sábado, 15 de septiembre de 2018

Algún lugar en la tierra - Capítulo 24 - Pacto

Al llegar,  y tras dejar los caballos en las caballerizas, Anna a paso ligero entró en la casa, preguntando por su hijo.  Teresa y Dolores la miraron con preocupación, temiendo lo peor que pudiera haber ocurrido.  Tomó al niño en sus brazos y le abrazó con tanta fuerza que la criatura protestó.  Se lo subió a la habitación. Quería mirarle y contarle lo que debía hacer.  El niño la miraba y sonreía sin entender lo que su madre le contaba.  No había dado la oportunidad para que Alex hiciera lo mismo con el niño.Quizá como revancha, como para decirle que tampoco a su hijo debiera tocar.  Unos golpes, sonaron en la puerta

- Adelante - exclamó

Allí estaba Alex, con el gesto descompuesto mirando a los dos.  El niño restregaba sus manitas sobre su naricilla, señal de que iba a dormirse de un momento a otro.  Ella lo tomó en sus brazos y se dirigió a la salida

- ¿ Dónde vas? ¿ Tampoco puedo ver a mi hijo ? - preguntó él
- Es tarde, tiene que dormir- respondió secamente ella

Tardó mucho en volver a su habitación, no esperaba que él estuviera aún allí.  Al entrar le vió sentado frente a la ventana.  Su cara había cambiado  en a penas unas horas.  Tenía arrugas en la frente, y en la comisura de los labios.  Los ojos estaban algo hundidos y demacrado.  Por un momento sintió pena al verle tan abatido;  se había dado cuenta de que iba en serio y también que  evitaría en lo posible que tocara a su hijo.  Estaba verdaderamente dolida, y no admitía término medio.
Como si él no estuviera en la habitación, sacó una maleta y comenzó a llenarla de ropa.  Alex abría los ojos de par en par:  su amenaza la cumpliría.  Tenía que hacer un último intento para que las cosas no se desbordaran y comenzó a hablar pausadamente mientras la veía hacer

- Ya no sé cómo pedirte perdón. Ni qué hacer para que me escuches.  He repetido miles de veces que soy culpable de no habértelo dicho antes, pero no de dejarte de querer, porque te he amado desde el mismo instante en que te vi. Supe que serías la mujer de mi vida y así lo creo.  Mi error ha sigo grande, y estuve ciego al hacerlo. Sigo sin entender cómo llegué hasta su cama, porque estaba loco de contento al pensar que al día siguiente estaría contigo y con nuestro hijo. Y fue ese pensamiento el que me desveló a pesar del cansancio, y por el que bajé a tomar una copa y  me encontré con ella.. No fue un encuentro pactado, te lo juro.  Te repito una vez más que sólo fue lo que fue.  No me atrajeron sus curvas ni su belleza; nada de eso necesito. Me enamoré de tí por cómo eres.  He estado con varias mujeres, pero sólo contigo siento una excitación permanente.  Te deseo constantemente mañana, tarde, noche, a cada segundo.  La atracción que siento por tí, no la he tenido jamás por ninguna otra. Ni por Olivia ni por Charlotte, por ninguna.  Cuando te veo y acaricio tu piel, siento un placer infinito que deseo y busco. No tenía derecho a serte infiel, pero es que no lo he sido.  En mi vida sólo estás tú, sólo te deseo a tí. Sé que ahora es difícil que me creas , pero esa es la realidad.  Te he abierto mi corazón en canal, y sólo espero que pase tiempo y volvamos a ser lo que éramos.  Pero por favor, no te vayas.  No te alejes de mi ni alejes a Junior.  Viviré en la cabaña, no te molestaré.  Pero al menos sabré que estáis en casa y  podré verte aunque sea a través de una ventana. Por favor, es lo único que te pido.

Anna estaba de espaldas a él. No quería que la viera llorar porque sus palabras se estaban clavando dentro de su corazón. A pesar de todo le amaba con toda su alma. Tenía tristeza y decepción y aún seguía queriéndole. Sabía que estaba diciendo la verdad, lo que sentía, pero ella también sufría y necesitaba tiempo para apaciguar su alma.  Necesitaba alejarse un tiempo y tratar de asimilar lo ocurrido, y después... No sabía lo que pudiera ocurrir.  Se dio la vuelta y le miró de frente.

- Está bien. Acepto tu plan.  Vivirás en la cabaña y podrás ver al niño siempre que lo desees. Yo no pisaré esa casa, así que tendrás que venir a buscarle tú mismo si quieres pasar algún rato con él.   Pero necesito marcharme de aquí, siquiera por unos días.  Necesito alejarme de tí, no verte, ni escucharte, ni que tú me mires. Quisiera hacerme invisible.  No sé donde iré, no muy lejos, pero llevaré al niño conmigo.  Dejaré todo dispuesto en la oficina  para que Fred se haga cargo, y después me iré.  Creo que ya lo hemos hablado todo y no tenemos más que decir.

- ¿ Puedo tener alguna esperanza ?
- No lo sé. Ahora mi cabeza es un laberinto, , es una lucha permanente y soy incapaz de reflexionar.  Por eso quiero estar sola, alejarme de todo y de todos.  Lo que ocurra mañana, o la semana próxima, está por decidir.
- Está bien.  Me quedaré con eso y la esperanza.

-.  Salió con la misma tristeza que entró.  Se moría de ganas de abrazarla y besarla, pero ni siquiera lo insinuó porque sabía que la respuesta sería un no rotundo.

Desayunó un café mientras Dolores daba la papilla a Junior.  Ya lo tenía todo listo. en cuanto terminara saldría de allí sin saber cuándo regresar.  Iría en el coche y tenían un largo camino por delante.  Iría a casa de sus suegros para que vieran al niño, y después no sabía si seguiría hacia otro lugar o estaría con ellos.  La bolsa con lo necesario para Junior ya estaba dispuesta, y lo de ella también. Dio unas vacaciones a Dolores mientras ella estuviera ausente, algo que a ninguna de las dos hermanas agradó por toda la carga que su ausencia suponía.  Sólo el tiempo cerraría esa herida tan profunda.

Se dirigió hacia donde estaba Alex para que se despidiera del niño.  Se notaba que no había dormido.  Estaba descuidado, sin afeitar, algo que nunca había ocurrido.  Era pulcro en grado sumo, por eso la causó más impacto el verle en ese estado.  Le miró pero no dijo nada, sólo dejó que él la diera un beso en la mejilla.

- ¿ Llamarás cuando lleguéis a donde quiera que vayáis ?
- De acuerdo, te llamaré.  Y ahora hemos de irnos
- Pero dime al menos dónde vais Creo que eso no es pedir demasiado
-A algún lugar en la tierra que encontremos a nuestro paso. Ahora mismo no lo sé. .No es que no quiera decírtelo, es que no lo sé.
-Pero el niño...
- ¿No me crees capaz de cuidar a mi hijo?
- Vale, vale. Haz lo que quieras.

Y dando media vuelta, con el niño en brazos palmoteando  y sonriendo a su padre, se alejaron hacia su coche. ¡ Qué diferencia ! .  De querer estar siempre juntos, a lo de ahora:  separarse.  Tener que irse para alejarse..  A Alex el corazón se le desgarraba ¡ Cómo había cambiado todo en tan poco tiempo!

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