viernes, 9 de febrero de 2018

Cuando los árboles se visten de amarillo - Capítulo 16 - Dulces esperanzas

  Eran dos almas amándose y peleando por su amor,  No pensaban en el futuro.  La vida les había enseñado que  tenían que agarrar fuerte cada momento que vivieran juntos, porque al día siguiente no sabían si podrían volver a encontrarse. Brindaron por un futuro prometedor y decidieron dar por terminada una larga sobremesa.


Caminaban hacia el coche cogidos de la mano, como dos jóvenes novios, aunque ya no tuvieran veinte años ni fuesen novios.  Si todo salía bien- pensaba Cedric-,"seremos algo más que novios, y no habrá fuerza humana que me separe de ella".  Y dentro del coche siguieron las risas y las bromas.  Alexa deseaba algo con todas sus fuerzas,pero estaba claro que él no pensaba lo mismo, según las palabras que habían tenido, pero, aunque sólo fuese por una vez, ella se lo propondría.

- ¿ Por qué has tomado esta dirección ? - le preguntó
- Y ¿ cuál debía haber tomado?  Que yo sepa, aun no has mudado tu domicilio
- No quiero ir a casa ahora
- ¿ Deseas ir a algún sitio ?
-Si, lo deseo.  Llévame a la tuya
- ¿ Cómo dices ? ¿ Quieres que vayamos a mi casa?
- Si. Eso he dicho
- He prometido que te respetaría hasta que tu me avisaras
- Bien,lo estoy haciendo ahora.  Llévame a tu casa
- ¿ Estás segura? ¿ Sabes lo que podría ocurrir?
- Lo sé perfectamente y deseo que ocurra
- Yo también, así que iremos a casa.

Llegaron al apartamento de Cedric.   Antes de abrir la puerta, se volvió hacia ella y de nuevo le hizo una pregunta

- ¿ Estás segura ?
- Completamente- respondió  ¿ Hacía lo correcto? ¿No estaba siendo egoísta ?

Pensó que sí, y por una vez, borró de su cabeza el rostro de Linda.  Era su momento, tanto tiempo deseado.  Y por primera vez en su historia, se entregaría a este hombre, del que estaba enamorada, conscientemente, no engañada como ocurrió con su primer matrimonio, ni por despecho, como en el segundo.  Lo haría por amor, por saber lo que se siente al entregarse al hombre que amas y por el que eres correspondida.

La ofreció algo de beber.  La veía algo nerviosa, de pie ante él, no sabiendo qué hacer con las manos, que retorcía constantemente.  Comprendía su nerviosismo, que le recordó la primera vez que se vieron.  En aquella noche, era un profesional sobrecogido por el estado de la mujer a la que reconocía.  Pero ahora, en este momento, estaba ante la mujer que amaba y que iba a hacer suya.  Eran las mismas personas, pero muy distinta situación.  Habría de tener mucho tacto para no herirla.  No sabía nada de su vida sexual; eso lo había omitido en el relato de su matrimonio.  Desconocía si le quedaba alguna secuela del primero.  Posiblemente ella no fuera consciente de ello, por eso la cuidaría al máximo.  La adoraría y la transmitiría seguridad y protección.
 Había rechazado la bebida que la había ofrecido; él tampoco deseaba beber. Acarició su rostro suavemente, y con  dulzura acariciaba sus mejillas.  La besaba quedamente en los labios, y ella se dejaba hacer con los ojos entornados y la respiración alterada.  La abrazó y ella respondió a su abrazo. Todo era natural, espontáneo.  Poco a poco las caricias fueron aumentando.  Cedric procedió despacio, a despojarla,  poco a poco,  de la ropa, y ella hacía lo mismo con la de él.  Y llegaron a un punto en que ambos dieron suelta al frenesí, a su mutua atracción, a sus deseos sin forzar la situación, sin obligarla a nada que ella no quisiera, pero Alexa lo quería todo, lo necesitaba por completo a él, al amor guardado y ahora destapado totalmente. Y se entregaron el uno al otro con todo el amor que sentían durante tanto tiempo reprimido por distintas causas.

Reposaban uno al lado del otro, con las manos enlazadas acompasando la respiración después del deseo complacido.  No hablaban, no necesitaban palabras para expresar lo que sentían.  Cedric se puso de lado, quería contemplar el rostro de la amada y acariciar su rostro y sus cabellos.  La ternura le desbordaba.  La veia frágil, vulnerable..., pero él estaba allí para cuidarla al máximo hasta recuperar el equilibiro de este nuevo rumbo que habían tomado sus vidas.

- Te quiero, preciosa - la decía dulcemente al oido.  Ella sonreia satisfecha con los ojos entornados.

¡ Cuánto había soñado con oír esas palabras pronunciadas por el hombre que ahora, al fin, estaba a su lado !.  ¿ Había sido el destino quién organizó su vida desde el principio para llegar a este fin ?  "Si así fuera, era un destino muy retorcido" - pensó-.  Pero lentamente, poco a poco, algo se estaba colando en su cabeza, que movió de un lado a otro ,  y que a Cedric sorprendió

- ¿ Qué te ocurre? ¿ En qué piensa esa cabecita loca ? ¿ Estás arrepentida de lo que hemos hecho ?
- No, jamás me arrepentiré de haber sido tuya.  Pero sé que nos aguardan muchas zozobras aún. Que el camino no va a ser fácil, pero al menos tendré este recuerdo
- Me estás preocupando. ¿ Vas a irte de mi lado? ¿ Es eso lo que vas a hacer?
- No.  Al menos no es mi propósito. Pero tengo cosas que solucionar, para que nuestra felicidad sea completa y nada ni nadie se interponga en nuestro camino.  Te he deseado durante años, y cuando al fin se cumplieron mis deseos, pensé que estaba soñando, que no era cierto que estuviéramos juntos de esta forma tan bella como ha sido.  Has sido muy dulce, cariñoso y caballeroso, porque yo tenía miedo de no estar a la altura.  Pero sacaste lo más íntimo que tenía; nunca he sentido nada parecido.  Creí que mi sexualidad estaría dormida para siempre, después de aquello, pero no es cierto.  Estaba con quién quería estar y fuiste generoso conmigo. Jamás se borrará de mi memoria

- Tengo que irme- dijo tratando de incorporarse
-¿ Adónde vas a ir? Es fin de semana.  Ahora estás sola.  Quédate conmigo.  Pasémoslo juntos . Iremos a algún lugar maravilloso y pasearemos con las manos enlazadas queriéndonos, deseándonos.  Recuperando el tiempo perdido.  No  te vayas, por favor.
-Yo también lo deseo, pero he de irme.  Mi hija posiblemente venga a visitarme.  Tengo que hablar con ella. No sé si Stephan le hbrá dicho algo; quedamnos en hacerlo los dos juntos, y seguramente sea hoy el día señalado.  He de irme, mi amor.  Te prometo que en cuanto quede libre de todo, volveré y entonces me llevarás a ese lugar maravilloso que me anuncias
- Está bien.  Lo entiendo, pero es que aún estás aquí, y ya te echo de menos.  Te quiero para mi solo. Te perdí durante demasiado tiempo y ahora he de recuperar el tiempo perdido. No sé porqué creo que me ocultas algo, algo que te tiene intranquila y no es tu separación.  Pero si no me lo has dicho, será por algo, así que no te pediré me lo cuentes.  Pienso que ya lo harás cuando sea el momento oportuno



Muy a su pesar se marchó de su lado.  Ni siquiera quiso que la acompañara.  Llamó a un taxi y se dirigió a su casa para enfrentarse a sus propios demonios.  No sólo era comunicar a Linda que se habían separado, sino que en algún momento tendría que decirla lo ocurrido esa noche, junto al hombre del que ella se había enamorado. ¿ Debía decírselo? No ahora; sería  suficiente con lo que tenían que decirla de la separación.  Conocía a su hija, y sabía que no lo esperaba.  La dolía causarle esa pena, pero debía saber que seguirían siendo buenos amigos, sin peleas, ni rencores, pero sería sólo amistad.  Averiguaría como estaban sus sentimientos: si seguía pensando en él, o se trataba de una nube de verano que ya había pasado.

No hay comentarios:

Publicar un comentario