domingo, 20 de septiembre de 2020

El despertar - Capítulo 28 -El último intento

Quiso quedarse con ella haciendo guardia. Mirtha, adormilada, se quejaba. Estaba molesta. No la dejaban dormir y nadie mejor que él para velar que las órdenes del médico se cumplieran. Pasaría la noche en el hospital y trataría de hablar con ella y de una vez arreglar el problema que tenían.  Si no fuera así, si no lo consiguiera, no insistiría más y aunque tuviera el corazón roto, no volvería a verla nuevamente.  Su viaje de regreso era inminente; tan sólo tenía tres días libres para estar presente en el nacimiento de su hija, y pasaría una eternidad hasta que de nuevo él, regresara a Europa y por tanto tener la oportunidad de volverlas a ver.

No sabía si en realidad, ella dormía, o se lo hacía, esquivando la conversación que adivinaba iban a tener.La niña estaba en medio de los dos, y a ella nunca renunciaría a verla.  No deseaba llegar a esos extremos pero si  no le daba otra alternativa, lo haría.

Dormitaba sentado en un sillón cerca de la cama que ocupaba Mirtha.  La niña estaba tranquila, así que el cansancio y el silencio, obraron la magia y se quedó dormido.

 Ella le observaba y tenía sentimientos encontrados.
 Por un lado la movía el agradecimiento porque había cumplido su palabra y había estado ayudándola en el parto, y aún seguía ahí cuidándolas, pero por otro, a su cabeza llegaba una y otra vez aquellas imágenes de la televisión, y el sentimiento de derrota podía más que el de agradecimiento.  Sabía que tenían que hablar.  Ya no eran sólo dos, había una hija y tendrían que pelearla.  La entraban ganas de llorar al sentir el fracaso de ese amor tan fuerte que ambos habían sentido, pero las circunstancias habían jugado en su contra y las heridas abiertas serían difíciles de curar.

Las palabras de Mildred y de su propio padre, conocedor del motivo de su pelea, retumbaban en su cabeza, pero el dolor, la rabia y la envidia por esa mujer, eran más fuertes que cualquier otra cosa, y entonces no atendía a razones.  No quería excusas, no quería hablar del tema, sino hacerse a la idea de que fue un sueño bonito, extraordinario, entrañable, pero que han despertado de él, y el despertar ha sido frustrante y ha destrozado su poca confianza en ella y en el ser humano.  Ha sido el despertar de una pesadilla que irrumpió en su vida hacía más de un año.  Probablemente fuera solamente de ella la culpa ¿ Quería verdaderamente a su marido? ¿ Se casó enamorada?

Se tapaba la cara con las manos, no quería hacerse esas preguntas, porque el sí a todo sería la respuesta que encontrara en su reflexión, aunque estuviera a punto de perder al gran amor de su vida por una estúpida sensación de fracaso.  En eso estaba, cuando no se dió cuenta de que Alfred había despertado y la observaba detenidamente

Se incorporó y se acercó solícito hasta ella:

- ¿ Estás bien? ¿ Te ocurre algo?

- No estoy bien. Perdona si te he despertado

- No me has despertado; creí que estabas dormida.  Ni un solo ruido ha salido de tu garganta. ¿Quieres que hablemos ya ? ¿ Te encuentras con fuerzas?

- ¿ Tenemos que hablar?  La verdad, no sé si tengo ganas- respondió ella

- Mirtha, mañana he de regresar y después volver otra vez a África.  Este viaje ha sido por el nacimiento de la niña, pero he de volver al trabajo.  No sé el tiempo que tardaré en volver a veros, pero hemos de aclarar todo lo que nos está haciendo daño.  Todo esto es absurdo.

- Mira Alfred, no creo que sea el lugar ni el momento para una nueva pelea.

- Pero es que no podemos hacerlo otro día. Mañana estaré lejos

-¿ De qué tenemos que hablar? Ya lo sabemos todo. Nunca me opondré a que veas a la niña, pero nosotros no creo que vayamos a estar como antes.

- Pero ¿ por qué ? Te has cerrado en banda por algo que no provoqué y ni siquiera me has escuchado.  No he podido hablar contigo porque el teléfono no lo coges ¿ Qué más quieres que haga?

- Nada, no quiero que hagas nada, porque no hay nada que hacer

- ¿ Me has querido alguna vez? ¿ Sigues enamorada de William? ¿ Es eso ?

Mirtha, sorprendida por las preguntas, guardó silencio porque no lo esperaba. Hacía un momento que ella  había pensado lo mismo,  y sabía de antemano la respuesta, pero su orgullo herido la impidió hablar francamente con él. Decirle que le amaba profundamente y que es cierto que estaba enamorada de él. Que William era un recuerdo, pero sólo eso. Que era él quien ocupaba su pensamiento y por eso estaba tan dolida y de ahí el rechazo.  Al no contestar, Alfred dió por contestada su pregunta, y todo lo que dijo fue:


- Está bien.  Esperaré a que lleguen tus padres y después desapareceré de tu vida. Hablaré con mi abogado para establecer las visitas a Keira. Cuando tenga la cabeza más despejada, y además ahora no tengo tiempo.  Será a mi regreso a Irlanda.  Ya tendrás noticias mías.

- ¿ Te vas?

- ¿ Qué es lo que imaginas? ¿ Piensas que tenemos una situación halagüeña para nosotros?  No quiero peleas, ni malas caras.  Te quiero demasiado para llegar a ser una de las parejas que terminan odiándose.  Antes de llegar a eso, prefiero el divorcio.

¡ Divorcio !  Había pronunciado la temida palabra. ¿Estaba yendo demasiado lejos?

Pero cuando quiso reaccionar, él había salido de la habitación.  Permanecía en el pasillo paseando arriba y abajo dando vueltas a la situación. Al aparecer los padres de Mirtha, se excusó con que tenía que marcharse ya que mañana mismo salía de viaje.  Sus suegros, sabían que además era un pretexto, por el gesto de su rostro, pero no podían hacer nada si ellos no llegaban a un acuerdo.  Entró de nuevo a la habitación junto con ellos.; quería despedirse al menos de su hija, pero la desilusión, la rabia que sentía eran superiores a él.  Tomó a la  niña en brazos y acercó su carita a la suya y así permaneció durante unos instantes, después se la entregó a su suegra y se acercó a la cama de Mirtha.  Sin palabras la besó en la boca mordiendo sus labios, sería su última caricia que con un significado de rabia interior que ambos percibieron.

Se despidió de sus suegros y echó una última mirada a Mirtha y a Keira; después salió. Esa fue su despedida.





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