sábado, 15 de septiembre de 2018

Algún lugar en la tierra - Capítulo 25 - La huida

Y Alex la vió partir con el corazón roto. Sin saber a dónde irían, ni cuando volverían a verse. Si habría algún camino para el encuentro. ¿ Qué más podía hacer?  Volvió lentamente al trabajo que estaba haciendo. Estaba silencioso, no era el jefe simpático y dicharachero que gastaba bromas con sus empleados.  Ninguno de ellos hablaba tampoco, no tenían ganas.  Apreciaban a su jefe y lamentaban lo ocurrido, pero ellos no podían hacer nada.  Quién sí podía hacerlo acababa de irse con su hijo.  El panorama era poco alentador,

Hacía calor y Junior daba señales de que quería comer.  Miró su reloj y comprobó que había sobrepasado su hora.  Buscó en el mapa si había alguna gasolinera cerca donde pudiera parar, descansar y dar la comida al niño.  Pensó que probablemente se había precipitado .  El niño era muy pequeño y no deseaba mezclarle en las peleas de los mayores, pero dejarle tampoco  quería.  En este momento era su refugio, su único consuelo.  Debía estar con ella.  Junior tomó su comida y le sentó en su porta bebés. Al poco rato ya estaba dormido.  Le miró con ternura y pena a un mismo tiempo.  Los ojos se le llenaban de lágrimas.  Se acercó la camarera a ofrecerle café que rechazó; pidió un sandwich y agua:  esa sería su comida.
Mientras comía  y miraba al exterior pensó que por qué no ir a ver a los abuelos.  Se extrañarían al verles solos y probablemente la preguntarían el motivo.

- No, allí no.  Les daría un gran disgusto. Pero yo necesito hablar con alguien, alguien que no divulgue lo que nos ocurre.  Alguien que sepa escucharme y comprender. Decididamente es donde mejor podríamos estar. Verán al niño y estaré entre gente que me quiere..  Abonó la cuenta y después de acomodar a Junior en su cuco y sujetarle, emprendió el viaje hacia la casa de sus suegros.

Llegó a media tarde ante la sorpresa de ellos que no la esperaban y además les extrañó que Alex no viajara con ellos.  Hablaban como si todo fuera bien, aunque Davinia veía en su conversación que estaba algo apagada, y Alex se había quedado en el rancho.  Ató cabos y creyó que había pasado algo en el matrimonio.  No dijo nada; esperaría a que ella hablase, necesitaría hacerlo con alguien conocido y que la quería.  Acostaron a Junior tras darle la cena, y ellos se fueron al salón a charlar antes de ir a la cama.

Alan no sabía cómo sacar la conversación, pues intuía, al igual que Davinia, que algo había pasado entre ellos.  Hábilmente desviaba la charla hacia donde quería que llegase, y Anna, sin poder aguantar más rompió a llorar y les contó lo sucedido.  Davinia la  hizo una taza de tila, pues estaba muy nerviosa, y ellos muy disgustados

- Hija mía, la vida de un matrimonio es complicada. Hay infinidad de motivos por los que creer que tu vida se acaba, que la persona a la que amas te ha defraudado, te ha hecho daño.  Pero cuando hay amor firme y verdadero, todo se pasa.  Hay que dar tiempo a que todo se asiente.  No estoy justificando a mi hijo. No señor, no tiene justificación alguna, pero tú no debes ser más severa de lo que estás siendo.  Cuanto más difícil pongas las cosas, más tardía la reconciliación. Sé que estás dolida y seguramente  a quién le ocurra algo así reaccionaría del mismo modo, porque tienes razones para ello.   ¿Tu le amas aún ?
- Alan ¿ cómo me preguntas eso? ¡ Claro que le amo ! por eso estoy tan dolida.   Tenemos un hijo  ¿qué más prueba de amor ? No me lo merezco, de verdad.  Soy una esposa cumplidora con mis deberes como tal, y él también.  Nunca hemos tenido problemas de ese tipo; por eso es que me extraña lo pasado.  No lo entiendo, por muy atractiva que esa mujer sea. Lo cierto es que ya no me quiere como antes.  Que no le atraigo, que se ha cansado de mi.  No le encuentro otra explicación..

 Era muy tarde, de noche cerrada, así que a primera hora de la mañana hablaría con su hijo seriamente.

Se metió en la cama, y Davinia acudió a darle las buenas noches acariciando su cara.  Era como una hija para ellos.  La querían y les apenaba lo que ocurría, pero también sabían que ellos se amaban y que tarde o temprano, las aguas volverían a su cauce.  La tapó, la besó en la frente y salió de su dormitorio.  Alan y Davinia, comentarían el suceso que la había llevado hasta allí.

Anna no durmió bien.  Extrañaba la cama, pero más a su marido, sus buenas noches tan especiales,  su brazo rodeando la cintura y su cabeza pegada a la de ella. Su último beso del día y el del despertar.  Le echaba de menos rabiosamente, pero también tenía el corazón cansado y dolido.  Habían formado un hogar feliz y estable.  Estaban locos con su hijo y planificando otro cuando transcurrieran unos meses. ¿ Es que en verdad había dejado de amarla ? Su comportamiento no lo decía.  ¿ Se habría enamorado de Charlotte? pero ¿ cómo explicar la dolorosa despedida de hacia unas horas?  Las dudas la atormentaban.

Alan y Davinia, tampoco dormían.  Tomados de la mano comentaban lo narrado por Anna, y trataban por todos los medios de buscar una solución que les volviera a unir.  Sabía que los sentimientos de Alex hacia su mujer eran sinceros y profundos.

- Alan,   no entiendo nada ¿ Alex con otra mujer?
-Querida, los hombres a veces hacemos muchas tonterías en cuanto unas faldas nos provoca y no miramos más allá de nuestras narices.  No tenemos en cuenta las vivencias  que tenemos cada día con nuestra compañera.  Ni siquiera sabemos por qué lo hacemos si no tenemos ningún sentimiento hacia la persona con la que nos acostamos, pero lo hacemos.  Aunque después venga el sentido común y la conciencia a reclamar lo sucedido.  Estoy seguro que Alex lo está pasando fatal, y su mujer está destrozada. Un hogar tan feliz, con ese niño tan precioso y todo se ha ido al traste por cinco minutos de placer, si es que llegó a tenerlo.  He de hablar con él mañana mismo, en cuanto nos levantemos.  Y ahora cariño, tratemos de dormir si es que podemos.  Apagó la luz y se abrazó a Davinia.

Junior se despertó a su hora, era muy temprano y Anna ya no podía estar más en la cama. Tras asearse y vestirse, salió a la cocina a preparar el desayuno de su hijo, pero ya sus suegros estaban desayunando, así que al menos lo harían en familia. Ellos se mostraban extremadamente cariñosos con ella y con el niño, al que Davinia adoraba,posiblemente por no haber tenido hijos. Consideraban que era su nieto y aquella mujer joven acongojada, su hija.  Sonreían como si nada les apenase, algo que Anna difícilmente podía disimular  que su noche no había sido todo lo relajada que era de esperar.
Alan se había puesto de acuerdo con Davinia en que salieran con el niño con cualquier excusa, y mientras Alan hablaría con su hijo. Sabría al fín donde estaban, y que no debía preocuparse.  Pasaría unos días con ellos,  como unas pequeñas vacaciones.  de este modo podrían atemperar los nervios y el estrés que ambos padecían.

Cuando las mujeres salieron llevándose al niño, Alan llamó al rancho y reclamó la presencia de Alex

- ¿ Pero en qué demonios estabas pensando ? ¿ Es que te has cansado de tu mujer?
- ¿ A qué viene eso ?
- Ella está aquí. Ha venido buscando refugio y cariño.  Nos ha contado todo, me da miedo no vaya a caer enferma, y no lo digo por preocuparte, sino  porque está viviendo la situación que corresponde a un disgusto de esa categoría.  Si no la quieres, si ya no te gusta, haber hablado con ella  y hubierais buscado una solución para ambos

-- Basta ya papa. La amo con mis cinco sentidos. No deseo una situación como la que estamos viviendo. Se lo he tratado de explicar, pero no me cree, no me escucha.  ¿ Crees acaso que para mi está siendo fácil? Iré a buscarla. Ahora mismo me pongo en camino
- Alto, alto.  Déjala en paz.  Deja que pasen unos días y ella vaya asimilando y cambiando su manera de actuar.  Eso no se consigue en cinco minutos. La has herido muy profundamente, porque ¿ lo merecía ? Responde ¿ Es mala esposa?
- No. Naturalmente que no.  Es una excelente esposa en todos los sentidos y nos amamos profundamente.  Daría mi vida mil veces por mi familia. No ´se qué pasó por mi cabeza.  Creo que no habló mi cerebro sino otro órgano. Y habló muy mal, teniendo en cuanta que faltaban horas para reunirnos de nuevo.
-¿ Le has pedido perdón ?
- Mil veces, y si es necesario lo haré otras mil veces más, pero ella no quiere ni oír hablar del tema
- Bueno quédate tranquilo que ella está con nosotros, pero no vengas aún. Te avisaré cuando crea conveniente.  Hazme caso, hijo mio.  Ya he pasado por ese camino antes que tú.
- Cuida de ellos, papa.  Me dejas más tranquilo porque tampoco quiso decirme donde iría
- Bueno pues ya sabes donde están. Ahora calmaos los dos,  dejad pasar unos días.  Hazme caso, aguanta un poco más el chaparrón.  Ella lo está pasando muy mal, así que hazme caso en lo que te digo.  Yo te avisaré

Colgaron y Alex tuvo que sentarse.  Al menos sabía que estaba segura y protegida. Pero ¿ podría esperar hasta que su padre le avisara?

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