domingo, 22 de septiembre de 2019

El orden y la Ley - Capítulo 31 - Dime que me quieres

Y tomándola del brazo la hizo entrar de nuevo. Rose no sabía qué hacer. Ya se lo había dicho todo ¿Qué más quería ? Era una tortura lo que estaba viviendo y todo se acumulaba:  la tensión vivida, la dureza con que la hablaba, la acusación que la hacía como si ella hubiera querido ocultar a su hija, todo, y no tenía ganas ni fuerzas para seguir la corriente.  Quiso salir corriendo huir de allí, pero él estaba junto a la puerta mirándola fijamente, con esa  mirada que la taladraba, y no hablaba, no decía nada. Y se ahogaba por contener el llanto que pugnaba por salir de sus ojos, y no pudo más.  Se tapó el rostro con las manos y comenzó a llorar.  No quería hacerlo delante de él  ¿ era eso lo que buscaba, torturarla para que  purgase su culpa ? ¿ Qué culpa, la de haberle dado un hijo ? Y oculta como tenía la cara entre sus manos, no vió que él avanzaba hacia ella y rodeándola con sus brazos, hundió su la cara  en su cabello besándolo



- Por favor no llores, eso no lo resisto. Perdóname, me ha pillado de sorpresa.  Lo último que quisiera es hacerte daño y te lo estoy haciendo.  Ambos hemos cometido errores, los dos.  Pero posiblemente yo tenga más culpa que tú, porque es cierto,  me fui sin decir nada y no sólo eso, sino que pasados unos meses de mi partida me casé con alguien a la que creí querer, pero al poco tiempo ambos nos dimos cuenta que sólo fue una nube de verano.   Te  eché  de menos cada segundo del día. Nuestra vida en pareja se fue apagando poco a poco y sólo nos unía la misma cama, literalmente hablando, pero nada más. Terminó la complicidad, la intimidad y cundió el desamor.  Al principio nos engañamos nosotros mismos, pensando que vivíamos algo para toda la vida.  Después ella se enamoró de otro hombre.  Presentí lo que había ocurrido, pero lejos de montar en cólera, me dio igual y ni siquiera se lo comenté.  Entonces decidimos dar por terminado nuestro matrimonio.  Me sentí libre y en quién primero pensé fue en tí y decidí venir a buscarte, confesarte todo y tratar de retomar nuestras vidas.  Cuando vi a la niña, se me hundió el suelo.  Había pensado que posiblemente estuvieras casada y rodeada de hijos, y al ver a Ada, todo se confirmó, hasta ahora, en  que  hemos hablado claramente  por primera vez después de tanto tiempo.  Te sigo queriendo, nunca he dejado de hacerlo, pero necesito saber que tú también me quieres.  Lo necesito ahora porque no estoy seguro de resistir más tensión

Ella levantó su rostro que había mantenido oculto contra su pecho. Por sus mejillas caían las lágrimas y él dulcemente  las secó con su mano y con besos.  Ella se dejaba hacer,  mirándole, y no necesitó más respuestas:  ella también le amaba.  El resto vino por sí solo; eran dos enamorados que se amaban pese a todo y contra todo. No importaban las circunstancias que les habían llevado hasta allí, pero habían llegado,  luchando contra todas las tempestades de su alma y de su corazón.  Estaban juntos, eso era lo que importaba.


Uno al lado del otro con sus manos juntas  mirando al techo, quizás sumidos en sus pensamientos, guardaban silencio. Acababan de ser un mismo cuerpo, pero a diferencia de otras veces, ahora ya no importaba, pasase lo que pasase, siempre estarían ahí.  James se puso de lado frente a ella y acariciando su rostro la dijo

- Quiero saber cómo fue todo. Desde el mismo instante que supiste que estabas embarazada. Cómo fue tu embarazo, como fue el parto.  Si estuviste sola.  Todo,   y con todo detalle.  Deseo vivirlo ahora  aunque sea con la imaginación.  Ella se arrebujó en su pecho y comenzó a narrar desde  el momento mismo en que las pruebas dieron positivo.  El entornaba los ojos y no decía nada, pero su cara estaba serena y hasta sonreía débilmente.  Quería  vivir con la imaginación lo que escuchaba.  Y de esa forma tan sencilla y dulce comenzó a querer a su hija, a esa niña que sólo había visto un instante, como si fuera una ráfaga de aire.  Rose alzó su mano hasta la cara de él, y entonces sintió que unas débiles lágrimas corrían por sus mejillas.

Y ella no dijo nada, sólo le miraba.  Sabía que estaba emocionado y su cabeza debía asimilar todo lo que acababa de saber.  Ambos debían darse un tiempo hasta que todo se normalizara. Rose se dio cuenta que quizás en un par de días él tendría que regresar a Nueva York y retomar su vida en donde la había dejado no hacía muchas horas.


Volverían a separarse y de nuevo la incertidumbre de no saber cuándo se volverían a ver.  Ignoraba que James hacía muchos días, cuando consiguió el divorcio y supo que ella estaba en el rancho, había pensado en una solución. Todo menos alejarse de nuevo.  No la dijo nada, pero  presintiendo que ella lo pensaba , se le adelantó y comenzó a explicarla sus proyectos

Regresaría a Nueva York, al bufete en el que trabajaba, dejaría todo en orden y diría adiós definitivamente. Si ella lo aceptaba, trabajarían los dos en el rancho:  ella en la parte comercial y él en el financiero, de este modo estarían juntos todas las horas del día.  Sabía que ella lo rechazaría, no porque no lo desease, sino porque estaba convencida que para James el despacho de abogados era su vida, pero se equivocaba.  Tendría una labor más importante y gratificante que sacar las castañas del fuego a los muy ricos que no sabían lo que hacer con su dinero. A partir de ahora tomaría las riendas de su familia y se dedicaría por entero a su hija y a su mujer.  No desperdiciaría ni un sólo instante.  Y al exponer sus planes, ella aceptó a regañadientes
- Me siento mal.  Yo no quise renunciar a mi trabajo, y ahora lo harás tu.
- No cielo.  Es lo que quiero y deseo. Además puedo montar un despacho en la ciudad; recuerda que ya tuve uno en mi primera renuncia.  Quiero ver crecer a mi hija a todos los que sin duda vendrán.  A mi regreso de Nueva York nos casaremos y lo celebraremos en nuestra casa, en el rancho  e invitaremos a todos tus vecinos, que serán lo míos también.  A nuestros empleados, y a todo el mundo. Estoy contento y feliz, muy contento y muy feliz.  Y te quiero y adoro a Ada, a la que tendremos que informar de quién soy.  Hemos sufrido, pero nos aguardan días de felicidad y juntos iremos adelante con nuestras vidas.


Y se casaron y entre todos arreglaron el rancho para la ocasión e invitaron a todos los vecinos y empleados con sus familias y Frederick y su compañero en la comisaría, fueron sus testigos .  Ada portó los anillos y no se separaba de su padre.  Y como habían planeado,  los dos llevaban las riendas del rancho y en Westway instaló un pequeño bufete en el que empleó a los hermanos  Livingston para que siguieran con sus pesquisas.  Por mucho que Rose insistió no consiguió que James diera carpetazo al asunto del robo

- Se lo debo a Thomas y sabe Dios que haré todo lo posible por conseguirlo así tarde cien años

 Y en su hogar reinaba la alegría, pero sobre todo el amor.. Era la pareja más popular de los alrededores y todos apreciaban los consejos legales que les daba James a aquellos que le solicitaban alguna duda en leyes. Además del bufete y la administración del rancho, fue nombrado presidente de la cooperativa con mayoría absoluta.  Parecía mucho volumen de trabajo por lo que Rose le daba alguna monserga de vez en cuando, pero tenía tiempo y energía para todo

- Tu me das las energías - solía decir a su mujer mientras la abrazaba y su hija  se les reunía.  Nunca pensó que un hogar era eso,lo que él tenía allí en aquel lugar apartado del mundo.  Una vida sencilla, sin complicaciones pero en el que todos se ayudaban y querían. Respiró hondo satisfecho besando a su mujer, porque sin ella nada de eso tendría lugar

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