lunes, 14 de septiembre de 2020

El despertar - Capítulo 16 - Alzando la voz

Sentados uno junto al otro, en silencio, ni siquiera se miraban. Sólo las aletas de la nariz de Alfred, indicaban que se sentía frustrado,  furioso, pero sobre todo de muy mal humor.  Ella no conocía esa faceta de él; en realidad poco conocía de su carácter así que se sentía como una niña asustada sin saber qué era lo que había hecho para provocar tal enfado.

Pero había sido él quién se había comportado mal, así que sería él quién rompiera el hielo si se dignaba decir algo.  El enfado de Mirtha aumentaba por momentos.  No sabía a qué se debía tanto alboroto por algo que no era ella la que  lo había iniciado.  Se limitó a mirar por la ventanilla y cerrarse en sus propios pensamientos, que a un tiempo la llevaban a pensar que nunca había sentido tanto enojo por alguien que apenas conocía, que agradecía las atenciones que tuvo con ella, pero de eso hacía mucho tiempo y estaba claro que ya no eran tan amigos como pensaron. Entonces ¿ qué demonios le pasaba?

Ni siquiera había puesto la música  para relajar un poco la tensión. Con la mirada fija en la carretera y las mandíbulas contraídas pensando en sus cosas, era una faceta del médico que ella no conocía, pero que indiscutiblemente, todos, tenemos en algún momento algo que escondemos en nuestro interior.

Alfred iba pensando en cómo enfocar la situación para no estropearla más de lo que ya estaba; de vez en cuando la miraba de reojo, pero ella no apartaba la vista del paisaje a través de la ventanilla.  Ni siquiera le preguntaba a dónde iban o por qué tenían que ausentarse de la casa para dar voces ¿ Dar voces? ¿ Significaba que perdería el control?  Nunca lo hacía, aún en las situaciones más difíciles de su carrera, pero ésto era diferente. Pensaba que la culpa era de él mismo, por no haber dejado clara la situación antes de irse, y para remate, no quería tener contacto con ella y de ahí el enfado provocado.  Debía empezar por el motivo de su viaje, y de su silencio.  Eso era lo primordial porque en ello estaba el resultado de todo lo demás. Ni siquiera sabía de su estado anímico; no le había dado tiempo a hablar con Philip y averiguar si había terminado su terapia. Había roto el contacto con todo lo que a ella concernía y el resultado estaba aquí y ahora.  Había sido torpe al no prever lo que posiblemente ocurriría, así que no, ella no tenía la culpa, sólo él, que por querer arreglarlo lo estropeó aún más.

Al fin, ella pronunció unas palabras, que relajaron un poco la tensión entre ellos:

- ¿ Puedo fumar ? - dijo

-Puedes hacer lo que quieras cuando estés conmigo, y ya deberías saberlo.  Aunque precisamente el tabaco no me gusta mucho, pero en fin, dado  el estado en que ambos estamos, haz lo que te apetezca.

- Lo que me apetece es salir de este coche cuanto antes.No entiendo a qué viene tan mal gesto de tu parte. No creo haber hecho nada que te pusiera de esa forma ¿ Acaso no te gustó que estuviera frente a tu casa? Pues no te preocupes, no volveré a hacerlo.  De todas formas, la ofendida debo ser yo y no tú.

De repente él frenó el coche y se volvió a mirarla. Tenía razón. Estaba enfadado ¿ por qué ?  porque rechazó el abrazo ¿ por eso?  No había medido las consecuencias de su silencio de tanto tiempo, no esperaría que le recibiera con una abierta sonrisa y una pancarta,  ya que ni siquiera la dijo cuando llegaba.

Se bajó del coche  y ella lo hizo también.  Miraba el paisaje y vió que el lugar elegido era hermoso, a pesar del estado de ánimo en el que ambos estaban.  Había una paz absoluta. Sólo se escuchaba el rumor del agua de un río cercano y algunos gorjeos de los pajarillos.  El sol se colaba a través de las hojas de los árboles dando al paisaje un encanto muy especial.  Por unos instantes Mirtha pensó si él conocía aquél lugar o habían parado para poder "dar las voces" que había anunciado.

Él la tomó de la mano y la condujo hacia un lado del camino y la hizo sentar en una piedra grande. De pié la miraba fijamente, quizá pensando las palabras con las que debía comenzar a explicarse.Y recordó que no hay mejor defensa que el ataque. Creyó que haciéndose el ofendido y echando la culpa a ella, le mostraría el camino para averiguar si pensaba igual que cuando se marchó, o por el contrario seguía añorando a William. De acuerdo a lo que respondiera, así dejaría al descubierto sus sentimientos.  No era lo correcto, lo sabía, pero no podía decirla a bocajarro:" ¿ has olvidado a tu novio?, si es así, aquí estoy yo".  Debía sopesar bien sus palabras y no perder los estribos.

 La tenía allí delante y tenía que contenerse para no ir a su lado y estrecharla entre sus brazos y hablar abiertamente de lo que ha sentido por ella desde hacía tiempo, y que sólo la sombra de William lo impidió y fue el motivo de su viaje.

Apoyó un pie en otra piedra pequeña al lado de ella, como para reafirmarse en lo que la iba a decir, o para evitar que ella huyese al saberlo, y con la respiración algo agitada, la miró a los ojos y comenzó a hablar.  Ella no retiraba su mirada de la de él, y hasta parecía que su enfado se había suavizado un poco.  Pero no podía fiarse hasta que no comenzase a hablar y viera su reacción. ¿ Por qué era todo tan difícil ?  Simplemente bastaría con decir "te quiero, ¿ me quieres tú ? " Pero era más complicado, porque nosotros lo hacemos y no pudo decir nada antes de partir dado el estado de ánimo de ella. Esa era la verdad más simple, pero también la más complicada. Sólo esperaba que lo entendiera, y pedía al cielo mentalmente que su amor por William fuese pasado, aunque su recuerdo permaneciera.


- ¿ Puedes decirme qué es exactamente lo que te enfada? - comenzó  diciendo, ya que no se le ocurría otra forma de dar explicaciones

- ¿ Qué me enfada ? ¿ Me lo dices en serio?  Creí que tenía en tí un fiel amigo.  Te tuve en los más momentos más difíciles de mi vida, y sin embargo, fue subirte a un avión, y dejar atrás todo lo nuestro.  Ni una carta, ni una llamada de teléfono, nada en absoluto en el año largo que has estado en Suiza. ¿ No son motivos para no dirigirte la palabra?   Seguro que has tenido otros entretenimientos y olvidaste lo importante que eras para mí. Pero todo eso ya no importa. ¿ Para eso me has traído hasta aquí?  Podías haberte ahorrado el viaje.

-Si me quieres escuchar te contaré todo por lo que me he comportado así, pero antes he de hacerte una pregunta que quizá te haga daño, pero he de saberla, porque todo lo que te pueda decir,  tomará un rumbo u otro. Dime ¿ sigues enamorada de William?

- ¿ William ? ¿ A qué viene eso ahora? ¿ Qué tiene que ver él con la amistad?

- Pues mucho. Porque lo tuyo sin duda alguna fue amistad, pero por mi parte era algo más profundo que tenía que guardar sólo para mí. Por eso acepté  irme a Suiza, que no me apetecía nada en absoluto.  Por eso elegí el silencio y distanciarme definitivamente de todo... de tí.  Trataría de olvidarte  a como fuera lugar, pero ya ves: fracasé. He seguido recordándote y ahora,  te cuento lo que debí callar. Ahora necesito que me des una respuesta a lo que te he dicho. Porque de eso depende el rumbo que tomará mi vida.  Si debo alejarme nuevamente, o por el contrario puedo concebir alguna esperanza.


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