domingo, 29 de diciembre de 2019

El Primer Ministro - Capítulo 21 - Malas artes

Una vez más debían despedirse y, el adiós, fue conmovedor.  No sabían cuándo volverían a reunirse, pero Scott tenía una idea:  hablaría con su jefe y tratar de dar por terminada la gira  que estaba realizando porque  en realidad no encontraba sentido para ello, pero, al igual que  Claire, las dudas comenzaban a tomar forma ¿sería que deseaban  distanciarles?   Pensó que era ir demasiado lejos, que no serían capaces, y desechó definitivamente eso de su cabeza.  Tomó  el avión que en dos horas le llevaría a Viena, lejos de ellas. En definitiva habían estado sólo un día juntos, de los dos que tenía en mente. Ni siquiera habían tenido tiempo de hablar, de averiguar el motivo de todo aquello que les hacía discutir. Tampoco habían comentado los proyectos que ella tenía.  Muchas cosas pendientes, muchas preguntas, dudas y ninguna respuesta.

Se puso en contacto con la sede del partido al día siguiente de su llegada a Austria.  Habló con Alistair para ver la forma de regresar a casa en cuanto cumpliera con los compromisos pendientes.  El jefe lo rechazaba rotundamente, y esa discrepancia les costó una fuerte discusión, al no encontrar Scott, motivo alguno de permanecer  fuera de Edimburgo


— Quiero a mi familia junto a mí.  A penas he podido verlas y mi hija me extraña.  Además, no le veo sentido de estar rodando de país en país sin más.  Arréglalo, pero quiero regresar a casa cuanto antes.  No soporto la idea de estar lejos de mi familia.  Si no lo solucionas, volveré por mi cuenta dejando todo colgado, así que tú verás lo que haces

Cuando cortaron la comunicación, Alistair se quedó pensativo. Todo lo que habían planeado se vendría abajo si Scott volvía. ¿ Debían terminar el  plan trazado ?  Hablaría con Spencer, pero éste le indico que  se pondría  en marcha la segunda fase .  Volvió a llamar al periodista y quedaron en que le enviaría  un sobre con dos fotografías de las que tendría que hacer un montaje perfecto, simulando una pareja bastante cerca uno del otro, en actitud cariñosa.

— Habrá un extra si queda perfecto.  Llama al mismo número de la otra vez cuando lo tengas listo y lo envías por mensajero.  Corre bastante prisa

— No sé quién eres, pero no querría estar en el pellejo de este hombre o de esa mujer ¿Eres su marido y la quieres pillar infraganti?

— Limítate a lo que te he pedido. Te pago bien, así que no hagas preguntas



Cuando terminaron, Spencer  guardó el teléfono en la caja fuerte;  para mayor seguridad se lo llevaría a su casa, o lo destruiría cuando terminara la operación.

Habían estado solamente unas horas juntos, pero en ese tiempo, se dio cuenta de lo que le echaba de menos. Había tomado una decisión :  no quería intervenir en política, no lo deseaba ni tampoco lo necesitaba.  Les daría una colaboración esporádica cuando fuera necesario, pero se dedicaría por entero a su profesión que era lo que verdaderamente la satisfacía. No entendía la situación por la que estaban pasando, sólo que nunca estaban juntos, y que apenas podían hablar, siquiera por teléfono. La niña crecía sin su padre al lado y ella sin marido, que había días en que le necesitaba mucho. Él la calmaba.Siempre encontraba las palabras como para aplacar los nevios de alguno de los días especialmente conflictivos junto a un enfermo. Aunque a menudo hablaban por teléfono no era lo mismo que tenerle en casa, que la abrazase y que con sus silencios la calmase. Él sabía por lo que a veces pasaba y con una simpole sonrisa, hacía que se relajase.
Era una situación injusta por la que estaban pasando: una familia partida en dos y con miles de dudas no expresadas.

Y pasaron los días y la situación en nada había cambiado.  Claire, malhumorada permanentemente.  No era la situación idónea en un matrimonio que se amaba, como era su caso.  No lo comprendía, excepto si alguien deseara hacerles infelices.  Esa desazón repercutía también en su trabajo y a eso no estaba dispuesta.  Una tarde acudió al partido .  Deseaba dejar toda actividad política y centrarse en su profesión. Y decidió hablar con el secretario general del Scottish Labour  Party, que la recibió de inmediato



- Querida Claire ¿ cómo estás ?
- Pues lo cierto que no muy bien

Y poco a poco detalló todo cuanto acontecía.  Su jefe la escuchó atentamente, aunque preocupado.  Se estaba despidiendo de alguien muy valioso para ellos con quién contaba para las próximas elecciones que se acercaban, y perderían una gran baza con ella.  Pero comprendía que su profesión y  su familia estaban por encima de todo.
También le contó de los avatares con el partido contrincante y de la sospecha que tenía. Su interlocutor, acarició su barbilla parsimonioso, pero denotando preocupación,  aunque no dijo nada, para no alterarla más.

- Pero podrán contar conmigo para ayudarles aquí, en la sede.  Para atender el teléfono, por ejemplo, o pedir el voto por las casas, como he venido haciendo hasta ahora, pero no deseo ir en ninguna lista.  Ahora no, es un momento clave en mi matrimonio
-No te preocupes, así lo haremos.

Al menos ya había solucionado algo que la tenía nerviosa, aunque lo suyo con Scott, no estuviera claro aún.  Y después de la entrevista, se dirigió a su trabajo:  seguiría siendo cirujana.


Ya tenía en sus manos la fotografía solicitada, y era perfecta.  No se notaba en absoluto que era un truco.  Tampoco se veía claramente el rostro de la mujer, que se mostraba de espaldas, y en primer término la cara de Scott, cerca de ella, como para besarla.  Era perfecta y de nuevo se puso en contacto con su compinche

- He de felicitarte,. es fantástica.  Ahora lo que necesito es que la hagas correr.  Ya sabes como  Lo necesito cuanto antes. Recibirás el sobre por el mismo sistema de siempre.  Y después no quiero saber nada de ti ¿ entendido ?

Y así lo hizo, y pocos días más tarde, las revistas sensacionalistas  llevaban en primera página la foto de Scott con una mujer desconocida que no era la suya.  Claire supo la noticia, al pasar por un quiosco de regreso a su casa;  la compró y no daba crédito a lo que veía:  Scott en actitud cariñosa con otra mujer.  Buscaba incesantemente alguna referencia de donde había sido sacada la foto, pero por ningún lado aparecía la reseña.  Tenía que hablar con él sin falta. Supo de lo extraño de todo y de lo peligroso que era  teniendo tan cercanas las elecciones en las que iría como cabeza de lista.  De nada servirían los sacrificios, no sólo de él, de ella también.  No tenía la menor duda:  era una argucia política, pero ¿ de quién ?

Se sintió mal de repente, a punto de desmayarse.  Los oídos la pitaban y la vista se le nublaba.  Tuvo que recostarse en la pared de un edificio. Tragó saliva y espero a ver si se le pasaba.  Iría a su casa; cogería un taxi para llegar cuanto antes.

A pesar de que no tenía que trabajar por ser día de descanso, se encerró en su despacho.  Tenía que pensar en todo lo que se la venia encima y lo tendría que hacer en solitario.  No la asustaba pero el choque emocional era tremendo.  Había pasado de estar enamorada al máximo de Scott, a detestarle en cuestión de unas horas.  Tenía que decírselo y plantear la separación, pero en ese momento no podía verle no soportaba su presencia. 

No hay comentarios:

Publicar un comentario