viernes, 14 de septiembre de 2018

Algún lugar en la tierra - Capítulo 21 - La falsa verdad

Estaban muy satisfechos.  Todo había salido a pedir de boca. No se había perdido ni una sola cabeza de ganado:  habían hecho un buen negocio, lo que ello significaba que habría una paga extra para todos. El rancho  premiaba a sus obreros con esas ayudas que para todos  eran bien venidas, porque a pesar de que ganaban un buen sueldo, siempre habían gastos extras, sobretodo en los hogares donde había niños.  Otros lo ahorraban para pagar la universidad a alguno de los hijos que deseara estudiar una carrera.  También la habría para Charlotte, en este viaje había  comprado  un buen semental.  Se reunieron todos para cenar juntos, y después cada uno haría lo que quisiera.  Al día siguiente regresarían a casa.
Alex llamó a su mujer como cada día; estaba muy contento por todo lo bien que había resultado todo, y por regresar al rancho.  Estaba deseando abrazar a su mujer y a su hijo.  Tras un largo rato hablando con Anna, se despidieron. 
Alex no tenía ganas de irse a dormir aún, por eso decidió entrar en la cafetería del hotel y tomarse una copa relajadamente.  Y allí se encontró con Charlotte, que hacía lo mismo sentada en la barra.  Por un instante recordó lo que su mujer decía de ella : una bella mujer, de curvas ampulosas y redondas...", y sin querer, su vista la dirigió hacia esas curvas y tuvo que admitir que estaba francamente bien.

Ella al verle le sonrió y le invitó a sentarse a su lado.  Ella iba por la segunda copa.  El admitió la invitación y comenzaron a charlar de lo único que tenían en común el trabajo,  Pero poco a poco, la charla fue derivando al terreno más personal al tiempo que iban subiendo las copas.  Y Alex se olvidó de que era una empleada suya, de que estaba casado, de que terminaba de hablar con su esposa hacía poco tiempo... etcétera. Cuando quiso darse cuenta estaba metido en la cama de Charlotte haciendo el amor con ella.  No hubo sentimiento de amor, no la quería, ni siquiera era el tipo de mujer que podría gustarle, pero el caso era que estaba tumbado a su lado y ambos desnudos.  De repente se levantó como un resorte de su lado, ante la extrañeza de ella que esperaba aún más.  Alex recordó la sentencia de Anna : " una mujer entre tantos hombres, habrá problemas "  Y ya lo creo que los tendría si llegaba a enterarse de lo que acaba de ocurrir.

-Esto no debió pasar, Charlotte.  Creo que los dos bebimos demasiado.  Yo amo a mi mujer por encima de todo, además acabamos de tener un hijo.  Esto ha sido un gran error y mucho me temo que lo voy a pagar caro.
- No te preocupes tanto. Yo no voy a decírselo.  Por mi no se enterará. Los hombres siempre hacéis lo mismo, como si la mujer fuera la única culpable. ¿ Por qué no lo pensaste antes?  No se enterará, ya lo verás ¿ quién va a decírselo? Yo no, desde luego y solo estamos tú y yo.
- Pero yo sí lo sabré, y cada vez que me acerque a ella recordaré este encuentro que no debió producirse.
- Si te acuerdas del encuentro, como tu le llamas, es que te ha gustado.  Es inevitable, así que no te atormentes

Se vistió y sin decir nada salió de la habitación.  En el ascensor se encontró con uno de los capataces. Al ver de donde venía, no dijo nada, pero el hombre se dio cuenta de inmediato de que salía  de un sitio que no era el suyo.

- ¿ Quieres una última copa ? - le dijo Alex tratando de desviar la atención de él.
- Gracias Alex, pero me voy a la cama ya . Hemos estado echando una partida en la habitación de Willy y ya no quiero seguir jugando.  El día ha sido largo y mañana hay que regresar a casa.
- Si. Ya tengo ganas de ver a mi familia.

Al pronunciar la palabra familia, fue como si un hierro candente le hubiera quemado los labios. Por primera vez les había fallado, además en algo que no le hacía falta y ni siquiera sentía atracción por ello.  ¿Cómo podría besar a su mujer habiéndolo hecho con otra? ¿ Cómo a su hijo ensuciando su carita?  Era un tormento para él; no merecía la pena tener un rato de placer y media vida para arrepentirse de haberlo tenido..
Ambos hombres se bajaron en la planta primera, piso en el que ambos tenían su habitación.  El resto estaban hospedados en la tercera ,  que es de donde bajaba Alex.

Tomaron el tren hasta Laredo, y Alex en lugar de estar con sus compañeros de trabajo, se aisló con la excusa de que le dolía la cabeza.  No tenía ganas de ver a nadie, ni siquiera a su mujer, porque sabía que en algún momento ella iba a saber la verdad.  Debía decírselo él, antes de que fueran la comidilla y se enterara de mala manera.  Pero ¿ cómo ? ¿ Cómo decirla que se había acostado con ella? Que no la hizo caso, y al contrario la defendió.  Debía tener un sexto sentido para presentir todo lo que al final ocurrió, y a eso es lo que le daba miedo, de que hiciera o dijera algo que delatase su  noche de infidelidad.  Había prometido al casarse con Anna que jamás la traicionaría, y bastaron unas copas, para sentirse atraído hacía aquella mujer.  La despediría, pero si lo hacía ahora, también sospecharía que habría ocurrido algo y por eso la echaba a la calle.  Dejaría pasar unos días; ya encontraría cualquier pretexto, pero no podía dar lugar a que se repitiera lo ocurrido.

Y llegó a casa y abrazó a su mujer como si hiciera un siglo que no la viese, y cogió a su hijo en brazos y estuvo jugando con el.  Nunca a su regreso, había tenido tanta explosión de alegría.  Anna pensó que efectivamente le habían salido muy bien las cosas para actuar como él ,lo estaba haciendo.  Y la cena fue corta.  Acostaron a Junior y fueron a su dormitorio.  Estaba deseando quedarse a solas con su mujer.  Al tiempo, ella se extrañaba del estado de excitación que tenía; eran nervios más que otra cosa, y no se explicaba el por qué,

Impaciente comenzó a desnudarla y él también lo hizo.¿ Por qué estaba tan nervioso?  Sólo habían estado cuatro días separados.  Ni siquiera cuando terminó la cuarentena la hizo el amor con tanta desazón, con tanto furor ¿Qué le ocurría? ¿ Por qué ese cambio? Algo había sucedido en ese viaje que le tenía tan alterado.  Pero se olvidó de sus pensamientos porque ella también respondió a la ansiedad de su marido, que insistentemente no dejaba de besarla, pero no en los labios, sino en la frente, en las mejillas por el cuerpo, pero no en la boca.  Ella sabía que le encantaba besar sus labios y mordisquearselos cuando estaban en pleno éxtasis.  Pero ahora no lo hacía  ¿por qué ?  ¿ Que había cambiado ?
Pero al fin se dejó llevar y culminaron ambos exhaustos y jadeantes.  Había sido el acto más explosivo desde que se casaron.  Nada cambió en su forma de dormir, ni al despertarse.  Sus vidas siguieron como si tal cosa.
Alex,   evitaba encontrarse con Charlotte y procuraba transmitir sus órdenes a través de algún capataz.  Pero esa actitud terminaría por extrañar a todos, ya que nunca había estado  así con ella.  Entre algunos de ellos se miraban y sonreían, Solo el capataz del ascensor imaginaba lo cierto de lo ocurrido, pero no sería él quién interviniera en las murmuraciones. No sólo por Alex que era un buen patrón, sino por respeto a su mujer y a su hijo.  Nunca diría nada aunque tuviera la certeza de lo ocurrido tras la puerta de la habitación de ese hotel.


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