sábado, 15 de septiembre de 2018

Algún lugar en la tierra - Capítulo 26 - De repente Austin-

Alex había sacado todo lo de la cabaña.  Había pintado sus paredes y había amueblado de nuevo la casa.  No quería nada que le recordase que en ella había vivido Charlotte. Y esperaría paciente a que su padre le dijera que podía recoger a su familia. Cada tarde, después de trabajar, montaba a caballo y se dirigía hacia La Charca.  Allí se unieron por primera vez y allí se separaron también por primera vez.  Pero ese lugar tenía un gran significado para ellos.  Anna había ido hasta allí el día que se enteró del problema.

Hacía días que tenía una idea rondando por la cabeza y deseaba llevarla a cabo.  Dado que aquellos terrenos eran de su propiedad, construiría una casa y dejaría La Charca  dentro de su terreno.  De este modo podrían pasar los fines de semana allí con tranquilidad y podrían bañarse como quisieran sin temor a ser vistos por nadie.  A ella la gustaba el terreno semi salvaje que la rodeaba, la dejaría así.  Pondría una cerca para que nadie pudiera entrar , nada más que ellos.  Y delante de la casa sembraría flores; formaría parterres de rosas, y flores de distintos colores como le gustaba a Anna.

De hecho hacía dos días que estaba tramitando el papeleo para empezar a construir.  Había hablado con los arquitectos y los jardineros paisajistas, todo a punto cuanto antes, por si ella regresaba pronto.  Quería darle esa sorpresa a modo de reconciliación.
Pero la espera se dilataba. Ya había pasado un mes desde que decidiera ausentarse, y por mucho que insistía a su padre, Alan seguía sin dar la autorización para el encuentro.

La nostalgia, el disgusto, el estres, los nervios, habían podido con ella y cayó enferma.  Los médicos les decían que físicamente no tenía nada, pero anímicamente estaba tocada.  Sólo cabía esperar a que los medicamentos hicieran efecto.  Alan sabía que el único medicamento que necesitaba era a su marido, y por fin aquella tarde, llamó a Alex y le dijo:

- Ven a verla.  No se encuentra muy bien y por eso no puede viajar aún
- ¿ Qué está enferma ? ¿Y no me habéis dicho nada ?  Se trata de mi mujer. Por Dios Santo ¿ Te lo ha pedido ella? ¿ Te dijo que no fuera ?
- No . Después de hablar contigo la primera vez, al día siguiente amaneció con fiebre, pero no le dimos importancia. Pero no mejoraba y llamamos al médico.  El diagnóstico que nos dió es tener paciencia. Está deprimida.  Por eso no quería avisarte esperando su recuperación, pero creo que quién puede curarla eres tú.
- No, no, no..¿ Y el niño ?  Lo que está pasando es demencial
-Junior está precioso y cuando la ve se vuelve loco dando grititos. Es el único que hace que remonte un poco.
- Lo organizo todo y salgo para allá de inmediato.

Partió sin más demora. Los kilómetros se le hacían eternos.  No hacía más que dar vueltas a la cabeza que su mujer estaba enferma por su culpa. Era una mujer fuerte y sana, para nada deprimida.  Pero él con su locura ha hecho que enfermara.  Se agarraba al volante con todas sus fuerzas como si por ese gesto, el coche pudiera ir mas deprisa.  Cuando llegó a Austin estaba anocheciendo.  llamó al portero automático y fue Davinia quién atendió la llamada.

- Abrid - fue su escueta demanda

A penas saludó a sus padres impaciente por ir a verla.  Le condujeron hasta la sala en donde estaba sentada mirando hacia la calle.  Tenía el niño en brazos dormido.  La encontró más delgada y desmejorada.  Con un nudo en la garganta, avanzó hacia ella que volvió la cabeza en ese instante.  Alex la abrazó y escondió su cabeza en el pecho de ella llorando.  Anna a penas hablaba sorprendida por la presencia de él.  Acarició su cabeza que también besó incrédula por si lo que sentía era real. o no.  Alan y Davinia, respiraron aliviados: al fin curarían  sus heridas.  Les dejaron solos recogiendo al niño de los brazos de la madre.  Ellos tenían que hablar, decirse muchas cosas.  No importaba el tiempo que tardaran, pero debían hacerlo cuando la emoción se lo permitiese.


- ¿ Por qué has venido ? ¿ Por mi, porque estoy enferma? No tengo nada en especial.  Todo lo curará el tiempo.  No debieron decirte nada
-¿ Crees eso en serio ? ¿ Hasta cuándo va a durar esta situación que nos está matando? Mientras venía hacia aquí, creí volverme loco.  Estás enferma por mi culpa.  No sé qué puedo hacer para obtener tu perdón y seguir adelante con la vida. Yo te quiero más que a nadie. Me abriría las venas si me lo pidieras  ¿cómo voy a convencerte de eso?
- Estás aquí.  Estás aquí

No pudiendo contener más su llanto, estalló en sollozos convulsos, dando suelta a toda la angustia que oprimía su pecho causante de su depresión. Pero él estaba allí y la estaba abrazando y besando su cara. Y todos aquellos reproches que le hizo de que no admitiría besos porque habían sido de otra mujer, lo borró de su memoria y los quiso.  Es más los necesitaba.  Y Alex no paraba de besarla y ella se dejaba hacer, porque eran un bálsamo para su mal.  Eran torrentes de aire fresco en su rostro. Y tomó la cara de Alex entre sus manos y le beso en los labios, aquellos labios de los que había renegado. Y él sintió que su corazón estallaba de felicidad. Al fin había venido la reconciliación. Había esperanza para él.  Había pagado un alto precio por aquella insólita aventura, pero ahora todo será diferente.

- Has de ponerte bien. Te necesitamos Junior y yo.  Mucho, más de lo que imaginas.  Te quiero rebelde y protestona, pero dulce y sensual. Te quiero como eras antes de todo este jaleo.Yo estaba loco por tí y lo estaré mientras viva. Tú eres quién mueve mi mundo, y te necesito para respirar.  Si antes hubiera tenido alguna duda, en esta temporada se ha despejado totalmente. No me interesa nada de lo que tenga o pueda tener, si no te tengo a ti a mi lado para disfrutarlo.  Eres , has sido y serás la única mujer de mi vida.  Mi único y verdadero amor. Vivo,  cada mañana cuando te veo dormir a mi lado.  Es la energía que me transmites durante todo el día.  No podría vivir de otra manera.
-Alex, yo también te quiero, de la misma forma que tu puedas quererme, por eso me dolió tanto.  Si no hubiera sido por Junior, no me hubiera importado morir en ese momento en que me enteré
- Te prohíbo que vuelvas a decir eso. No pienses en eso.  Tenemos mucha vida para vivirla juntos, y muchas cosas por hacer.  Muchos proyectos que realizar.  Te necesito a mi lado, a cualquier hora del día o de la noche.  Estoy viviendo un infierno desde que te alejaste.  Dime que regresarás cuando mejores.  Dímelo, necesito oírtelo decir.

- Si, amor mio.  regresaré con vosotros a nuestro hogar, porque es allí el lugar de la tierra en el que quiero vivir y no en cualquier otro.  Allí están mis raíces y sobretodas las cosas allí estás tú, y Junior, y el próximo hijo que vendrá.  Llévame a casa.  Prometo no volver a recordar este incidente. prometo no volver a reprocharte nada al respecto nunca más. Prometo seguir amándote cada día más.  A cambio te pido que renuncies a pedirme perdón más veces, porque cada vez que lo haces, vuelve a mi memoria el por qué lo pides y quiero borrarlo   de nuestras vidas para siempre.  Prométeme que me contarás todos los problemas que surjan en nuestras vidas, por muy dolorosos que sean.  Soy tu mujer para todo, para las malas cosas también
- Te lo prometo.  Nunca habrá más secretos entre nosotros.

Se volvieron a abrazar y besar largamente.  Aquello era el cielo, un cielo radiante limpio, sin nubes con un sol radiante que se abría nuevamente ante ellos.  Habían perdido la noción del tiempo.  Querían recuperar la separación y no se dieron cuenta, que tras la puerta de esa habitación, habían dos personas anhelantes de saber lo que estaba ocurriendo y un pequeñín que lloriqueaba porque echaba en falta a su madre.

Al fin la puerta se abrió y ante ellos estaban unos radiantes Alex y Anna, abrazados por la cintura y sonrientes.  Anna había perdido su tristeza y ahora recobraba su sonrisa y dulzura de siempre.  Alex partía su cara en dos de la sonrisa que tenía.  No hacían falta palabras ellos eran un libro abierto en el que se podía leer que todo se había solucionado.  Tanto Alan como Davinia, se miraron y respiraron aliviados.  Alex tomó a su hijo en brazos, besando su carita repetidas veces; hacía mucho tiempo que no le veía, pero el niño no le había olvidado y sonreía acariciando su cara.  Lo vivido durante ese tiempo y este momento, no lo olvidaría nunca,  porque ello representaba lo que jugó a una carta marcada, lo que perdió y volvió a recuperar.  Sería una lección bien aprendida.




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