martes, 31 de diciembre de 2019

El Primer Ministro - Capítulo 26 - Dar a luz

Sólo habían transcurrido dos días desde que Scott se hubiera  instalado en el apartamento de Claire, cuando una noche la llamada de ella le hizo levantar la vista de los documentos que estaba revisando.

Ante las protestas de su segundo en el gobierno, Scott vivía prácticamente en casa de su mujer, pero no la dejaría sola en esto, aunque se opusiera el mundo entero.  La política había comenzado a decepcionarle y las ideas las tenía muy claras:  lo primero su familia y los casos sumamente urgentes de su gobierno, el resto tenía asesores que podían solucionarlo.


Acudió deprisa hasta el dormitorio en el que Claire se encontraba inquieta. Alarmado fue hasta la cabecera para averiguar lo que ocurría

— Scott, he roto aguas

Ya estaba ahí.  Ya comenzaba el verdadero nerviosismo que él trataba de apaciguar. Le habían  hecho una revisión hacía pocos días y la noticia que les dieron les dejó preocupados:  el bebe se había cambiado de posición y venía de nalgas.  Cuando el médico se lo notificó, un escalofrío recorrió la espalda de Scott, que ante la alarmada  Claire, el médico restaba importancia

— Tú eres médico, y por tanto sabes que estos casos se dan y se solucionan. Sólo son un poco molestos para la madre, pero no tengas miedo por el bebe. Y en último caso que no consiguiéramos darle la vuelta, nos queda una cesárea.  A tu hijo no le va a pasar nada.

 Buscaba con la mirada angustiada, incesantemente,  la mano y el rostro de Scott.  El era su apoyo y necesitaba sentir su calor para tener fuerzas ante el mal rato que la aguardaba.  Y ahí estaba él, firme, seguro, infundiéndole ánimos, aunque ella sabía que la preocupación le invadía.  En el quirófano había ajetreo preparándolo todo.  Los intentos de girar al bebe, resultaron baldíos y optaron por la solución  más rápida.  No podían esperar más; la madre estaba exhausta y ya a penas empujaba.  Le aplicaron la anestesia y procedieron a operar rápidamente.  Scott estaba pálido y no quería ni pensar en que algo fallase.  Ella le miraba  sin a penas fuerzas a punto del desmayo, pero él no dejaba de hablarle y hacer  que no se rindiera.

Fue todo rápido.  En cuanto la anestesia hizo su efecto, el bebe estaba fuera sano y salvo.  Unas manos se ocupan del niño, y otras atendían a la madre a punto del desmayo.  Scott tenía unas ganas horribles de gritar, de llorar, hasta de blasfemar al ver que ella languidecía sin fuerzas y pensó en lo peor.  Pero las manos hábiles y seguras de los médicos y sus asistentes, hicieron que se recobrase y huyese de allí la mínima sensación de pérdida.  Se recobraba; todo parecía haber pasado. El bebe era examinado por el pediatra y a Claire estaban terminando de arreglarla.

— La dejaremos descansar en reanimación.  Después  la llevaremos a planta y allí estaréis juntos de nuevo.  Enhorabuena padre, tienes un hijo precioso.  Tú mujer ha sido muy valiente.  Quiérela, se lo merece.

Llamó a su casa para anunciar a Noa que todo había pasado ya;  charló con su hija durante un momento y la niña chillaba de alegría.  Había nacido su hermanito.

Mientras aguardaba en el pasillo a que su mujer la trasladasen  a planta, Scott daba vueltas a una idea que creía sería de obligado cumplimiento, aunque no respondía por él si la respuesta que esperaba no era la correcta.  No después de haber presenciado en el quirófano el nacimiento de su hijo.  Al fin se decidió, y extrayendo de su bolsillo el teléfono, conecto con el número de sus padres.

La llamada fue atendida por la sirviente, que de inmediato pasó a su padre la comunicación

— ¡ Hola Scott ! ¿ Qué ocurre?  Normalmente no llamas a estas horas

—Verás papá, es para anunciaros  que mi hijo acaba de nacer— Tras un silencio, volvió a decir— Creía que debíais saberlo. ¿Harás el favor de decírselo a mama?

—¿ Ha ido todo bien ? ¿ El niño está bien ?

— Si. Mi esposa también está bien aunque...  Bueno ya ha pasado todo.  ¿ Está la abuela con vosotros?  Si es así, pásamela, por favor.

 Y al cabo de unos instantes la voz ansiosa de Theresa le preguntaba

— ¿ Qué tal todo ?

—Abuela... ha sido terrible

—  ¿Qué pasa? ¿  Por qué dices eso ?

— Creí que les perdía.  El niño  venía de nalgas y Claire, estaba agotada. Nunca lo he pasado tan mal. No sabía lo que hacer para infundirle valor.

— ¿ Pero están bien los dos?

-—Ahora si. Les trasladarán a planta dentro de una hora . ¡ Oh abuela !

 Y Scott no pudiendo contener más la emoción, lloró recordando la angustia vivida. Theresa también emocionada al escucharle no sabía qué palabras emplear para calmarle

— Dentro de un momento estoy allí con vosotros

—¿ Vas a venir ?

—Por supuesto que voy a ir.  Sois mi familia y ahora necesitáis tener cerca a vuestra familia, aunque sea yo sola la que vaya.  Pero antes, tus padres tendrán que escucharme.  Cálmate hijo; ya todo ha pasado.

Theresa colgó y resuelta se dirigió hacia la sala en que estaban los padres, quizá comentando algo, porque se escuchaban murmullos, pero no se entendía nada.  Abrió la puerta bruscamente y con cara de pocos amigos dijo a sus hijos:

—Voy al hospital.  Están solos y necesitan a alguien  a su lado. En verdad, que no os entiendo.  Se trata de vuestro hijo que acaba de ser padre y ha estado a punto de perder a la madre y al hijo, y vosotros aquí tan tranquilos charlando animadamente.  Francamente me sorprendéis ¿ Qué os ha hecho esa muchacha para que la despreciéis de ese modo? ¿ Qué no piensa como tú ?  ¿ Es que todos hemos de hacerlo ? Me parece muy poco humano lo que estás haciendo con ellos.  Os estáis perdiendo lo mejor de vuestra nieta, a la que no veis  casi nunca, si el padre no la  trae. ¿ Ella también tiene la culpa ?

—Y tú, Felicity, eres madre ¿ No te da pena tú hijo?  Está destrozado y ni siquiera te has puesto al teléfono.  Estoy perdiendo el tiempo con vosotros.  Me voy; no sé cuando vendré.

—Espera madre, me voy contigo — dijo resuelta Felicity

El señor Craig, se las quedó mirando perplejo.  Por primera vez desde que se casaron, su mujer le había plantado cara. Theresa tenía razón;  su fibra de madre lloraba en silencio el que su hijo estuviera alejado de ellos y que su nieta a penas les conociera, todo ello por la tozudez del marido que no había evolucionado con el paso del tiempo.  A ella le había anulado su personalidad, pero era hora de rectificar.  Ahora su papel sería el de madre y abuela y permanecería al lado de su hijo y su nuera si ellos así lo decidieran.

— Vamos madre.  Estoy deseando  darles un abrazo

Y salieron las dos mujeres rumbo al hospital.

La perplejidad del señor Craig hizo que reflexionara  sobre lo que Theresa había dicho.  Pensó que ya era hora de reencontrarse con ellos y dejar a un lado lo que les pudo distanciar.  Había pasado mucho tiempo de ello, y no creía mereciera la pena verse solos, lejos del único hijo que tenían y de no recibir el cariño de sus nietos.  Y alcanzando a las dos mujeres, las dijo:

— Aguardadme, voy con vosotras.

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