miércoles, 9 de septiembre de 2020

El despertar - Capítulo 10 - La OMS

Y aunque no lo quisiera, también influyó en la ruptura con su novia. Necesitaba una excusa y la encontró  en Mirtha. Aunque ella nunca diera ningún paso en esa dirección, es más, creyó que ni siquiera se había percatado de su interés. Ella estaba sumida en sus recuerdos; ¡dichoso William que ha sido tan querido por una persona tan genial! Que aún con el tiempo transcurrido, le sigue guardando su ausencia..  Para él quisiera un amor tan puro y leal como el que ella sentía.

Echaría de menos el no verla, pero no debía precipitarse, ya que ella no estaba preparada aún y podría espantarla. Además necesitaba una excusa, y de momento no la tenía.

-A no ser... La inauguración de la casa. Exacto, vendrán mis amigos y habiendo sido ella quién nos la mostrara, de más para invitarla... y a su amiga también; sería la tapadera.  Después ya vería.

Transcurrieron varios días sin saber uno del otro. Lo cierto es que la impaciencia  venía de parte de Alfred porque ella ni siquiera se había parado a pensar en tener un nuevo romance.  Eso estaba vedado para ella. Pero el interés de él,  fue mayor que su razón y cuando quiso recordar, estaba marcando su número.

- ¿ Mirtha ?

- Si ¿ quién llama ?

- Soy Alfred. Me preguntaba si te apetecería volver a salir conmigo de nuevo

- ¿ Cuando?

- Hoy, si así lo quieres

- Pues verás Alfred.  He quedado con Mildred, está trabajando y no tengo forma de avisarla.  Mejor otro día ¿ te parece?

- ¡ Claro, lo entiendo ! ¿ Mañana podrás?  De lo contrario tardaremos en vernos, ya que he de hacer un viaje  por motivos de mi profesión y tengo entrevistas..., en fin complicaciones del trabajo para conjuntar ambas cosas el viaje y el hospital.  Al menos estaré ausente  una semana, o quién sabe si no sea más.

- Está bien, sea mañana, entonces, así nos despedimos.

- Pasaré a por ti a las doce ¿ te viene bien ? Y también invitarte a la inauguración de mi casa.  Sé que todo es muy precipitado, pero no sé de fijo cuando regresaré y deseo dejarlo todo al día.

- Perfecto. Tenemos que hablar de ese viaje tuyo.  Mañana me cuentas.  Adiós Alfred

- Adiós Mirtha.  Hasta mañana

Deseaba que pasara cuanto antes ese día. No veía la hora de encontrarse con ella, algo que le incomodaba.  Nunca había tenido esta impaciencia por nadie, y no deseaba tenerla, ya que era independiente y notaba que cada vez su dependencia de ella era mayor, aún a sabiendas de que ella no estaba por la labor.  En otras ocasiones había tenido relaciones con compañeras, o simplemente, la más reciente, con su ex novia, pero nunca había sentido tantos deseos de que llegara la hora de su cita.  Se daba cuenta de que pisaba un terreno peligroso y no deseaba esa dependencia.  Con el poco sentido común que le quedaba, trataría de frenar sus impulsos y dejarlos pasar.  No podía ser algo tan rápido y tan poco consecuente ni con él, ni con ella, ni con su forma de pensar.  Así que solicitó un puesto de investigación, para ampliar estudios en otro campo que no fuera sólo la medicina, aunque dependía de ella, ya que su relación con la OMS así lo requería.
Sería un trabajo más burocrático; de momento estaría un tiempo fuera y quizá se serenara un poco. A su regreso, si seguía lo mismo, tomaría medidas más drásticas.

Todo se le estaba volviendo en contra y la noche de antes, su sueño, fue intermitente.  Estaba nervioso y las horas  se le hacían internas.  Pensaba que estaba curado de amores y desamores, pero estaba visto, que no era así, y francamente, esa sensación de desasosiego le incomodaba y no le gustaba nada en absoluto.

Lo había decidido. Lo que sólo era una idea, se había convertido en algo concreto y debía dar la respuesta a la organización afirmativa si es que al final lo decidiera Era otro país, otra cultura y además trabajo duro, lo que le tendría ocupado las veinticuatro horas del día. Si se  comprometía con ese trabajo, era para desarrollarlo con todas las de la ley.  No importaba que tuviera problemas personales, eso debía dejarlo aparte, no iba con ellos.  Era una oportunidad única porque  le permitiría, no sólo formar parte del comité de la Organización, sino a la vez impulsar la medicina en lugares apartados, en otros países en que fuera preciso llevar a cabo algún programa especial.  No le importaba en lo más mínimo el reconocimiento a nivel mundial que pudiera adquirir, eso no le importaba, sino desarrollar plenamente su profesión a la que amaba.  Pero por otro lado, estaba ella.  Si no estuviera en el estado de ánimo tan deprimido como en el que estaba, la propondría que se uniera a él, pero esto último lo descartó rápidamente.  Pensaba que no volvería a amar a otra persona.  La sombra de William era demasiado alargada, y, al menos, mientras ella necesitase terapia, estaba descartado, ya que su constante era siempre el amor perdido y no habría lugar para otro.  Sabía que sería un paso definitivo, pero al mismo tiempo, si se trataba de poner tierra de por medio, era la mejor ocasión que se le presentaba.

El tiempo todo lo cura, la herida de ella, también se curará, pero veía difícil que se cerrara del todo. Según su criterio, un año no había sido el tiempo suficiente para el olvido. Pese a todo, no perdería el ánimo ni tampoco su contacto con ella, aunque solamente fuera en plan de amigos.

Y con estas dudas e indecisiones, se reunió con Mirtha a la hora citada. Sería una comida de despedida para una larga temporada, pero haría todo lo posible porque no fuera  una más. Alegre y desenfadada, como las que había tenido hasta ahora.  No quería que trascendiera su verdadero estado de ánimo, que achacaba  a su viaje por tener que abandonar el trato directo con los pacientes, que cambiaría por algo muy interesante y necesario, pero más impersonal.  Ella le escuchó interesada. Y también hablaron de la inauguración de su casa, de la que no podría disfrutar, como deseaba, hasta que no regresara de Ginebra.  Pero le apetecía, aunque sólo fuera una semana, vivir en  su nuevo enclave domiciliario.

- Es una oportunidad estupenda.  No debes desperdiciarla.  Además dices que es temporal.  A tu regreso recobraras el trato con los pacientes.  Es lo que deseas ¿ no ?




- Si, en cierto modo si. Pero aquí dejo mi casa, mis amigos, mi profesión... en fin lo dejo todo

- No dejas nada.  Todo lo recuperarás cuando regreses.

- Bueno, de momento para celebrarlo y la inauguración de mi nueva casa, organizaré una fiesta, que será también mi despedida.  Cuento contigo y con tu amiga

- No sé Alfred- Es una despedida de tus amigos y compañeros , y yo...

- Tu eres mi amiga.  Además la más apreciada y especial para mí, ya lo sabes, así que cuento contigo.

- De acuerdo, acepto.  Pero avísame con tiempo...  Para mis arreglos, ya sabes.  Será una ocasión especial: tu casa y tu nuevo trabajo. Vas a ser uno de los científicos mejores del país, ya lo verás.

- Me gustaría ser especial para alguien, pero de momento, tienes razón: haré todo lo posible por ganarme la confianza que han depositado en mí. Sólo dos personas la hemos conseguido: una doctora francesa y yo.

- Ten cuidado. Las francesas son muy coquetas y saben jugar muy bien con las armas de seducción que la madre naturaleza les ha dado.  Lo mismo regresas a punto de casarte-,  dijo riendo.

- De eso estoy seguro: no va a ocurrir.  Por muy seductora que sea jugamos en bandos distintos: yo ya tengo el ojo echado a una preciosa mujer.

-¡ Te has enamorado ! No habías dicho nada

-No es exactamente eso lo que siento, pero he de reconocer que me interesa algo.  Pero de momento ha de esperar.

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