sábado, 8 de septiembre de 2018

Algún lugar en la tierra - Capítulo 6 - El baile de la cosecha

Desde el día en que montó a caballo, la relación con Alexander se había suavizado bastante, pero no por eso bajó la guardia.  Aún la quedaban resabios de niña rica, así que ayudó con la cosechadora y en la oficina junto a Alan.  Procuraba tener el menor contacto con ella porque su relación era tensa.

Alex salió con una partida de ganado y estuvo bastantes días fuera de casa. Anna se ganó un puesto al lado de Alan que la reclamó para ayudarle con los números, y nadie mejor que ella que había estudiado económicas.  Su colaboración fue muy aplaudida porque además de quitarle trabajo, ella se manejaba mejor con el programa del ordenador y sabía mejor calcular los costes y los beneficios.  Se notaron las ventas, no sólo porque se ampliaron, sino porque al calcular al céntimo los costos , los beneficios también se notaron.  A pesar de todo, cuando Alex regresó de su viaje y fue puesto en conocimiento del progreso, no dijo nada, ni a favor ni en contra; guardó silencio, pero quería que siguiera con lo que estaba haciendo.

 Era bueno que conociera todos los apartados del rancho, eso les facilitaría más las cosas y ella se volvería más dócil.  La cosecha ya estaba a punto de ser recogida y ese año había sido magnífica, por lo que todos estaban muy contentos y deseosos de acudir al baile que cada año se organizaba en la nave que tenían destinada para esos eventos.  Vendría un pequeño grupo musical para amenizar el baile, habría barbacoas por el día y bebidas y fiesta por las noches.
Las chicas lucirían sus mejores galas y tratarían de conquistar a algún mozo que se resistiera a sus encantos.
Todos esos preparativos dejaban indiferente a Anna, que en absoluto la apetecía ese jolgorio por animado que estuviera.  Se iría a la cama pronto; no le apetecía pasar una noche en vela viendo como las parejas bailaban unas danzas que ni sabía ni entendía.  Ese folklore no iba con ella.  Después de ese día completo de fiesta, cada uno de los jornaleros disfrutarían de sus vacaciones, hasta que en Septiembre volvieran a empezar de nuevo.  Todos hacían planes para ir a algún sitio.  Ella permanecería en el rancho junto a Teresa y su familia.  La encantaría volver a Nueva York aunque sólo fuera un par de días, pero eso estaba fuera de su alcance, porque aunque la pagaran un sueldo decente, no le daba para el viaje y la estancia allí.  Además no quería ir con vaqueros y botas.  Debía vestirse como siempre había hecho, y eso, precisamente estaba totalmente fuera de su alcance.  Suspiró resignada y sola se consoló

- Para el año próximo será.

Aunque sabía perfectamente que tendrían que pasar muchos años hasta poder hacer ese viaje.  No lo haría como una derrotada, sino todo lo contrario, pero para eso tendría que ahorrar al máximo. No obstante, después de tantos sacrificios, no la importaría gastarse sus ahorros en sólo dos días, pero no la verían  como a una pordiosera, sino como la vieron siempre.

Se sentó en el porche con un vaso de té frio y un bocadillo.  Hacía una noche preciosa, de temperatura suave y estrellas brillantes.  Todos se estaban arreglando para acudir al fiestón que se había preparado, todos menos ella que no iría.

  Alan y Alex bajaban de sus respectivas habitaciones comentando alegremente lo que esperaban de esa noche.Lo pasaría con Davinia y a mitad de la fiesta desaparecerían.  Ya no tenían edad para tanto baile;  les apetecía otra clase de baile, más inquietante y más seductor.  Alex, no decía nada, pero pensaba por qué demonios no se casaban y dejaban los rodeos a un lado, cuando todos conocían su relación de tanto tiempo.

Él  se daba por supuesto que se reuniría con Olivia y harían tres cuarto de lo mismo Anna,   no les vería, al menos en un día o dos.

Se extrañaron cuando la vieron que estaba sin vestir y comiendo
- ¿ Qué pasa ? ¿ A que esperas ? Se está haciendo tarde.  Seguro que ya está allí todo el mundo - la dijo Alan
- No iré, Alan. Además de que estoy cansada y soy una extraña, me resultaría incómodo.  No conozco a nadie y todos me mirarían como a u bicho raro.  Además no tengo nada adecuado que ponerme.  No, no iré. Me meteré en la cama o quizá vea televisión

Alex no dijo nada.  Se dirigió hacia el coche y se metió en él. No se sabría definir si lo pretextado por ella le había sentado bien o por el contrario lo había tomado como un desprecio.  No importaba.  No la apetecía acudir y no iría.  Ya era hora de hacer algo que ella quisiera.

- Si se enfada, ya se contentará.  No me veo en una fiesta como esa. ¡ Madre mia bailando con un vaquero ! rió su propio pensamiento, pero imaginó que ese vaquero bien pudiera ser al ceñudo y callado Alex

- Con él, desde luego que no.- Y tranquilamente les vio partir.

No podía quedarse dormida por mucho que lo intentara.  Encendió la luz de su mesilla de noche y vió que era pronto, sólo la una de la madrugada.  A estas horas la fiesta estaría en todo su apogeno.  Imaginó el baile de las parejas desbocadas y algo bebidas haciendo apartes buscando algo de privacidad.  Entre ellos estaría Alex.  O mejor no, él estaría con Olivia en la habitación de un hotel.  Y sintió envidia de sus vidas, de sus amores, de su forma de divertirse juntos.  Todo eso a ella le faltaba ni tenía previsto tener ningún cambio que difícilmente se produciría con el tipo de vida que llevaba. Apagó la luz.  Trataría de dormir

Se estaba adormilando, cuando entre sueños, le pareció escuchar  el sonido de las ruedas de un coche al circular despacio por la gravilla delante de la casa.  Sería alguno de ellos que llegarían hartos de fiesta.  Ni siquiera se movió;  siguió tratando de quedarse dormida.  Pero escuchaba unos pasos en las escaleras que se dirigian al piso de  arriba;  alguien se aproximaba.  Podría ser Alex o Alan que llegaban para dormir, quizá cansados.  Se dió media vuelta  de espaldas a la puerta.  El chirriar de la misma al abrirse despacio, hizo que se encogiera más en la cama, y de pronto sintió un miedo horrible

- ¿ Quién sería ?  Si al menos estuviera Alex o Alan para defenderla de cualquier intruso..  Alargó el brazo y muy despacio tomó la botella de agua que tenía sobre la mesilla.  Sentía que se aproximaba cada vez más y venía hasta su cama.  Casi podía sentir el aliento sobre su cara, sin pensarlo mas, extendió el brazo y con toda sus fuerzas asestó un botellazo al intruso que había invadido su habitación, empapando la cama de agua.

Sólo escuchó un quejido y  el romperse la botella al chocar contra alguien, saltó de la cama y se dirigió hacia la puerta, bajando las escaleras rápidamente.  Tenía que poner distancia, antes de que el intruso se repusiera de su ataque. Pero una voz conocida la hizo pararse en seco

-¡ Por Dios.! ¿ Te has vuelto loca ?

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