martes, 11 de septiembre de 2018

Algún lugar en la tierra - Capítulo 14 - Frente a él

Paró un taxi y le dió la dirección del hotel.  Allí le aguardaban Alan y Davinia completamente nerviosos.  Sería la hora de entrar Anna a su trabajo, mejor dicho ya era la hora pasada para ello.  No sabían qué hacer, pero ansiaban ver a Alex, sentarse con él, y que les explicara detenidamente todo lo ocurrido.  Anna,  estaba claro que necesitaba ayuda,  que su aspecto así lo declaraba.  Se lo había prometido a su padre y era su responsabilidad encontrar a la muchacha y que ella estuviese bien.


De Recepción avisaron que un señor por nombre Alexander deseaba subir a su habitación, y tras el permiso concedido, unos golpes llamaban a su puerta.  Se abrazaron como si hiciera un siglo que no se viesen.  Se sentaron los tres y Alan comenzó por contar a su hijo todo lo que había averiguado de Anna

La cara del muchacho iba cambiando de color a medida que el relato avanzaba.  No quería ni pensar que habría sido de su vida desde que viniera del rancho.  Sin a penas dinero y dada de lado por todo el mundo, de los que se llamaron amigos en su día.  Pero también le enfurecía el orgullo de ella, el no haber llamado  y haberle pedido que fuera a buscarla.  No daría su brazo a torcer  tan fácilmente.

Después de haberle puesto en antecedentes, fue Alan quién deseaba saber la verdad de todo, y Alex abrió su corazón.  Estaba ante sus padres y si quería solucionar lo que pasaba debía ser sincero con ellos.  Les relato  detalladamente lo ocurrido en La Charca y la respuesta de ella.  Creyó que su noviazgo con Olivia era mejor de lo que pensaba y decidió marcharse , ignorando las protestas de él que juraba y perjuraba que lo solucionaría todo.

-Vayámonos.  Se está haciendo tarde. Estoy deseando de una vez que estés frente a ella.  Ésto tiene que acabar por el bien de todos, porque ahora también nosotros estamos involucrados. Así que venga - dijo Alan mientras se ponía la chaqueta y Davinia recogía su bolso.

Alex se había quitado un peso de encima al sincerarse con su familia.  Era algo que tenía en el estómago que no le dejaba vivir.  A partir de ahora, sería ella quién tomara la decisión, de tragarse el orgullo y reconocer que también estaba enamorada de él y que no debió marcharse nunca de allí.  Habría soluciones de mil maneras, menos la que tomó

Metidos en un taxi, Alan dió la dirección a donde querían ir, y allí les llevó el taxista.  Ocultos entre la gente que iba y venía, desde lejos Alex la veía, y efectivamente no era ni su sombra de la muchacha que había estado en su casa.  Un nudo le apretaba el corazón, y hubiera corrido hacia ella, la hubiera tomado de la mano y se la hubiera llevado lejos de allí.

- Bien, ya has visto donde trabaja.  Nosotros nos vamos.  En el hotel tienes habitación reservada. Ya eres mayorcito, así que sabrás lo que tengas que hacer. Si no estás lo suficientemente seguro del paso que vas a dar, retrocede y márchate sin hablar con ella.  Desde aquí puedes verla, pero ella a tí no.  Así que haz lo que dicte tu corazón.
- Nos veremos luego.  No sé a qué hora , porque ella y yo tenemos que hablar mucho. Ya os veré.

Besó en la frente a Davinia, y Alan palmoteó en su espalda.  Alex avanzaba entre la gente sin perder de vista ni un instante el rostro de Anna, que diligente y simpática atendía a todo aquel que la solicitaba un perrito.

Estaba de espaldas a él, y cuando se giró Alex estaba frente a  ella,.  No podía creérselo  ¿Cómo sabía donde estaba ?  Nadie conocía a qué se dedicaba y mucho menos ellos.  A Alex las palabras no le salían de la boca y los ojos se le enturbiaban.  La mujer que quería estaba delante de él y era incapaz de decirle nada.  Había pasado el tiempo pero había sido un infierno ¿ Le seguiría queriendo ?  Ninguno de los dos hablaba.  Por fin Alex pudo articular palabra

- ¡ Por Dios Anna ! ¿ Por qué no me has llamado? ¿ Qué ha ocurrido ?
- Es una larga historia, y ahora no puedo contártela.  Me alegro de haberte visto.  Y ahora si me perdonas, he de trabajar
- No, no te perdono.  Esto no es lo que me dijiste. Te supliqué que no te fueras
-Pero tenía que hacerlo.  Traspasamos una barrera que para mi era infranqueable
- ¿ Te refieres a Olivia ?  Pues es sólo un recuerdo.  Esa relación no existe desde hace mucho. Quítate ese uniforme y sal de ahí, por favor.  Eres mi responsabilidad y vas a volver a casa, con nosotros.
- No, no voy a volver ¿ Crees acaso que puedo presentarme delante de tus padres y decirles " me equivoqué " '
- No hace falta que les digas nada.  Ellos ya lo sabes. fueron  quienes te han localizado y me avisaron.  Te quiero Anna y siempre te he querido.  No me hagas pasar por esto otra vez.  Por favor haz lo que te digo
- No puedo dejar los trabajos, así tan alegremente.  me comprometí con ellos
-¿ Con ellos ? ¿ Quieres decir que trabajas en otro lado?
- Sí, así es.  Uno por la noche
- ¿ Cuando durmes?  No me extraña que estés así. ¿ Qué clase de trabajo es, y por qué necesitas otros?
- Soy limpiadora en unas oficinas y lo necesito, porque los perritos es un complemento
- ¿ Me quieres decir que estás pasando apuros económicos?  ¡ Anna !  Por favor, ven conmigo.  No puedo soportarlo. Cuéntame a quién hemos de dirigirnos para dejar el trabajo; no voy a volver a dejarte sola.  Eres mi responsabilidad, ya te lo he dicho
- ¡ Oh Alex !

No pudo más. se abrazó a él tratando de ocultar su llanto.  Qué bien se sentía entre sus brazos.  Había venido a buscarla;  no la había olvidado y ella tampoco.  Deseaba que volviera a Texas, a su hogar, porque aquella sería su casa. Quería pensar que todo se solucionaría.  Ni siquiera pensó en Olivia; no quería saber más que él estaba allí.  Que había venido a buscarla  y llevarla de nuevo a casa.

 Se dirigieron al autobús de las hamburguesas y dijo al dueño que tenía que ausentarse.  No dió más explicaciones, pero el hombre supo de inmediato que aquello no era para ella y el hombre que la abrazaba era su destino.

- No te preocupes, ya encontraré a alguien. Vete y sé feliz

Anna miró a Alex, y él la devolvió la mirada.  En ella se dijeron muchas cosas.  Estaban de nuevo juntos y juntos volverían a casa tratando de olvidar esta pesadilla que había durado demasiado. Fueron hasta las oficinas y en Recursos Humanos, expuso su renuncia.  No quería nada más que salir de allí y sentarse en un lugar tranquilo para que ambos pudieran hablar.  Tenían que hacerlo con tranquilidad y sosiego. Creyó que no  aceptaría ir al hotel, a la habitación que había reservado su padre, pero si aceptó y le pareció la mejor idea.  Allí podrían hablar con tranquilidad;  decirse todo cuanto precisaran, sólo eso:  hablar.  Ella dijo que sí.  Le partía el corazón verla tan dócil; le gustaba más aquella chica rebelde que limpiaba los establos, pero ya habría tiempo para todo.  Se recuperaría.  La había recuperado, algo que creía imposible.  El resto vendría por sí solo.

- Iremos a tu casa  y recogerás lo que tengas.  Vendrás conmigo a Laredo
-- No tengo mucho y no creo que merezca la pena. Sólo he de pagar a la señora.  Fue muy amable conmigo.
- Bien, pues iremos y la pagaremos.  Después iremos  a una tienda y te comprarás ropa.  Quiero que llegues a casa como mereces, como  la primera vez.  Lo que haya ocurrido se quedará entre nosotros y a nadie más le importa.

Ella rompió a llorar.  Se encontraba feliz, pero al mismo tiempo los nervios la estaban pasando una mala jugada. Alex la abrazó y besó su cabello.  La estrechaba fuerte contra su pecho.  Estaba viviendo algo que estaba pasando de verdad, y que ni siquiera suponía unas horas atrás.  La dejó llorar. comprendía que todo era demasiado fuerte para ella;  las penurias pasadas en soledad sin nadie a quién confiarse por un estúpido orgullo.  Si le hubiera llamado cuántos malos ratos se hubieran ahorrado.  Ahora la protegería contra todo y contra todos.  No la volvería a dejar sola.  Estar siempre a su lado era su máxima ambición.

Y hablaron. Se contaron todo y ella narró todo lo vivido desde su llegada, y Alex la miraba atónito.  Ella durmiendo en un albergue y haciendo una sola comida al día. Lo tenía que haber presentido y se sentía culpable, pero ella entre lágrimas acariciaba su cara con ternura.  Al fin tenía a alguien que la quería y la cuidaría.  Se besaron largamente juntando sus caras y estrechando el abrazo.  Estaban juntos y solucionado sus diferencias; se abría un nuevo panorama ya sin nubes en el firmamento, sólo un presente y un futuro de serenidad y de amor infinito.

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