viernes, 20 de septiembre de 2019

El orden y la Ley - Capítulo 23 - Los caprichos del azar

Por muchos esfuerzos que hicieron, los policías no conseguían dar con el paradero del que tanto inquietaba a Rose. Sabían que había limpiado su imagen y su nombre, así como su lugar de residencia, y no terminaban  de conocer su destino, aunque lo consideraron como caso abierto.  Era una deferencia a su compañera y por eso  no lo cerraron, pero poco a poco se fue perdiendo por el camino, hasta terminar guardado en uno de los cajones del escritorio de algún detective.  Rose, se había dado por vencida y hasta olvido el asunto, sumida en las preocupaciones del rancho. Y  pasó el tiempo y con él su traslado a Westway aguardando la llegada de su hija.  Y el calendario corría sin parar y todo se sucedía a su debido tiempo

Ya vivía allí y se había hecho cargo de su dirección y sólo pensaba en cancelar la hipoteca en el menor tiempo posible.. Abandonó Nueva York para trasladar su vida de nuevo al lugar en el que había nacido.  Dos cajas de embalaje eran las que contenían todos sus enseres y recuerdos, además de las ilusiones, enterradas para siempre en  su apartamento de Nueva York.

Cuando tomó la decisión de abandonar la gran ciudad no le fue fácil, pero debía hacerse cargo del rancho y aunque contó con la ayuda del nuevo contable, de Pedro , y de los obreros, no fue algo sencillo de manejar.  Nunca se había ocupado en aprender. Por eso, cuando se instaló, llamó al despacho,  del que en otro tiempo fuera de su padre,  a todos sus empleados. Vendrían tiempos difíciles y deseaba hablar con ellos para que tuvieran paciencia y que también la ayudasen.  Y todos respondieron como una sola voz en la de Pedro

- Señorita, hablo en nombre de todos los aquí presentes.  Sentimos enormemente la pérdida de su padre al que apreciábamos mucho porque siempre fue considerado con todos nosotros.  Ahora usted ocupa su lugar y hemos decidido ayudar en todo lo que sea necesario.  Aquí tenemos nuestro hogar y así deseamos que siga estando.  Cuente con todos  y no se preocupe, tardaremos, pero el rancho volverá a lucir con su brillo de siempre.

Rose estaba emocionada y hubo de taparse la cara con las manos para que no la vieran llorar de emoción ante esta respuesta, que por otra parte esperaba.  Había tenido mucha suerte en contar con personas tan trabajadoras y entrañables.  Entonces sintió que, efectivamente estaba en casa, y aunque tuviera mucha responsabilidad, haría frente a ella, costase el tiempo que costase y el esfuerzo que tuviera que realizar.
 Y todo se normalizó poco a poco y Ada fue cumpliendo sus años.  Era una muñeca simpática y preciosa, aunque no era de extrañar  teniendo unos padres como los que tenía.  Ya habían terminado la reunión, cuando, de repente, la puerta se abrió y un revuelo de cabellos rubios y vitalidad, se precipitó a los brazos de Rose

- ¡ Ay niña, no pude contenerla !  Quería venir a verla - dijo dirigiéndose a Rose
- No te preocupes, Zulma, ya habíamos terminado. Y tú, vamos a ver ¿qué es lo que quieres con tantas prisas ?
- Es mi cumple, mamá.  Quiero mi regalo
- ¡ Cómo he podido olvidarlo ! - Respondió Rose en broma - Primero dame un beso y después iremos a buscarlo

 Todos rieron dando por terminada su charla y reintegrándose cada uno a su trabajo.  Tomó de la mano a su hija, y ambas se dirigieron a las cuadras donde los caballos  tranquilos relinchaban.  En un rincón de una de ellas había un potrillo muy joven que acababa de adquirir su madre para ella como regalo, y  que todos  habían mantenido en secreto, para Ada, que al saberlo gritaba aplaudiendo plena de contento y felicidad.
También tendría su fiesta a la que acudirían todos los hijos de sus empleados y algún compañero de colegio, ya que  cumplía siete años, toda una mujercita

Y echó la vista atrás hasta el día en que con una maleta bajo el brazo  llegó nuevamente hasta su casa.  Días antes una agencia de transportes había traído un embalaje con los enseres de su apartamento.  Se sentía abrumada y derrotada. Nada de lo que había proyectado para su futuro se había cumplido, pero no sólo eso,sino que había perdido en el camino personas a las que amaba.

Viendo a su hija se dio cuenta que el tiempo había pasado rápido, pero sus heridas no habían sanado.  Le entristecía que un nuevo año Ada disfrutara de su cumpleaños sin su padre, que ignoraba, además, su presencia en esta vida.  Se sentó en el porche y entornó los ojos, mientras se escuchaba a lo lejos las risas de Ada y Pedro acariciando al potrillo.

¿ Qué habría sido de James?  No habían vuelto a verse ni a tener noticias.  Con todos los acontecimientos vividos a la muerte de su padre no había tenido tiempo de nada.  Y recordó cómo tuvo que confesar a Zulma la situación que estaba viviendo y fue ella y Pedro quienes la llevaron al hospital cuando Ada llegó a este mundo.  Y fueron ellos quienes la ayudaron y orientaron en la crianza de su hija, A menudo pensaba qué hubiera sido de ellas si no les hubiera tenido.

Ahora ya llevaba el timón de su vida y del rancho y todo le parecía más sencillo, aunque no exento de complicaciones.  Y volvió a recordar a James, cuya imagen nunca se le había borrado de la memoria. ¡ Qué distinto hubiera sido todo si se hubieran llamado.  Si él hubiera respondido al teléfono.  Si hubiera subido nuevamente hasta su apartamento, la hubiera abrazado y hubieran hecho las paces !

- El destino se rió de nosotros.  Le perdí porque no quise renunciar a nada, y todo me fue arrebatado.  Y aquí estoy, poco menos que encerrada en vida.  Joven, sin ilusiones, y sin perspectiva de nada.  Mi único aliciente es ver crecer a mi hija y  con el miedo en el cuerpo  por tener que contarla algún día que tiene un padre que ni siquiera sabe que ella ha nacido.

Zulma vino es su búsqueda, ahuyentando de esta forma sus negros pensamientos.  Tenía que dar el visto bueno para la fiesta.  Todo estaba a punto en espera de que llegasen los invitados, que no tardarían. .  Hoy era un día feliz para la niña y por nada ni por nadie, empañaría su alegría. No se notaría que la nostalgia hacía mella en ella.  Que recordaba momentos y personas felices, ignorantes de lo que la vida les tenía preparados.  No deseaba recordar los momentos de angustia y preocupación cuando el rancho, bajo su dirección, no terminaba de dar sus frutos, y los plazos de la hipoteca se sucedían con rapidez.
Afortunadamente todo a su debido tiempo comenzó a recuperarse y en el presente, no es que hubieran llegado a la prosperidad que en tiempos tenían, pero al menos, no habían incrementado las deudas  y sólo quedaban  los últimos plazos de la hipoteca, y no había tenido que recortar  ni obreros ni sus sueldos. Dentro de poco tiempo comenzarían a tener ganancias, pocas,pero significaría el fin de una profunda, muy profunda crisis que habían sufrido por culpa de un desaprensivo, que visto lo visto, se iría de rositas.  Sería mejor olvidarse de todo y sólo pensar en la felicidad de Ada, al menos en este su día especial.



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