lunes, 30 de diciembre de 2019

El Primer Ministro - Capítulo 24 - Vivir sin ella

A pesar de todos los argumentos esgrimidos por Scott, ella no cambió de opinión.  Buscó un apartamento cerca de su antigua casa, para que él tuviera facilidad para ver a su hija si así lo deseaba.  Durante los primeros días de su separación apenas si intercambiaron palabras,  nada  más que las necesarias en beneficio de su hija.  Eran totalmente dos extraños.
Lo único en que ella estuvo de acuerdo fue en demorar la petición de divorcio hasta que hubiera pasado el escrutinio y, no dar la noticia a los medios.  Si algún avispado reportero lo descubriera, dirían que no era oportuno hasta que no pasaran las elecciones , dado que ella era del partido contrincante y no sería ético que ambos viviesen juntos.  No les importó que no se entendiera a la perfección;  no tenían que dar más explicaciones.

En el partido Unionista, su secretario general, estaba encantado de la vida: todo  había salido a pedir de boca, y además se había quitado de en medio a una contrincante,  y fulminarían al partido laborista al haber perdido a un elemento valioso como era la mujer del futuro primer ministro.  Nadie sabía,  de donde habían salido las noticias publicadas referente al matrimonio de Scott.  Se sirvió de los mismos medios para taparlo al  igual que ocurrió para divulgar el bulo.  No era un proceder ortodoxo, pero a veces,  en la política hay que jugar sucio si desea ganar al contrincante.  Después, ya se vería.  Tenía habilidad suficiente para hacer de lo blanco negro

Y llegó el día de las elecciones. Tal  como preveían las encuestas, el partido Tory Unionista,  fue el ganador y su cabeza de lista  Scott Craig, sería nombrado su Primer Ministro por mayoría aplastante.  Claire escuchaba las noticias con desánimo y preocupación por su situación familiar por la que tendría Scott que dar explicaciones.  Se alegraba por él;  había alcanzado su sueño de siempre, pero también una amarga victoria, al haber sido derrotado su propio partido, que sería segundo.

El flamante votado como primer ministros, deseaba escabullirse, siquiera por un rato.  Necesitaba, aunque fuese tarde, ver a su mujer.  Que ella también participase de su triunfo, aunque no estuviera de acuerdo con él, pero también el éxito era suyo, por los sacrificios que había hecho para que él destacase.

En la sede Tory, todo era alegría, alboroto y palmadas en la espalda de Scott.  Hubiera dado algo por ver entre los que le felicitaban a su mujer pero en el fondo sabía que no iría a darle la enhorabuena.  Sus creencias habían sido derrotadas y no era cuestión de personarse en el partido que los había hecho perder.

  Para Escocia, se abría un panorama inquietante ya que una cantidad importante de votantes, pedían el referéndum  para  distanciarse de Inglaterra y seguir en la Unión.  Por eso no entendían muy bien el resultado obtenido.

— Los indecisos— comentaban algunos — Han sido ellos. Mas vale lo malo conocido...—   Y no quisieron arriesgarse.  Votaron a los que ya estaban desde hacía mucho

Pero lo cierto es que nadie se explicaba ese resultado.  Deberían olvidarse del referéndum de la separación de Inglaterra y por tanto, abrazar  el Brexit. Pero en eso consistía la democracia, aceptar el resultado de las urnas del pueblo soberano.

Durante su discurso agradeciendo la participación y la ayuda de los militantes, frente al atril, recordó aquella ocasión en que se conocieron.  Sin darse cuenta, la buscó entre los asistentes que eufóricos le vitoreaban en cada paréntesis del discurso  y, a pesar de haber ganado, a pesar de estar contento, una parte de él, la echaba de menos.  La hubiera querido tener a su lado, disfrutando juntos el triunfo tan ansiado por él y que resultó ser de sabor agridulce, más bien amargo,  porque en el camino había dejado lo que más amaba. 

 Mientras hablaba, ya  como Primer Ministro, Scott recorría el salón buscando a alguien que no se encontraba allí, pero que sí estaría viendo  la televisión y le miraría fijamente, enviándole la enhorabuena mentalmente. Se alegraba por él, y lo lamentaba por el país..

Le aguardaba  una temporada de intenso trabajo, de presentaciones, de recibir y realizar visitas de protocolo y además viajar hasta Londres para presentar sus respetos a la reina y al primer ministro inglés. Se habían quitado una pesadilla de encima:  el Brexit. Al haber triunfado los Tories, el referéndum dormiría el sueño de los justos,  y Escocia seguiría unida a la Metrópoli, al menos de momento.  Tenían por delante algunos  años de tranquilidad, que necesitaban para  dedicarlo a las acuciantes necesidades de los ciudadanos. ¿Tendrían un respiro fuera de la Unión Europea ?  En eso se había basado la propaganda.  harían algún atisbo  de lo prometido  que les había  encumbrado,   para ir relajándose,  hasta que se olvidaran de todo lo que habían prometido. 
 Alistair estaba exultante de satisfacción;  ni él mismo esperaba tan gran triunfo.  Al menos en esa noche no quería saber nada de las argucias de las que se habían servido, y ni mucho menos que Scott se enterase de ellas.  De momento estaba a cubierto, y disfrutó de la fiesta a tope.

Scott, tras atender a todos los allí presentes celebrando el triunfo, pudo escabullirse sin que nadie lo advirtiese. Bajó a recoger su coche y puso rumbo al domicilio de Claire que no distaba mucho de la sede Tory.  Necesitaba verla y abrazarla, aunque ella estuviera fría, al igual que siempre, pero al menos por un instante la tendría entre sus brazos.  Se conformaba con cinco minutos y de paso desear las buenas noches a su hija, aunque seguramente ya estaría dormida.  Cuando pasasen estos primeros días de compromisos, haría valer nuevamente su régimen de visitas con la niña, pero  por ahora, sus tareas de gobierno se lo impedirían.

Llegó frente a la casa y tomó aliento.  Estaba levantada, ya que aún había luz en su salón. Subió y llamó a la puerta.  Sintió el descorrer de la mirilla y el retraso en abrir.  Suponía que dudaba en abrirle, pero al fin lo hizo quedando los dos mirándose sin decir nada.  Hubiera deseado otra cosa diferente, pero las circunstancias les había llevado por ese camino. Avanzó hacia ella, y la abrazó con todas sus fuerzas;  ella no dijo nada, pero de la boca de Scott, salió una frase corta, pero que decía todo lo que sentía

- Gracias mi amor.  Este triunfo también es tuyo

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