domingo, 11 de febrero de 2018

Cuando los árboles se visten de amarillo - Capítulo 22 -- El regreso

Ya habían transcurrido diez días desde su llegada a Bristol , cuando,  al hablar con Stephan, éste le anunció que los papeles del divorcio estaban a la espera de su firma. Hablaron largo rato y él la expuso su proyecto de contraer matrimonio con Coralyn algún tiempo después de que se hubiera hecho efectivo.  Ella le dio el visto bueno, aunque, como le comentó, no tenia porqué darla explicaciones.  Habían llegado a ese acuerdo, ambos, para que cada uno rehiciera su vida como mejor pudiese.  Le preguntó por su hija, a pesar de que hablaba con ella casi a diario, pero quería saber la opinión de Stephan y él conocía sus motivos, pero nada positivo podía  decirla

- Linda es muy hermética. Mejor será que hables tú con ella.   Se confiará más a ti.
- De acuerdo, así lo haré. En un par de días regresaré a Londres
- ¿ Te ha sentado bien el cambio ? - la pregunto solícito
- Estoy mejor, no te preocupes.  Tengo las ideas claras.

Fue de compras.  Regalaría a Stephan y a Coralyn, algo especial.  Tenían de todo , pero quería que tuvieran un recuerdo en señal de que estaba conforme con esa unión, y que con ellos jamás tendría problemas. Al contrario, deseaba fuesen amigas la esposa y la ex, aunque resultase algo extraño. Por lo general, en las separaciones, se producen choques entre las mujeres, pero en esta ocasión no sería así.  Debía,  al que fuera su marido,  todas las atenciones recibidas durante los muchos años de matrimonio.  Era una excelente persona, y merecía ser feliz.  Les compró una bandeja de plata con una pequeña inscripción.  También llevaría un detalle para su hija y un marco también de plata.  En él pondría una foto de Cedric, que buscó en Internet referente al artículo que redactó su hija

Acariciaba su cara de papel y sonreía; al menos podría tenerle en la mesilla de noche, aunque debería estar siempre alerta de ocultarlo, cada vez que Linda fuese a visitarla.  La enojaba sobremanera tener que andar con tantas precauciones, y pensaba que en algún momento  lo descubriría, pero mientras tanto, se permitiría esa pequeña licencia.

Y de nuevo se encontró en la gran ciudad, y sentía que el corazón la oprimía el pecho.  De nuevo tenía que enfrentarse a las complicaciones cotidianas, que había arrinconado durante su estancia en Bristol. Nada  más llegar a casa, llamaría a Stephan para anunciarle su llegada, y por la tarde hablaría con Linda, que ya estaba avisada de su retorno.  El sábado iría a visitarla en  la Universidad, dado que ella no podía desplazarse hasta la capital: estaban de exámenes, tenía mucho que estudiar, ya que el curso estaba finalizando.

¿ Volverían a verse ?  Haría todo lo posible porque no fuera así.  Ansiaba verle, pero sería mortal para su corazón tan herido.  Pensaba seriamente trasladar su domicilio fuera de la capital.  No importaba el lugar.  Probablemente elegiría Bristol.  Le había gustado, y estaba lo suficientemente lejos de todo como para estar tranquila, aunque esa palabra la produjera alguna tenue sonrisa.

Por fortuna, el sábado no había clase, por tanto sería difícil que pudiera verse Cedric y ella.  Respiró aliviada, no obstante, mientras comían madre e hija, en la cafetería, prestaba mucha atención a quién entraba y en quién salía.  No deseaba encontrarse con él, por más que su corazón lo ansiase.  Quizá se produjera la ocasión de hablar del tema.de Linda con el profesor.
  Habían pasado los días suficientes como para hacerlo.  Linda estaba más tranquila y ella también.

- Deseo preguntarte algo que he pospuesto durante todos estos días por los motivos que ya conoces. ¿ Qué tal vas con el problema que me contaste?
- No sé a qué te refieres, mamá.
- El profesor... tu afair con el profesor
-- No sé qué decirte. Pero algo ha cambiado en él, creo que a peor.  No está tan comunicativo con todos nosotros.  Es más escueto, más "profesor".  Comentamos entre nosotros  qué será lo que ha provocado ese cambio
- ¿ Y tú ? ¿ Cómo estás ?
- No lo sé. Le veo cada vez que viene a clase, y el pulso se me acelera.  Le noto distante cada vez que algo le pregunto, y a penas me mira.  Así que mal, las cosas van mal.  Pierre me ha ofrecido pasar unos días en Francia, con su familia, y me lo estoy pensando.- dijo, cambiando bruscamente de conversación. No tenía ganas de seguir hablando de ello.

- Posiblemente te venga bien un cambio. Deberías dejar de pensar en quimeras.  Puedo asegurarte que no resultan bien
- ¿ Lo dices por tí ?
-Exacto, hija. He tenido tu edad, aunque pocos sueños porque mi situación era distinta, pero la experiencia sirve de algo.  Y ahora dejemos los problemas a un lado y cuéntame cosas de tí.

Y así siguieron charlando. Alexa no pudo sacar nada en limpio , más,  que seguía enamorada de Cedric y ella estaba atrapada entre ellos.  Sería mejor renunciar definitivamente a él, e ir pensando en establecer su vida lejos de allí

En el fondo tenía una pequeña esperanza de resolver algo durante la visita a su hija, y lo había logrado. En unos días volvería de nuevo a Bristol y tardaría en volver a Londres. Todo estaba perdido, porque aunque su hija no obtuviera la atención de Cedric, en el sentido que ella deseaba, nunca podrían estar ambos en la misma habitación y ella como testigo, conociendo,  las dos,  lo que había ocurrido.  De nada podía culpar a Cedric, puesto que ignoraba la pasión que había despertado en Linda, pero sabiéndolo ella era suficiente para poner tierra de por medio.  Y lo peor de todo, es que Linda no le conquistaría, además de doblarla la edad, y al  ser ella muy joven y no saber nada de la vida.  Egoistamente pensaba que lo mejor sería que se enamorara del francés y decidiera vivir en el país galo.  Poniendo tierra de por medio, olvidaría su incipiente amor, pero... ¿ la ocurriría lo mismo que a ella?  Alexa había vivido durante años pendiente de Cedric, a pesar de haberse casado, pero nunca había conseguido olvidarle.


 ¿ Correría Linda la misma suerte ? ¿ Se repetiría la historia?  De repente pensó que quizá debiera hablar con Cedric y ponerle en antecedentes de lo que pasaba, del por qué de su nueva partida.  Al menos que él no pensara que le había olvidado, y que su encuentro había sido únicamente un fortuito encuentro sexual.  Sus sentimientos iban más allá. Estaba decidida: le vería y le contaría lo que ocurría, luego partiría a su particular exilio.

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