lunes, 17 de septiembre de 2018

Algún lugar en la tierra - Capítulo 29 - El estreno

A pesar de que aún hacía buen tiempo, pero en aquél entorno y la casa sin habitar, la temperatura era baja.  Alex encendió la chimenea: era lo que faltaba para que se convirtiera en un lugar mágico.  Delante de ella había un sofá grande de piel y a sus pies una alfombra gruesa, tan gruesa que se enterraban los pies en ella al posarse  La había elegido con toda intención.  Una idea se le cruzó por la cabeza cuando la vió, y ahora estaba a punto de hacerla realidad.  Mientras recorrían el entorno la casa tendría la temperatura ideal.

- Mira también mandé construir una pequeña caballeriza, así podremos guarecer a los caballos cuando vengamos.  ¿ Te gusta el jardín ?  Puedo rectificar algo si no está a tu gusto- la decía entusiasmado al ver el rostro de asombro de Anna
- Alex ¡ es mágico ! ¡ Es extraordinario, maravilloso !  ¡Y lo has hecho por mi!
- ¿ Y por quién iba a hacerlo ? ¿Cuando te convencerás que eres mi universo, tú únicamente.?

No pudo reprinmir el llanto por la emoción que sentía.  El la abrazó y le dijo muy quedamente

- Eh, eh.  Lo he hecho para disfrutarlo, no para hacerte llorar. Dime que te gusta
-¿ Qué si me gusta ? No tienes ni idea.  Te quiero ¡tanto! Nunca hubiera imaginado que terminásemos así, porque nuestros comienzos no fueron buenos.  Pero sin duda alguien movió unos hilos invisibles que nos condujeron hasta este lugar, a nuestro propio paraiso. Respira tranquilo, mi amor.  Es un sueño hecho realidad.  Es maravilloso porque todo ello está impregnado de amor y eso, justamente, es lo que me emociona. Si alguien me hubiera dicho que mi destino sería aquí, contigo, nunca lo hubiera creído. Y ya ves, aquí estamos y ya no concibo la vida sin tí, sin Junior, sin el rancho, sin las personas que lo integran, sin esta tierra que me acogió.  Aquí deseo echar mis raíces para siempre, contigo a mi lado.
- -Amor mio.  No podrá ser de otra manera, porque el destino nos empujo uno hacia otro.  Y el destino es poderoso.  Me has enseñado a vivir felizmente; tenemos un hijo precioso.  Todo nos va bien.  Nos amamos y juntos afrontaremos todo lo que la vida nos traiga, pero juntos, de la mano, podremos con todo, bueno o malo, pero siempre juntos.  Hace fresco, entremos en la casa.  No quiero que tengas un resfriado.

Anna estaba emocionada, contentísima, asombrada y sobretodo llena de amor hacia su marido.  Cada día la daba muestras de ello, pero la de hoy fue ¡ tan inesperada, tan mágica ! que no sabía qué decir.

Al entrar en el salón miró a su alrededor, mientras Alex revisaba la chimenea.  Se había calentado y había una temperatura ideal.  Se fijó en la alfombra y de pronto comenzó a desvestirse.  Al girarse Alex, extrañado, la preguntó

- ¿ Qué haces ? ¿ Acaso me has leido el pensamiento ?

El hizo intenciones de seguir el ejemplo de ella que ya se había desnudado por completo,pero Anna le frenó en seco

- Ni se te ocurra. Deseo desnudar a mi marido, así que déjame que lo haga.  Hoy me siento lujuriosa, así que prepárate.-.  Alex levantó los brazos como diciendo
- Está bien.  Aquí estoy, haz lo que quieras

Y lo que quería estaba claro:  disfrutar plenamente de él.  Y estaban en el lugar indicado, sólo que ahora no podrían bañarse en el lago, pero tenían una alfombra muy tentadora delante de la chimenea.  Podrían revolcarse en ella y hacer cuanto quisieran.  Estaban en su paraíso particular, libres,y libres se amarían.  Y se amaron intensamente como si fuera el último día de sus vidas, pero en realidad era el comienzo de algo hermoso,,aunque ellos aún no lo sabían.

Nueve meses después de aquél día, llegaba al mundo Elva, una niña preciosa que se parecía extraordinariamente al padre.  Alex estaba loco de contento y Junior sonreia al verla y escuchaba atentamente las palabras que su padre le decía para que cuando creciera un poquito la cuidase, lo mismo que él cuidaba de mamá.

Hubo paga extraordinaria para todos los obreros con motivo del nacimiento de su hija.  Hicieron una barbacoa a la que todos ellos estaban invitados el día que regresó de la clínica con su hija en brazos y Junior de la mano de su padre.  Teresa y Dolores muy emocionadas  se peleaban por tomar a la niña en brazos, que era sonrosada y preciosa,

- ¡ Qué bonita es, señora ! Claro, ustedes son muy guapos, así que no es de extrañar que tengan hijos preciosos.
- Gracias Dolores.  Mucho me temo que te ha venido un nuevo entretenimiento
- Me encanta señora.  Junior ya no me necesita tanto y yo les quiero y es un placer trabajar para ustedes.

Alex había comprado vino de California y la barbacoa estaba en todo su apogeo.  Todos estaban contentos y las risas y los cánticos obscenos de los empleados resonaban por todos lados. Algunos de ellos estaban acompañados por sus mujeres y sus hijos.  Todo era armonía.  Anna se disculpó y después de comer, se recostó un poco.  Se sentía un poco cansada, quizá la culpa fuera por las emociones vividas al sentirse queridos por la gente que trabajaba para ellos.  Y así transcurrió esa gran fiesta en el rancho Preston.
Anna no acudiría al trabajo hasta pasados unos días; hasta que se hiciera con el control de Elva; ya tenía experiencia por lo que no la costaría tanto como cuando nació Junior.  Era un matrimonio feliz y unido, y este estado de ánimo se reflejaba en la casa y en el trabajo.  Los obreros trabajaban con serenidad, sin agobios, pero por eso mismo lo hacían mejor y sin problemas.
Estaban muy considerados entre sus vecinos.  Le hicieron director de la cooperativa  con el máximo consenso;  sería algo más de trabajo, pero lo haría gustoso por ayudar a sus vecinos y amigos.  Quizás algún día necesitara la ayuda de ellos y estaba seguro que la tendría.

En su época adecuada, habían sembrado los cereales y preveían una cosecha extraordinaria.  Alex con algunos de sus hombres, seguían con su ruta hacia Arizona.  El ganado había crecido y el rancho tuvo que adecuarse para su ampliación.  Todo bajo las expertas manos de Alex y las orientaciones económicas de Anna.  El capital había aumentado mucho, y por ese motivo, premiaban de vez en cuando con algún sobre, extra a sus obreros.  Eso también redundaba en el interés de ellos por cumplir escrupulosamente con la tarea encomendada.  Todo marchaba bien , pero...

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