jueves, 6 de septiembre de 2018

Algún lugar en la tierra - Capítulo 3 - Empezar aprendiendo

Al sepelio acudieron los amigos que quedaban de la época en que Thomas vivía en Laredo. La familia Preston arropó en todo momento a Anna, que a pesar de todo el cariño que la demostraban, se sentía sola y hundida.  Junto a ella estaban Alan y Alex, pero también Davinia, una "amiga especial" de Alan desde hacía muchos tiempo, y que también conoció a su padre.

El momento más duro para ella fue cuando el féretro fue introducido en la tierra.  Entonces no pudo más, y de no haber sido por los brazos firmes de Alex, se hubiera caído al suelo.
La casa estaba llena de gente.  De personas que no conocía, que nunca había visto, que no la importaban en absoluto.  Se sentía totalmente desamparada, aunque no fuera así, porque toda la familia e incluso los obreros del rancho, trataban de que no se sintiera mal, pero era algo inevitable.  Porque no sólo había perdido a su padre, su apoyo, su refugio.  También todo lo que había constituido su vida, sus amigos, su casa...  Todo, lo había perdido todo, de golpe, de una sola vez.  Estaba tan fuera del mundo que ni siquiera la importaba lo que fuera de ella, lo que tendría que hacer para sobrevivir.  Eso no era importante; sólo quería estar sola y que todos la dejasen en paz.

Poco a poco todos regresaron a sus casas, y los Preston se quedaron solos.  Alan pidió a Davinia que no se marchara,  que permaneciera, al menos esa noche, con ellos por si Anna necesitara la mano amiga de una mujer.  Dormiría en el cuarto de invitados.

Davinia había estado toda su vida enamorada de Alan, pero él eligió a Rose, la joven más bella y mejor persona de todo el lugar.  Ella ocultó su amor y siguió adelante con su vida.  Al cabo de cinco años del fallecimiento, de su mujer,  Alan se acercó a ella y comenzaron una amistad que se tornó en amante pasado un tiempo.  Ambos estaban solos, ambos se necesitaban y ella le ayudaría a educar a su hijo  que estaba afectado por la muerte de la madre.  Pero desde el principio la dejó claro que nunca pondría a ninguna mujer en el lugar de su esposa.  Que seguiría amándola toda su vida.  Pero la soledad se hacía cada vez mayor a medida que Alex se iba haciendo hombre.  Entonces miró a Davinia con otros ojos, y ella aceptó ese papel porque seguía amándole y se conformaría con tenerle de vez en cuando aunque no la quisiera.
Pero sí la quería; supo ganarsele con su amor, paciencia y bondad. Alan admitió que se sentía a gusto con ella, y Alex terminó por aceptar que su padre aún era joven, y aunque siguiera amando a su madre, también necesitaba a una mujer a su lado.  De esta manera, Davinia formaba parte de ese extraño núcleo familiar.  Se veían cuantas veces deseaban, aunque siempre se encontraban fuera del rancho, bien en casa de ella o en algún hotel.  Tenían regularmente relaciones seuales, pero ahí quedaba todo.
Alan pensaba muchas veces que estaba siendo egoísta porque se servía de ella sin nada a cambio.  Pero lo cierto es que se había vuelto a enamorar, aunque su amor fuera muy distinto al que sintiera por Rose.  El de ahora era reposado, tranquilo, con la tranquilidad que la edad va forjando en nosotros. El había pasado de la edad media de vida y ella le alcanzaría pronto.  Pero aún no estaba preparado para dar el paso definitivo, por mucho que Alex le animara a casarse con "su novia eterna", porque él se había acostumbrado a verla por la casa cada vez que la necesitaban.  Era una buena amiga y la quería, aunque nunca pudiera ocupar el lugar de su madre.

Davinia acompañó a Anna, hasta su habitación.  Le daba mucha lástima el ver a aquella joven tan abatida, algo lógico en su situación, y no sabía cómo consolarla.  La abrazó y la chica lloró en su hombro durante un buen rato.  La ayudó a acostarse y la subió un vaso de leche caliente para tomar un sedante que la hiciera dormir.  La trataba como si fuera su hija, y probablemente lo sería a partir de ahora.  Formaría parte de esa corta, pero entrañable familia que eran los Preston, sólo habrían de tener paciencia  con esta chica y hacerse cargo de la situación por la que estaba atravesando.

Aquella misma noche, Alan planteó a su hijo la misión encomendada por su amigo, y por la que Anna estaba entre ellos.  Alex se sorprendió y no le agradó en absoluto que tuviera que ser él, quién metiera en vereda a aquella niña mal criada, por mucha lástima que le diera su situación.

- Habrás de tener mano dura con ella.  Es lo que Thomás más me encargó. La consintió demasiado, aunque en su disculpa te diré que nunca pensó que podrían vivir una situación tan desastrosa como la que han vivido.  Pero por eso mismo hemos de "domarla" como a un potrillo, y eso tendrás que hacerlo tú.  Conmigo podría sentir más confianza dado que era amigo de su padre.  Pero a ti te hará más caso, te respetará más porque a penas te conoce.
- ¿ Cómo se te ha ocurrido hacerte cargo de esa misión. Hacerme responsable de su educación.  No es una niña pequeña a la que a fuerza de castigos puedas hacerla entrar en razón.  No me hace ninguna gracia; no me cae bien y yo a ella tampoco.  No puedes hacerme eso - le dijo con bastante enfado.

Pero si lo hizo. Alex dejo que pasaran unos días para que se fuera haciendo a la idea de cómo viviría de ahora en adelante, y se trazó un plan:

- Nada de perder el tiempo hablando con los amigos, que por cierto desaparecieron en cuanto supieron su situación
- Nada de ropa de marca. Vaqueros y camisetas y botas camperas
- Nada de coches ni salidas cada vez que quiera
- Y comenzar a trabajar con las primeras luces del alba, como hacemos todos.
-Nada de privilegios ni lástimas, porque eso no la facilitarán las cosas
- ¿ No querían mano firme ? pues se va a enterar.  Tendrá que comenzar por el principio, como cualquier peón, y eso no va a gustarle nada.  Y será a partir de mañana mismo.  Cuanto antes mejor.

Y cuando apenas las primeras luces del día comenzaban a salir, Alex entró en el dorritorio de Anna dando voces para despertarla, algo que consiguió de inmediato sobresaltándola.

-Vamos. Arriba.  Todo el mundo está en movimiento ya, y tú aún en la cama. Dúchate y baja de inmediato.

Y lo mismo que entró salió de la habitación.  No pudo evitar reir mientras bajada las escaleras para reunirse con el resto del personal.  Le hacía gracia la cara de susto que Anna había mostrado.

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