miércoles, 12 de septiembre de 2018

Algún lugar en la tierra - Capítulo 18 - Cambios

Alex la mimaba más que nunca. Llegaba hasta la oficina varias veces al día para ver si se encontraba bien.  Nunca se había sentido tan protegida ni tan amada como lo estaba siendo ahora.  Ya se habían cumplido los cinco meses de embarazo y por una ecografía sabían era un varón el que llegaba.  A medida que el tiempo avanzaba,  su cuerpo comenzaba a cambiar rápidamente.  Se  cansaba más, algunos días tenía  ardores de estómago.  Las más viejas del lugar decían que los ardores eran síntomas de que se estaba formando el cabello, pero lo cierto es que ella creía que al ir siendo más grande, invadía el espacio del estómago y tenía reflujos.  Debía controlar la tensión y el azúcar, y todos estos cuidados a los que ella no estaba acostumbrada, la ponían de muy mal humor.  No debía tomar café, ni embutidos,  ni carnes crudas ni tampoco excederse con el dulce, amén de no fumar ni tomar alcohol.   Nunca hubiera imaginado el sacrificio inmenso que hacen las mujeres para que sus hijos nazcan sanos y sin problemas.

Tenían que organizarlo todo para cuando Anna diese a luz, y para ello,  en la oficina contrataron a un chico,  Fred,  hijo de uno de los capataces.  Acababa de terminar sus estudios y parecía eficiente y servicial.  Le conocían desde que era  muy pequeño, así que tenían confianza con él.  Durante unos días estuvo yendo a la oficina  para que Anna le enseñara el manejo de las páginas de clientes, entre otras cosas.
Alan pensaba jubilarse definitivamente en cuanto Anna estuviera repuesta del parto y tuviera tiempo para ocuparse del manejo del negocio..  Quería disfrutar  su jubilación con Davinia, y posiblemente se trasladaran a vivir a otro lugar.  Les dejaría la casa grande para que se instalaran Alex y Anna.   Para entonces ya serían una familia y necesitaban mayor espacio que la cabaña que ocupaban.  Las riendas del rancho correrían a cargo del matrimonio, y él estaba tranquilo y disfrutaría de su temprano retiro. Había trabajado duro y desde hacía mucho; ahora tocaba recoger el fruto de aquel trabajo y depositarlo en manos de Alex y Anna: ellos lo llevarían perfectamente.

Muy a regañadientes, Alex contrato para la doma de caballos a una mujer.  Según su curriculum era inmejorable.  No le gustaba mucho la idea de que estuvieran "unas faldas" entre tantos hombres, pero mientras ella cumpliera con su trabajo, nada le importaba si se liaba con alguno de ellos, mientras no perjudicara  para lo que había sido contratada.  Lo que no podía hacer era dejarla vivir en el mismo lugar que lo hacían ellos, pero para entonces ella ocuparía la cabaña que ellos dejarían vacante

Todo lo tenía ultimado y muy bien planificado.  El rancho no se vería interrumpido en sus trabajos y todo seguiría lo mismo.  Expuso sus planes a la hora de la cena y a todos pareció bien,   excepto a Anna, que a duras penas ocultaba su malestar.

- ¿ Por qué no te gusta mi plan ?
- No es que no me guste.  Está bien, pero...
- Pero qué -  la dijo él
- Hay muchos hombres y una sola mujer.  Traerá problemas
- Eso es cosa de ella. Exijo disciplina en el trabajo, y así se cumplirá.  Lo que haga en sus ratos libres no me importa

Anna no estaba conforme, pero el asunto quedó zanjado, y seguirían adelante con su proyecto, a pesar de sus reticencias  respecto a la especialista en doma ¿ Por qué no podía ser un hombre?  De esta forma se acabarían los problemas, porque estaba segura que los habría.  Pero cuando Alex daba un asunto por zanjado no había manera de retroceder ni de discutir, así que se limitó a callar..

Rondaban los ocho meses de embarazo y Alex, se puso firme frente a ella

- Tienes que dejar de venir a la oficina.Hablaré con mi padre
- No tienes que hablar con  nadie.  No voy a quedarme en casa haciendo ¿ qué ? Para eso está Teresa  que se encargan del funcionamiento a las órdenes de Davinia. Yo en casa no pinto nada
-Si que pintas, dedícate a descansar. Luego lo agradecerás porque cuando nazca el niño no tendrás horas suficientes para descansar, aunque lo atendamos entre los dos.  Da paseos, que te vendrán muy bien.  No sé...,  dedicate a vegetar.-.   Tras un tira y afloja de sí y que no, al fín Alex se salió con la suya y Anna dejó de ir a la oficina. Tan sólo llevaba algunas cosas desde el ordenador,   y en casa.

Y los planes de Alex se cumplírían escrupulosamente. Fred , ayudaba a Alan eficientemente según  las enseñanzas que había recibido de Anna  Ellos vivían en la casa grande junto a Alan y Davinia, que esperarían a que diera a luz para abandonarla y trasladarse a vivir a Austin, en donde habían comprado un apartamento para ellos dos. Charlotte, la especialista en doma, ocupó  la cabaña dejada vacante,  Se incorporó  hacía pocos días  Cumplía con su trabajo, y al final de la jornada, se reunía con sus compañeros, pero el trabajo se estaba realizando sin problema alguno.  Todo estaba saliendo bien, al menos de momento..  Alex,  hacía semanas que   había suspendido sus viajes a Arizona, y de ello se encargaba su segundo: .  No quería separarse de su mujer .  Todo el trabajo que hacía era en el rancho.

  Y pasaron los días y una mañana mientras paseaba con Davinia, sintió que había llegado la hora. Rápidamente avisaron a Alex que de inmediato se presentó en el lugar en donde estaban las dos.mujeres.  Anna se recostaba en el tronco de un árbol y Davinia no sabía qué hacer.  Se quejaba y sujetaba su vientre con ambas manos como si temiera que su hijo saliera antes de tiempo. .
La introdujo en el coche y los tres la trasladaron al hospital, mientras Davinia avisaba a Alan de lo que ocurría.. 
 Fue llevada de inmediato al  paritorio.  estaba dilatando y el bebe tenía prisa por salir al exterior.  A pesar de todo, el parto duró cinco  horas,  En todo momento Alex permaneció al lado de su mujer.  Sudaba y se lamentaba por todo lo que estaba pasando; era la primera vez que viera el nacimiento de un ser humano.  Estaba acostumbrado a ver los nacimientos del ganado, pero nunca imaginó sentirlo en sus propias carnes.

Cuando al fin se escuchó el llanto fuerte de la criatura, se relajó y se abrazó a su mujer besándola y dándola las gracias.  Ella estaba cansada, exhausta, pero feliz y sonriente.  Y de esta manera llegó al mundo Alexander junior., fuerte, sano y con un peso de 3'800, quizá demasiado para ser primeriza y menuda como era Anna, pero fuerte, contenta y feliz.  No paraban de reir, y ambas risas contagiaban a los sanitarios felices de que todo hubiera salido a la perfección.

Al tercer día de dar a luz, Anna fue dada de alta y el matrimonio con su hijo, llegaban al rancho..  Davinia y Alan les habían organizado una pequeña fiesta de bienvenida, en la que estarían también los obreros en su totalidad, ya que eran unos jefes muy considerados con sus empleados, fueran de la escala social y color que fueran.  Entre todos ellos, Anna vio una novedad. Una mujer bellísima, alta, bien formada y de cabello rubio:  acababa de conocer a Charlotte Sorenson, la especialista en doma.  Y volvieron sus dudas referentes a lo acertado de su contratación.
A primera vista, ella guardaba las distancias con sus compañeros, pero sin duda a los más jóvenes de ellos, se les iba la vista.  Era una mujer que quizá debiera estar en otro tipo de esfera social, no tan ruda y de tanta fuerza como la profesión que había elegido.  ¿Se confirmarían sus sospechas de que tarde o temprano surgirían los problemas?.  Para que no los hubiera, el capataz de los hombres debía mantener a raya a los más jóvenes, y Alex a todos ellos, incluida la rubia maravillosa. que se acababa de incorporar.  No le trajo buenas vibraciones, pero decidió dejar de pensar en ella y disfrutar de la fiesta que con tanto cariño habían organizado.


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