  ya no lloraría más por quién no lo merecía.

Se iniciaba la madrugada cuando Scott subía las escaleras que conducían al piso superior en donde estaban situadas las habitaciones de su casa.  Se sentía impaciente por ver a su familia.  Fue a la habitación de la niña, acarició su carita dormida y tras depositar un beso en su frente, salió yendo hacia la suya. La primera mirada fue para su mujer que dormía en posición fetal, algo no acostumbrado en ella y le extrañó. Vio la taza de té intacta y supuso que estaba enferma.  Puso su mano suavemente sobre su frente para comprobar si tuviera fiebre.  Ella no se movió " ¿ Habrá tomado algún tranquilizante?", pensó ante la situación anómala que estaba viendo.

Sin hacer ruido, se dirigió al cuarto de baño y se duchó silenciosamente;  había tenido un día muy estresante y necesitaba relajarse. Hecho esto, se metió en la cama cuidadosamente para no despertarla y se abrazó a ella con cuidado, como cada día que dormían juntos.

Claire no estaba dormida, pero no se inmutó.  De repente  no se alegraba de la demostración de cariño de su marido; creía que sería fingida.  A la hora acostumbrada, se levantó despacio, se aseó, se vistió y salió de la habitación dispuesta a acudir al trabajo.  Desayunó con su hija y la llevó al colegio . 

 Recordó el día anterior cuando marchó hacia el hospital.  Consultaría con su compañera ginecóloga;  tenía las mismas molestias del día anterior, y una alarma se encendió en su cerebro. ¿Estará todo bien?  ¿Cuándo se ha producido?  A su memoria acudieron las imágenes de  aquella noche de su primera reconciliación en que Scott no tomó precauciones.

Insistió en que la hicieran las pruebas pertinentes. Tenía miedo por si los nervios hubieran afectado  a su interior.  El diagnóstico se confirmó: estaba embarazada de seis semanas y, de momento no había nada por lo que preocuparse.  A solas en su despacho, se abrazó a su vientre y lloró , lloró amargamente.,  Ese hijo tan retrasado por conveniencia de ellos, llegaría en el momento más inoportuno, cuando su hogar estuviera destrozado sin remedio.  Era pertinente hablar con Scott, por mucho que la costase y, por duro que se presentase el futuro para ella, pero debía hacerlo cuanto antes.

A pesar de que no tenía que trabajar por ser día de descanso, se encerró en su despacho.  Tenía que pensar en todo lo que se la venia encima y lo tendría que hacer en solitario.  No la asustaba pero el choque emocional era tremendo.  Había pasado de estar enamorada al máximo de Scott, a detestarle en cuestión de unas horas.  Tenía que decírselo y plantear la separación, pero en ese momento no podía verle no soportaba su presencia.  Frente a ella estaba el sobre portando la ecografía que acababan de realizarle y lo acariciaba como si lo hiciera a su pequeño que se formaba en su interior. Esa sombra diminuta que latía de forma regular.

Al llegar  a casa. Scott salió a su encuentro abrazándola y besándola, y aquello supuso un choque brutal para ella, que pasivamente recibió las caricias. Él se dio cuenta de que algo ocurría, pero no imaginó lo que pudiera ser

 — ¿ Qué ocurre? ¿ Te encuentras bien? 

— Tenemos que hablar. Lo intenté ayer en infinidad de ocasiones, pero fue imposible; tenías el móvil apagado.

— Tuve un día complicado y seguro que estaba en el aeropuerto.  Llegué aquí como a la una.  Estabas tan dormida que no quise despertarte.  Y bien ¿ Qué es lo que pasa ?


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