domingo, 15 de septiembre de 2019

El orden y la Ley - Capítulo 12 - Un espléndido día

A pesar del cansancio,  ni Rose ni James,  durmieron bien esa noche. James lo hacía en un duerme vela en que se mezclaban documentos y caras, y entonces se despertaba, para volver a dormir de nuevo, o al menos intentarlo.  A  Rose la venció el cansancio ya de madrugada, tras dar vueltas y más vueltas en la cama.
El canto del gallo del corral cercano hizo que James se despertara como un resorte.  Sus oídos no estaban acostumbrados a esa clase de llamada.  Con un ojo abierto y otro cerrado, consultó el reloj que tenia en su mesilla y comprobó que eran las cinco de la mañana, y que el sol ya aparecía en el horizonte.  Se tapó la cabeza con la almohada e intentó volver a conciliar el sueño cosa que no consiguió.  En un principio no se dio cuenta en donde estaba, pero en una fracción de segundo supo que estaba en el rancho y cerca de Rose.  Tenía la cabeza despejada, a pesar de la falta de sueño. Ello se debía a que se había ido a dormir sin tomar la consabida copa que solía tomar alguna noche,  y otra también. No había tenido durante todo el día anterior,  más compañía que la de Rose y pensó que su presencia era muy beneficiosa para él.  Que tenía la facultad de poner orden en su vida, y que cuando la veía, le inundaba una paz interior que no se explicaba, o quizás sí lo hacía.  Pero no podía ser, al menos de momento

- La esperanza nunca se pierde - pensó y sonriendo encendió un cigarrillo

Rose si conocía los sonidos del rancho, y aunque se despertó, se quedó rezagada al menos una hora más.  Repasaba mentalmente la reunión de la noche anterior, su llegada al rancho, la cena de los tres, la sobremesa.... Sonrió satisfecha al pensar que James había caído muy bien a su padre y ambos hombres habían conectado perfectamente.  Y recordó su paso por el juicio y la cara de seguridad de él, frente a las dudas de ella.  En ese momento  le odió por engreído, pero había tenido la  oportunidad de comprobar que de engreído no tenía nada y que con ellos se había portado maravillosamente.  Le debía agradecimiento eterno, aunque sólo hubiera sido por la tranquilidad que había transmitido a su padre, aunque ella sabía que aún faltaba el banco para que se solucionaran todos sus problemas. Y sin darse cuenta su imaginación voló hacia un plano más personal, y supo que no le era indiferente.  James era un tipo muy interesante, guapo, educado, inteligente... Dedujo, en definitiva que le atraía, pero tenía fama de gustarle mucho las faldas y eso era algo que ella no admitía en una relación.  Le quería en exclusiva para ella y con James eso era imposible.  Era como un picaflor:  hoy con una, mañana con otra.  Era alguien independiente que no tenía planes de futuro; probablemente una relación íntima durase...,  lo que durase.  Sin embargo ella sería de alguien para toda la vida.  En ese aspecto eran incompatibles, y todo a lo que podían aspirar era a una amistad entrañable, pero sólo eso

Se desperezó y decidió levantarse a pesar de lo temprano de la hora; no podía permanecer en la cama despierta.  Desayunaría y saldría a correr durante un rato como hacía cuando vivía allí, algo que en Nueva York, pocas veces pudo hacer. La gustaba respirar el aire fresco de la mañana y el perfume a tierra mojada y a hierba recién cortada  que llegaba hasta ella, sin duda porque Pedro lo estaría haciendo antes de que el sol  estuviera en lo más alto del cielo y apretara con el calor.

Se sentía contenta e interpretó que ello podría ser un presentimiento  de que todo iba a salir bien.  Habían quedado con el director del banco acudir a las 11 de la mañana, así que tenía bastantes horas por delante.  Lo bueno que tenía Westway era que detenía los relojes y las horas se estiraban, se estiraban y podías hacer miles de cosas a tu ritmo y no deprisa y corriendo como en la ciudad.  Tenía hambre y Zulma ya la tenía preparado su desayuno habitual, aunque en esta ocasión su estómago estaba algo cerrado y no le admitía ingerir la cantidad de comida que la buena mujer la había preparado.
En ello estaba, cuando James entró en escena. Estaba con el cabello húmedo después de una ducha y se le veía tranquilo y relajado. Lucía una sonrisa espléndida y después de dar los buenos días, se sentó junto a Rose para ingerir el suculento desayuno que le habían preparado

- ¡ Hummm... !  Nunca he comido unos huevos tan exquisitos como estos
- ¡ Claro ! Aún estaban calientes cuando los cogí del ponedero - dijo  Zulma riendo a carcajadas
- Felicidades Zulma.  Está simplemente extraordinario.

Rose le miraba sonriente y complacida de que se sintiera como en casa.  El buscaba con la mirada a Thomas porque le extrañaba que no estuviera con ellos

- ¿ No se ha levantado aún tu padre ? - preguntó a Rose
- Mi padre se levanta cuando aún es de noche.  Andará por ahí haciendo alguna cosa. No tardará mucho en venir - respondió Rose

Y siguieron a lo suyo entre bromas y risas.  Después Rose le invitaría a conocer el rancho, y él la acompañaría

- ¿ Sabes montar a caballo ? - le preguntó Rose
- Sabía, pero hace miles de años que no lo hago, así que me parece que no ¿ por qué lo preguntas ?
- Por llevarte a dar una vuelta y que conocieras todo esto.  Es bonito, al menos a mi me lo parece
- Y doy por hecho que lo es, si a ti te lo parece. Podemos intentarlo si vamos despacio.  Me encantaría- respondió James.  La miró sonriente y ambos, sin dejar de mirarse, guardaron silencio por unos instantes

Y a trote ligero, sin prisas salieron para que conociese el rancho.  Rose le explicaba cada terreno a que era dedicado.  Los obreros ya estaban trabajando colocando cercas, limpiando rastrojos, o bien cepillando a los caballos.  Con motivo del descalabro del rancho, éste había bajado en su rendimiento considerablemente, pero cuando todo pasara, volverían a sembrar ya que tenían uno de los mejores terrenos para la cebada y el trigo. Volverían a tener  la cosecha vendida de antemano y de nuevo, el rancho recobraría su vida de momento perdida.


Se anunciaba un día bonito, pero seguramente sería caluroso.  Decidieron apearse de los caballos y descansar un instante debajo de algún frondoso árbol junto a una pequeña cascada rodeada de verdor. El agua formaba una pequeña balsa de agua muy fría, y a pesar de ser hermosa, nadie se atrevía a meterse en ella siquiera para refrescarse.  Era una tentación para James que insistía una y otra vez a Rose para que le secundara en un pequeño baño.  Ella se negaba conociendo la temperatura del agua, pero ambos reían jugando como dos chiquillos.  Al final James desistió de bañarse, tan sólo había metido sus pies y pudo comprobar que era cierto lo de la temperatura del agua, y entonces se decidió a salir de ella

- Ayúdame a salir - dijo a Rose extendiendo un brazo para que tirara de él

Ella se acercó a la orilla y le agarró de la mano dando un tirón para que saliera.  Estaban muy cerca uno del otro. James se agarró a ella y la atrajo hacía sí. Sus ojos se miraban  y sus rostros casi se rozaban, y entonces sucedió.  Era una ocasión única y no pudo reprimirse.  La miraba la boca como si fuera la primera vez.  Sujetó su cabeza por la nuca,  la acercó hasta él y la besó ante la sorpresa de ella.
Lo que tanto había querido evitar, había sucedido y lejos de disgustarle, averiguó en ese momento que lo que sentía hacia ella era algo más que atracción.  Ella no era ningún trofeo femenino de su  colección, era alguien especial que le atraía de una forma como nunca antes había sentido.  Rose no se retiró de inmediato;  transcurrieron algunos segundos durante los cuales, ninguno de los dos apartaba la mirada, permaneciendo abrazados. Rose retiró suavemente su cuerpo del de James. Algo debían decir para justificar lo que había sucedido pero ¿ qué decir? Y fue Rose quién habló primero

-Creo que ha sido un error, así que lo mejor será que lo olvidemos
-¿ Por qué ? Tú me gustas.  Ha sido algo natural entre un hombre y una mujer que se atraen
- ¿ Cómo sabes que me siento atraída por tí ? Eso es un poco presuntuoso. No sabes si tengo novio, no sabes nada de mi
- Es cierto. A penas nos conocemos íntimamente ¿ En serio tienes novio? Me gustas Rose, desde hace mucho

- No, no tengo novio.  Mi profesión no me lo permite.  No todos los hombres desean tener una novia policía, y además me gusta mi independencia, al igual que a ti.  Tu fama te precede
- ¿ En serio ? Estoy soltero, no tengo relación formal.  Soy libre de hacer lo que quiera
- Cierto, por eso he dicho que ha sido un error. El día que me enamore, deseo que sea para mí sola, sin compartirlo con nadie.  Somos muy diferentes James, por eso es que nosotros no funcionaríamos juntos.  Esto no ha pasado. Además vivimos en mundos diferentes. Cuando terminemos estas gestiones, sabe Dios cuando volveremos a vernos
- Yo pienso verte a menudo

Rose se le quedó mirando mientras le vio acercarse a ella de nuevo, pero no se alejó de él.  Esperó a que sus labios se juntaran y que sus brazos la rodearan de nuevo.  Supo que lo que hacía unos instantes había dicho, distaba mucho de sentirlo en realidad.  Que la gustaría enormemente ser amada por este hombre, pero dudaba mucho de que, en el caso de tener algo más concreto, durase. Le gustaba ser libre, sin ataduras y ella no estaba dispuesta a renunciar a nada, con lo cual sería poco menos que imposible llegar a enamorarse



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