lunes, 16 de diciembre de 2019

El Primer Ministro - Capítulo 3 - Contacto

Veinte minutos después de que  Claire abandonara la sala sin obtener respuestas a sus planteamientos  el clima de la estancia se enfrió mucho, y el asistente de Scott, decidió darlo por terminado.  Los periodistas, a medida que iban saliendo, cuchicheaban entre ellos, analizando no lo que los unionistas habían explicado, sino las preguntas que la doctora había planteado.  Para  Craig fué como si le hubieran echado un jarro de agua fría;  no había tenido un debut muy gratificante, pero de estos casos tendría muchos a lo largo de su carrera política.  Sería bueno ir acostumbrándose.


Se reunieron en la sala de conferencias de su partido y allí discutirían lo ocurrido, para que en otra ocasión no les pillase desprevenidos.  Sencillamente no esperaban  que un miembro del partido rival les hiciera quedar sin palabras en un mitin que ellos habían organizado pensando en que convencerían a toda la prensa nacional e internacional.  Pero la petición de Claire les había dejado,  dicho de un modo coloquial ,  con el "culo " al aire.  Todo eran reproches entre uno y otro ¿ cómo el director de campaña no había previsto eso ?  Alguien quería  quedar  impoluto, y lo cierto era que nadie tenía la culpa de lo ocurrido, porque ni siquiera esa mujer llevaba acreditación .  ¿ Pero cómo se ha colado ?

- Señores, basta ya de discusiones y tomemos nota de lo sucedido para que otra vez no vuelva a ocurrir.  Por otra parte las preguntas de la doctora tenían su lógica y hemos de reconocerlo.  Todo lo que dijo, tenía razón. Creo que hemos empezado la casa por el tejado, y los votantes no son tontos.  No todos se creen las "bolas" que les metemos, así que corramos un tupido velo.  Yo asumo mi parte de culpa;  creo que no sirvo para ésto. - dijo rotundo Scott Craig
- ¿ Qué insinúas, quieres irte ?
- No me iré del partido, pero sí del puesto que me habéis dado.  No creo estar preparado para ello- respondió
- Ni hablar.  Has estado magnífico;  tenías a todos en el bolsillo y  creo que convencidos, hasta que salió esa muchacha. No. Estuviste genial, así que desecha la idea de la renuncia.  Al contrario hemos de incrementar nuestra presencia  con mejores planteamientos.  Y a propósito quién es esa mujer - dijo el director de campaña

- Me ocuparé personalmente de averiguarlo. He sentido curiosidad por ella, por su firmeza  y seguridad en lo que decía.  Eso es lo que necesitamos.  haré algunas averiguaciones y cuando lo tenga todo completo os lo haré llegar.  Y ahora si no os hago falta, comenzaré con mis pesquisas.

Y Scott salió de la sala muy resuelto para conocer vida y milagros de la tal doctora de la que sólo sabía su nombre.  llamó a su secretaría y le encargó todo lo referente a ella: dónde vivía, trabajaba, los amigos que tenía, en el partido que militaba.... Todo, hasta las moscas que vuelan por la calle.  La secretaria tomó nota y a pesar de que era un rompecabezas del que no sabía por dónde empezar, se puso de inmediato manos a la obra.

Unos días después  le entregó un dosier completo de Claire O'Callagham y se dedicó a analizarlo concienzudamente, con todo detalle. Contenía fotografías y en ellas se detuvo. Y la recordó con claridad la resolución que mostraba en su rostro al enfrentarse a él.  Debía conocerla en persona y para ello, lo primero averiguar si estaba trabajando en ese momento o estaba libre.  Y resuelto descolgó el teléfono y marcó el número del hospital en que la doctora ejercía la medicina.

- Por favor ¿ podría hablar con la doctora O'Callagham
- Lo siento señor ¿ quién la llama ?
- Se trata de un viejo compañero de universidad.  Estoy de paso y deseaba saludarla
- Está de días libres y hasta mañana por la noche no volverá al hospital, lo siento
- Dígame si es tan amable : su dirección es.... - Y detalló tanto su casa como su teléfono teniendo la aprobación de la telefonista que le había atendido.

Y  de nuevo volvió a conectar con su teléfono, y ella atendió la llamada.  Reconoció de inmediato el sonido de su voz, y al hacerlo sonrió.  Al fin tenía contacto directo con ella;  ahora tocaba desplegar todas las artes de convencimiento para tener una cita y hablar de temas políticos, antagónicos, pero creía de interés para ambos.  Y amablemente entabló su conversación, esperando que ella, al conocer de que se trataba,  cortase la comunicación, pero quedó sorprendido al comprobar que sólo hacía un paréntesis para responder.  Estaba claro que no esperaba la llamada y eso sería un tanto para él, para que aceptase su invitación a una reunión, y yendo un poco más allá, quizá para una cena.
Cuando Scott desplegaba sus artes de seducción era muy difícil decirle que no a lo que propusiera, al ser extremadamente simpático y educado; con esa táctica siempre llevaba las de ganar, y esperaba que en esta ocasión no fuera diferente

- Perdón por mi intromisión en su vida privada en su tiempo libre, pero el tema que me lleva hasta usted es sumamente importante para mí y mi partido.  Nos conocimos hace unos días en el mítin que mi partido dio.  Soy Scott Craig y creo que comenzamos con mal pié.
- Le recuerdo señor Craig, pero no sé a qué viene esta llamada.  Quedó claro que no tenemos nada en común.  pertenecemos a distintos partidos con distintas formas de actuar.  Así que no....
-¿ Me encantaría discutir con usted los puntos que tenemos en común, porque aunque no lo crea, los hay. ¿ Querría cenar conmigo esta noche y así los discutimos ?  Usted desea el bien de los ciudadanos, y yo también, pues hagámoslo.  Ambos sabemos en que consisten las campañas para unas elecciones:  bastantes faroles , pero la realidad es la que manda y no siempre puede realizarse lo que se promete, al menos rápidamente.  Dígame ¿ acepta ?
- Sigo sin entender lo que quiere, pero, es cierto, todos deseamos lo mejor, al menos en mi partido es así. Acepto. Dígame dónde y la hora, y allí estaré.  Pero que conste, es una cena de trabajo, simplemente eso

- Desde luego, no se preocupe.  Iré a buscarla a las siete  ¿ le parece?
- Me parece.Anote mi dirección
- No es necesario, la tengo
-¿ Cómo que la tiene?  Acabamos de conocernos
- Claire ¿ puedo llamarla así ? Lo sé todo de usted;  es parte de mi trabajo. A las siete iré a recogerla.
Que tenga buena tarde.
Y colgaron.  Ninguno de los dos sabía muy bien el asunto de qué había ocurrido esa llamada;  era una excusa pueril la que le había dado, y lo que menos importaba era la campaña electoral, ya que cuando llegase el momento, serían los directores quienes marcasen el rumbo de la misma a tenor de cómo marchasen los sondeos y las encuestas realizadas a pié de calle.  Y ambos, como si se hubieran puesto de acuerdo, aún sin verse, sonrieron al mismo tiempo. Uno creyéndose vencedor de lo que se propuso en un principio.  Y otra complacida por el compañero de mesa que iba a tener, ya que se trataba de un hombre muy atractivo que la impresionó cuando le vio por primera vez en ese mitin.   Pero eso no significaba nada, simplemente le resultaba agradable.


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