miércoles, 18 de diciembre de 2019

El Primer Ministro - Capítulo 5 - Hasta la vista

Esperó hasta que ella se introdujo en su domicilio.  Le había causado una gratísima impresión.  En todo momento se había comportado correctamente , dejando a un lado la agresividad que mostró colándose en el mitin. 
 Mientras se dirigía a su domicilio iba dando vueltas a su cabeza en lo por ella expresado referente a la amistad entre ellos dos; tenía razón, era absurdo pero no lo consentirían. Por otra parte, no dejaría esa amistad en lo que él pudiera.  No permitiría que el partido gobernase su vida privada.  Tendría las amistades que él quisiera y no las que le fueran impuestas por motivos políticos. Jamás aceptaría esa imposición.  Nunca lo había pensado bajo ese punto de vista, pero el comentario de Claire le había hecho reflexionar, y pudiera darse el caso, pero lo dejaría muy claro si así ocurriese.

Habían pasado los días, más de los que ellos hubieran previsto, pero estaban en época electoral y eso, les copaba todas las horas libres de que pudieran disponer.  Scott, se entregó a ello en cuerpo y alma.  No es que ambicionara un escaño, es que verdaderamente era su pasión;  le entusiasmaba llamar a una puerta y que alguien le recibiera en su casa con amabilidad.  No importaba el tiempo que le llevara explicar en que consistía el programa electoral de su partido.  La mayoría de las veces salía con un si a su voto bajo el brazo, pero otras sin embargo estaba en casa de un oponente y, aunque le escuchaban por cortesía, se marchaba con  un no y la correspondiente explicación para  no votar  a su candidatura.

Poco o nada recordaba aquella velada con Claire.  Estaba totalmente volcado en esas elecciones, aunque él iba en cuarto lugar del proponente, lo que significaba que ningún voto iría para él directamente.  Era su comienzo, las primeras, con él activo en ellas. Le serviría como "rodaje" y, quién sabe si en las próximas encabezaría una papeleta.  Su familia  desplegaría todas las influencias, pero él lo rechazó de plano.  Quería que la gente le votase por él mismo y no por el nombre familiar.  Tendrían que familiarizarse con su rostro, conocerle por las intervenciones que hiciera, en una palabra darse a conocer poco a poco para en un futuro, poder encabezar una lista, y que los votantes supieran quién era él y lo que haría después, si fuese elegido.

Claire por su parte, pegaba carteles, atendía el teléfono y hacia lo que podía en los ratos en que su trabajo se lo permitía.  Sumidos ambos en la vorágine electoralista, llegaron a la recta final y deseando que aquello terminase para poder retomar su día a día.   Y al fin llegó el gran día.  Ella fue apoderada en una mesa electoral y él estuvo siguiendo las votaciones por la televisión en la sede de su partido.
 Ni siquiera habían tenido tiempo para recordar aquella noche. Era como si no hubiera ocurrido.  Por un instante, durante una retransmisión,  Scott pareció verla en una mesa electoral, pero el visionado fue tan rápido que no le dio tiempo a fijarse bien y, si en realidad se trataba de ella.  Entonces sí llego a su memoria, aquella cena ¿ ¿Cuánto había pasado un mes?   ¿Menos,  ó más?   Ni siquiera lo sabía. ¡Cómo le gustaría seguir el momento en que notificasen al ganador, y tenerla a su lado!  Seguro que se enfadaría mucho, y eso le hizo sonreír.  Daba por seguro que sería su partido, ya que todas las encuestas lo daban por hecho.

En dos o tres días a lo sumo, todo volvería a la normalidad, y al fin respirarían tranquilos lejos de las tensiones que este compás de espera en ellos creaba.

— ¿ Cómo lo vivirá ella?—pensaba.  Pero era todo tan rápido, que ni siquiera se paraba a averiguarlo

— Cuando  esto termine, la llamaré e intentaré que volvamos a salir alguna noche de nuevo, y entonces, comentaremos serenamente todo lo acontecido

Y como estaba previsto ganaron los Tories.  Todo era regocijo en la sede de ese partido, y decepción en el Laborista.  Los sondeos lo habían avisado, por eso a los líderes no les pilló de sorpresa, pero en las bases la desilusión era grande.  Algo tendrían que hacer. Hablar con ellos. No rendirse.  En algún momento volverían a gobernar.  Pero la ocasión se les había escapado de entre las manos y la oportunidad de ser nuevamente independientes también.  Tendrían que acatar el Brexit y seguir anexos a Inglaterra. Fue Claire la que salió a la palestra para dirigir la palabra a los afiliados que se habían congregado en la sede para festejar si hubieran ganado.  Pero no había sido así y, a pesar de estar desmoralizada, hablo para todos ellos.

— Compañeros.  Sé que es un día duro para nosotros pero como hacemos siempre cuando perdemos, hemos de continuar con energías renovadas y remontar el vuelo nuevamente, porque aquí no se termina la vida, sino que continua.  Nos han escuchado y tened por seguro que no ha sido en vano.  Que nuestro programa era  el más social de cuantos se han presentado, y eso se verá en poco tiempo, y entonces, las miradas de los ciudadanos se tornarán a nosotros, y será nuestra oportunidad.  Pero mientras tanto no debemos perder ni las fuerzas ni las ilusiones de que ese día llegará. Mañana volverá a salir el sol y será el primer día del fin y de nuestro principio.  Hemos de trabajar duro, muy duro de ahora en adelante, cada uno de nosotros con las medidas a nuestro alcance.  Así que alzad los hombros.  Todo no está perdido; somos el primer partido de la oposición, y creedme van a tenerlo muy difícil, porque siempre estaremos vigilantes de que las cosas se hagan debidamente. Vamos compañeros, regresemos a nuestras casas, descansemos y, mañana temprano comenzamos de cero nuevamente con energías más renovadas.

Las palabras de Claire les hicieron reaccionar un poco.  Había hecho el milagro:  infundirles ánimo para seguir adelante.  Su misión de ahora en adelante era controlar al gobierno.
Al terminar su discurso, y en un aparte, recibió la felicitación del cabeza de lista.

—Te quiero en mi equipo. Has sido la primera en reaccionar.  Todos quedamos noqueados, pero tú ¿De dónde sacas la fuerza?

—Es por mi profesión. Hay veces que he de dar confianza cuando todo está perdido, infundir ánimo a quienes lo tienen difícil, y esta noche ha sido una de esas ocasiones.  Permítame rechazar su propuesta.  Adoro mi profesión; sólo estoy aquí ocasionalmente, pero la política no es para mi. Me gusta la libertad, y sé que no la tendría si me incluyera en su equipo. Gracias, señor, pero prefiero seguir como estoy.  Si me necesitan para algo, pueden contar conmigo, pero seguiré siendo médico de urgencias.  Y ahora, el día ha sido largo e intenso.  Quiero irme a casa y dormir;  mañana   tengo guardia y he de descansar.

— Gracias Claire por todo cuanto nos ha ayudado.  Será a la próxima.  No te perderé de vista. Y ahora descansa y mañana ve a salvar vidas.

Se despidió de sus compañeros y caminando lentamente se dirigió a su domicilio.  Mientras andaba no pudo contener unas lágrimas de decepción y pena.  A pesar de que  se había hecho la fuerte, distaba mucho de estarlo.  E imaginó la fiesta y algarabía que tendrían en la sede Tory  y, a Scott festejándolo entre ellos;  había sacado su escaño a pesar de no desearlo, pero seguro que estaría feliz por ello.  En cuanto llegara a casa, le llamaría para felicitarle;  había sido muy amable con ella y sería un buen gesto  saludarle en esta ocasión tan especial para él.  Así  lo hizo a pesar de que estaba el buzón de voz, que ya contaba con eso.  De todas formas le dejó constancia de su felicitación

—Me alegro por tí, Scott, porque sé cuanto lo deseabas, pero no por tu partido.  Disfruta, este es tu día. Claire

 Al llegar a casa comenzando la madrugada, Scott llegaba cansado, no era  por el trabajo, sino por la tensión acumulada a lo largo del día.  Sólo deseaba meterse en la cama y dormir, porque al día siguiente debían comprobar los votos y de nuevo planificar lo que harían en los días sucesivos.  No vio el piloto del teléfono que parpadeaba en rojo, señal de que tenía mensajes.   Fue directo a su habitación , se metió en la cama después de poner el despertador a las siete, y al cabo de un rato se quedó dormido.

—Mañana los veré.  Ahora estoy que no puedo— dijo al teléfono como si alguien pudiera escucharle.


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