domingo, 9 de septiembre de 2018

Algún lugar en la tierra - Capítulo 10 - Tener que decirte adiós

Se alejaron lentamente, separados,  sin siquiera rozarse. Caminaban sin prisa, como dilatando el momento que estaba a punto de llegar y que repercutiría en sus vidas., Alex con la cabeza baja como tratando de asimilar lo que escuchaba.  Ella ni siquiera le miraba, no podía hacerlo. Daban vueltas alrededor de la casa sin rumbo fijo.  Cuando ella terminó de explicar sus razones, él se detuvo y se puso frente a ella.  La había escuchado con atención pero Anna no había entendido lo que la dijera en La Charca.  La quería, estaba loco por ella y todo lo que deseaba y necesitaba era vivir cerca.  No se arrepentía de lo ocurrido, y cien mil veces que pudiera, lo volvería a hacer..

 Siempre, desde que llegó, Alex parecía que era el dueño de la situación, pero poco a poco ella se fue metiendo en su vida , en su interior como un veneno, arrollándolo todo a su paso.  Ya no se sentía feliz lejos de ella, al contrario buscaba enfurecerla, porque enfadada la quería aún más.  No se sentía a gusto con Olivia y los pocos ratos que pasaban juntos eran una excusa,  y la mitad de las veces, ella se daba cuenta , y su encuentro terminaba en discusión.  Y así ocurrió el día de la fiesta de la cosecha.  La muchacha intuyó algo, porque desde que Anna llegó a sus vidas, poco a poco sin darse cuenta, él se había distanciado.  No había motivo especial que lo justificase, todo permanecía inamovible, salvo la presencia de esa extraña que había entrado como un elefante en una cacharrería rompiendo todo lo que encontraba a su paso.

Y ahora estaba planteando irse para que recuperase de nuevo su vida ¿ Qué vida ?  Sin ella no había vida.  Ella había sido la pimienta en un guiso, la salsa que le diera  ganas de levantarse cada mañana y buscarla, y pelear con ella. Si se marchase todo volvería a ser monótono y gris.  Ni siquiera tendría el aliciente de la reconciliación con Olivia.  Dudaba mucho de que ella le perdonara tan fácilmente haberse enamorado de otra, y al haber sido plantado, volver a sus brazos.  Ella no se lo merecía.  Su relación había sido fogosa en un principio; eran jóvenes y juntos se divertían ampliamente.  Pero llegó un momento en que se convirtió en rutina.  Como si fuese una obligación cada vez que se encontraran y eso ya no les satisfacía.


 Y de repente apareció ella poniendo su cabeza del revés, y los encuentros con su novia, se tornaron por compromiso.  Cumplía como amante, pero ella notaba que no ponía ninguna ilusión en el acto, que se había convertido en obligación y no en devoción.
Poco a poco, ambos se fueron desencantando y sus encuentros se hicieron más esporádicos, pero lo que no le perdonaba  su orgullo, es que hubiera sido el haberse encaprichado de otra.  Eso era señal de que no sabía cómo romper con ella, y mantenía la relación por el tiempo que llevaban juntos y no por amor o deseo.

Y entonces Olivia entró en acción y cambió totalmente de táctica.  Se hacía la novia dolida por el desvío de su hombre.  Lloraba con más frecuencia de la debida y,  lentamente sin que Alex se diera cuenta, se encontró atrapado entre las dos: una por querer marcharse y la otra porque el victimismo le daba cierto resultado y quería explotarlo hasta volver a recuperarle.

-Sabes que no estás preparada para irte. ¿ A dónde vas a ir, a Nueva York? ¿ Crees que tus amigos van a correr para verte?  Si piensas eso es que no sabes ni donde tienes tu mano derecha.  No pongas la excusa de que perteneces a una gran ciudad y no a la vida tranquila del campo, porque sé muy bien que no es ese el caso.  Dime al menos que sientes algo por mí.  Necesito escucharlo de tu  boca para no volverme loco. Dime que si no recibes lo que esperas volverás de nuevo a casa.  Necesito tener una esperanza por pequeña que sea.

- No puedo hacerlo.  Tienes novia, y cuando me haya ido volveras tu mirada hacia ella. Os casaréis, tendréis hijos y entonces renacerán tus fuerzas más vivamente que ahora. Serás feliz, muy feliz con ella porque te quiere y yo seré una nota de color en tu vida.  Por mi parte nadie sabrá lo ocurrido, así que no tendrás que dar explicaciones a nadie.  Si se lo quieres contar a tu novia, ese será tu problema.
- Definitivamente ¿ te vas?
- Sí lo haré.  En un par de días máximo.  Hablaré con Alan y seguro que él lo comprenderá
- ¿Pero dónde vas a ir?
- Hablaré con mi abogado y seguro que podré quedarme en mi antigua habitación; me lo ofreció al despedirme.  Buscaré trabajo en lo mio.  Soy economista ¿ recuerdas?
- Lo sé.  Todo lo tuyo lo tengo muy presente. ¿ En serio crees que alguien va a darte un puesto en economía después de la bancarrota de tu propio padre?
Si, estoy segura de ello. Tengo amigos que me apreciaban y me ayudarán
- Está bien. Deseas tropezar y lo harás en tu propia piedra.  Pero no tengo autoridad sobre tí, por mucho que me duela verte fracasar.  Así que esta es nuestra despedida ¿ verdad ?
-Si, lo es.  Me gustaría que quedáramos como buenos amigos
- Lo siento, pero eres para mí más que una buena amiga.  No puedo ver cómo vas a estrellarte y quedarme de brazos cruzados. Prométeme,al menos, que si no consigues lo que buscas, me llamarás e iré en tu busca.  Prométeme eso al menos
- Eres muy bueno. Un buen hombre Alexander  Preston.  Serás feliz, estoy segura de ello.  Lo mereces

Se alzó un poco para llegar a su altura y depositó un beso en su mejilla. Después dió media vuelta y volvió a la casa.  Iba con el corazón roto porque había renunciado a la felicidad que podría conseguir al lado de ese hombre, pero no a costa del llanto de otra persona, ajena a la situación de ellos, sin culpa alguna.  Los dos lo habían provocado, y ambos tenían que sufrir las consecuencias.


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