domingo, 11 de febrero de 2018

Cuando los árboles se visten de amarillo - Capítulo 21 - Viaje al pasado

Se despertó pronto, pero no tenía ganas de levantarse.  Le sobraba tiempo que no sabía en qué invertir.  No le apetecía hacer turismo por la ciudad.  Tampoco sentía hambre a pesar de no haber cenado el día anterior. Le pesaba su soledad.  Se sentía vulnerable y sin fuerzas para nada. Ni ella misma se reconocía; desde joven había tenido que luchar contra viento y marea, pero ahora era distinto.  Estaba fuera de lugar, en un sitio que no conocía y totalmente sola, sin ánimos, sólo con sus recuerdos.  Nuevamente el llanto anegó sus ojos. ¿ Era un castigo ?  ¿ Por qué su vida era tan desoladoramente triste?

Poco a poco se fue calmando y una idea comenzó a tomar forma en su cabeza. ¿ Por qué no conocer el lugar en donde vivió Cedric?  Al menos se sentiría más cerca de él,. Imaginaría cómo fue su adolescencia, pero no sabía la dirección exacta de ello. Animada por esa idea, lo averiguaría en el Registro de la Propiedad, al menos la indicarían la localidad , y una vez allí indagaría hasta dar con la dirección correcta.

Gloucestershire era el lugar, alquiló un coche con chófer para todo el día, y con un poco más de ánimo hacia allí se encaminó.  El tiempo que tardaron se la hizo eterno, a pesar de que no lo era.  Se sentía nerviosa, excitada, eufórica.  Al menos había encontrado algo en lo  que invertir el tiempo que la sobraba.  Por la noche, llamaría a su hija, y le hablaría de su excursión, pero no el motivo que la movió a viajar hasta allí..

El lugar era encantador, con pueblecitos maravillosos extraídos de un cuento de hadas. Y allí en Costwolds, fue al Ayuntamiento para que le dieran la dirección de los Ackerman.  No tardaron mucho en facilitársela puesto que era una familia muy conocida en el lugar, y éste era relativamente pequeño.  Sus habitantes se dedicaban mayormente al cultivo de hortalizas, con algunas ovejas que pastaban en la verde campiña.  El disfrutar del paisaje y el saber que estaba cerca de conocer , o imaginar , algo de la historia de Cedric, la levantó el ánimo.

En un cuarto de hora llegó ante la fachada principal de la casa.  Era una mansión de estilo ingles, y en su frontal podía comprobarse que los habitantes que un día vivieron allí, eran gentes poderosas.   Observaba el entorno con deleite, sumida en sus pensamientos.  Salió del coche y se acercó lentamente hasta la entrada.  Un jardinero se afanaba en trabajar los parterres y los setos del bien cuidado jardín, aunque pensaba que  no la habitaría más que la servidumbre, ya que no creía que Cedric viniese mucho por aquí.  El jardinero la saludó desde lejos, y soltando el rastrillo que estaba utilizando, se acercó hacia la reja que delimitaba la propiedad,  Muy cortesmente, se quitó la gorra y se dirigió a Alexa por si se le ofrecía algo.  En un principio ella se sorprendió,   no esperaba encontrar a alguien

- Buenos días, señorita ¿ Se la ofrece algo ?
- Buenos días señor. Perdone si he interrumpido su trabajo.  Resulta que conozco al dueño de esta finca y siempre habla de lo bella que es. Estoy en Bristol de paso, y  quería  comprobar si era cierto,   si no exageraba en su relato
- Es cierto, no sé lo que la diría pero es hermosa por dentro y por fuera.
 - ¿ Ha conocido al señorito Cedric ?

-¿ Que si le he conocido ?  Nos criamos juntos.  Mi padre trabajaba a las órdenes de la señora, la abuela.  Cuando se jubiló me dejó su puesto. ¡ Cedric ! ¡ Menudas juergas nos corrimos cuando cumplió veinte años.  Hace mucho que no viene por aquí, aunque de vez en cuando llama por teléfono por si hay alguna novedad.  Es la mejor persona que he conocido.  Se desvive por cualquiera que necesite su ayuda.  Pero, ahora que lo pienso ¿ No será usted su novia?
-¡ Nooo !  Le conozco desde hace muchos años.  Somos solamente amigos.
- ¿ Le gustaría pasar y ver la casa por dentro?- Ella vio el cielo abierto ¿ podría ver la habitación de él, la habitación donde estudiaba, el comedor donde comía ?

Ante lo inesperado de su ofrecimiento, dudó durante unos instantes, pero al final se decidió y dijo:

- Si, desde luego.  Me encantaría.  Seguro que nos reiremos mucho cuando nos veamos
- ¿ Va a verle pronto ? - preguntó el jardinero
-  No creo.  Dispone de poco tiempo entre el hospital y la clínica.  Y como le he dicho, estoy de paso por Inglaterra
- Deme un segundo, iré a la casa y abriré la verja para que pueda entrar.  Sólo vivimos cuatro personas : Thomas, el administrados con su mujer. Yo, Benedict, con la mia, así que agradecemos cualquier visita que se acerque por aquí. Enseguida vuelvo.

Y efectivamente, tardó a penas unos minutos en que la entrada se abriera y el bueno de Benedict viniera a recogerla.  Hizo una seña al chófer de que la esperase.  No tardaría mucho, tampoco deseaba invadir la intimidad de aquellas gentes.

Y visitó el pabellón central en donde estaban situadas las habitaciones de sus moradores, y en el ala derecha la de los sirvientes, que en otra época fueron bastantes y en la actualidad, tan sólo la habitaban cuatro personas.  La mujer de Benedict la ofreció un té que tomó junto a ellos con unas pastas deliciosas hechas por ella misma.  Se despidió de ellos prometiendo que hablaría a Cedric de su visita.

En la habitación que más se detuvo, fue en el dormitorio de él, que se conservaba tal y como lo dejara cuando ingresó en la universidad. Las estanterías con libros de toda clase, algún trofeo deportivo, Fotografías enmarcadas en plata y poca cosa más.  Su cama era antigua, grande , imponente más propio de un inquilino del siglo diecinueve, que de un joven adolescente, pero según le indicó el jardinero a él le gustaba porque dormía a pierna suelta y podía dar vueltas  sin temor a caerse. Sobre las mesillas, una fotografía de sus padres en la de la derecha, y en la de la izquierda, otra de su abuela.

Ante esa apreciación, rió abiertamente, como si todos los problemas que tenía se hubieran evaporado en esa habitación, y mientras iba conociendo los pormenores de la adolescencia de Cedric, era como si él estuviera,  invisible, pero presente..  Salió reconfortada, pero poco la duró esa especie de euforia que sintió mientras estuvo en la mansión.  A medida que avanzaban por la carretera, su gozo, se fue diluyendo y la hizo volver a la realidad. A la verdadera situación que ahora tenían, y que posiblemente, nunca habría  ocasión de comentarlo con el poseedor de aquellas anécdotas contadas por el jardinero.

La había confundido con una posible novia, y aunque su razón la decía que no, que hacía poco tiempo que habían estado juntos, y por tanto era eso: una confusión. Había hablado con el hombre que era su amigo.  Que había corrido juegas con él cuando eran jóvenes, que le conocía bien, y que le había dicho que era una excelente persona, algo que ella misma había comprobado.  Y de nuevo la melancolía volvió, cuando el chófer la dejó en el hotel. Era ya por la tarde, y recordó que no había comido.


  Con tantas emociones, algo tan prosaico como el almuerzo se le había olvidado. Era lo mismo, no tenía hambre.  Subió a la habitación.  Comprobó su reloj y vio que aún faltaba un rato para que Linda estuviera libre de clases.  Bajaría a la cafetería, tomaría algo y después regresaría para hablar con su hija.  No lo haría con Stephan, no era oportuno, por que no quería que Coralyn la tomara por una entrometida en su vida, además había hablado el día anterior.  No había lugar para más conversaciones, por otra parte no podía decirle en qué había ocupado su mañana. Decididamente no le llamaría.  Lo haría pasados un par de días.

Y habló con Linda, pero ésta vez tampoco se atrevió a preguntarle nada. Sólo  Linda introdujo en parte de la conversación, muy de pasada a Pierre, su nuevo amigo, que parecía a simple vista que le caía bien.  Y mentalmente pensó que ojalá fuese así, se olvidara de Cedric y al fin encontraría remedio a esa confusa y extraña relación que mantenían ellas dos, porque la tercera persona no tenia ni idea de lo que había.

Durante más de media hora, se prolongó la charla entre madre e hija.  Alexa la encontró más relajada, algo que a ella también la tranquilizó.  Si las cosas marchaban bien, de esta forma, volvería en un breve espacio de tiempo a Londres.

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