martes, 17 de septiembre de 2019

El orden y la Ley - Capítulo 17 - Hasta la vista

Se despertó como cada mañana con el canto del gallo.  Se había dormido muy tarde, pero al despertarse lo primero que recordó fue la conversación con Rose de la noche anterior en el porche.  Lamentaba profundamente la negativa de ella a ser algo más que amigos, pero debía respetar sus sentimientos. Probablemente no le quisiera, aunque la respuesta que le dio en la noche del hotel, le indicaba que era todo lo contrario, que le quería y le deseaba lo mismo que él a ella.
Después de vestirse, metió en la maleta los últimos enseres y dio una ojeada por última vez a la habitación. Había sido feliz en ese lugar y había disfrutado de la compañía de Rose a la que desde hacía tanto tiempo había deseado.

Dejó la maleta en el vestíbulo y fue hacia la cocina.  En ella desayunaban Rose y Thomas, que charlaban sobre la fiesta del día anterior. Al entrar en ella, James saludó con alegría y entusiasmo, sin dejar traslucir lo que de verdad sentía y era desgana por tener que regresar a su casa.  Aquí había sido feliz, le apreciaban y lo más importante; estaba al lado de la mujer de la que se había enamorado desde hacía tiempo.  Aunque hubiera sido rechazado por ella, sabía que pasara lo que pasase, nunca la podría olvidar, incluso aunque sus vidas tomasen otros rumbos, lejos uno del otro.  Sería su gran secreto que ocultaría a todos. Durante esa noche  había reflexionado y sabía que tenía que tomarse la cosa en serio, y por tanto, por mucho que le costase, tenía que romper todo lazo de unión con Rose, de otra manera jamás lograría sacarla de su vida.  Tenía que organizarla y para eso necesitaba olvidar a como fuera lugar y tratar de enamorarse de otra mujer y así borrar las huellas que dejase en su corazón destrozado, por fuertes que fueran. Jamás lo revelaría a nadie y seguiría con su vida adelante.  Su saludo fue cordial con todos, sin distinción  y se sentó con ellos a desayunar.  Zulma estaba algo triste. Tenía afecto a ese hombre, a pesar de que tan sólo había estado con ellos unos pocos días, pero siempre había sido cordial y educado con todos.

Thomas  conducía el coche, y a su lado iba James que charlaba con él.  En el asiento trasero viajaba Rose, que permanecía callada.  Llevaba sus ojos clavados en la nuca de James y el pensamiento en qué sabe dónde y en quién.  Y ante ellos apareció la silueta del aeropuerto y de pronto el corazón de Rose comenzó a acelerarse y a latir deprisa. Faltaba poco más de una hora para que James desapareciera por la pasarela de embarque y de su vida.  Miles de palabras y de ideas se agolpaban en su mente, pero no salieron de su garganta. Presentía que le perdía para siempre pero se sentía incapaz de dar marcha atrás.  De decirle que ella también le amaba pero que no dejaría su trabajo por miedos absurdos que él tuviera.  Y se preguntó si fuese a la inversa , si él sería capaz de dejarlo todo y seguirla.  Estaba segura que la diría, que su trabajo como abogado no era una profesión de riesgo como la de policía, pero la única y verdadera razón es que amaba a su profesión más que a ella, y eso justamente es lo que Rose sentía también.  Era absurdo, pero el amor incondicional no existía a su modo de ver.  Ninguno de ellos amaba al otro dispuesto a sacrificarse porque fuera feliz, así que con estos planteamientos, lo mejor sería dejarlo como estaba. Lo zanjarían en cuanto el avión despegase.

Y hechos los trámites de embarque, Thomas decidió alejarse con el pretexto de comprar algo, pero lo cierto era que les quería dejar solos en la despedida.  Había notado cómo se miraban ambos, y eso sólo podía ser porque ambos se gustaban, aunque no supiera la profundidad de los sentimientos y las conclusiones a las que ambos habían llegado.

James y Rose se miraban fijamente.  Sabían que aquello era el fin;  todo lo que habían vivido se desvanecía en aquel preciso instante.  El trabajaría como siempre, y ella en dos semanas volvería a investigar  junto a algún compañero algún robo, crimen o delito que se les presentara. Y otra cosa que tenía en mente:  el culpable de la debacle del rancho;  se lo debía a su padre, por más que Thomas lo dió por amortizado. Adiós a la vida tranquila del rancho.  Pero eso era lo que había elegido, lo que la gustaba y por lo que estaba dispuesta a renunciar a muchas cosas, incluso al amor.
 Se aproximó a ella y tomando su cara entre las manos, la besó largamente y apasionadamente al tiempo que ella también le abrazaba. 
Desde lejos, Thomas les observaba sonriendo y complacido. James era el hombre que deseaba para su hija;  en repetidas ocasiones le había sorprendido  mirándola, y en esa mirada, se reconoció así mismo cuando vivía su mujer.  Pero... ¿ estaría Rose tan enamorada de él ?

Padre e hija, le vieron alejarse por la pasarela, sin volverse.  No quería que le vieran con la cara contraída por la despedida y la frustración del rechazo de ella, aún a sabiendas de amarse.  Esperaron hasta que vieron alejarse el avión y en silencio, emprendieron el viaje de regreso al rancho.  Thomas no hizo preguntas;  sabía a que se debía el silencio de Rose, pero no era el momento oportuno de hablar de ello,  en  otra mejor ocasión,  durante esas vacaciones, que lentamente tocaban a su fin, pero que charlarían antes de regresar a Nueva York, porque después sabía que sería difícil retomar el asunto.

Al llegar a su casa, James llamó al rancho para notificarles que ya había llegado, pero por la diferencia horaria la mayoría ya estaban descansando, excepto Rose que fue quien atendió la llamada

- Rose.  Pensé que no responderías por estar ya acostada.  Ya estoy en casa.  El viaje sin incidencias. -- Por allí ¿ todo bien ?
- Si, si.  Todos están en la cama menos yo. Sabes que me cuesta coger el sueño.  Esperaba tu llamada
- ¿ Harás lo mismo cuando regreses ?
- Dalo por hecho
- Está bien. Descansa
- Adiós James.  Tú también
 Y se despidieron como dos amigos, nada más,a pesar de que cada uno de ellos tenía mil preguntas que hacerse, aunque seguían al pié de la letra el plan que se habían trazado.

Y lentamente, con las consabidas reservas por parte de Rose, los días transcurrían y el fin de su presencia en el rancho también.  No sería hasta Navidad que se volverían a ver, y para entonces confiaba en que todo se hubiera serenado en esos corazones atormentados por quién sabe qué reflexiones pero que les impedían ser felices.  Y de nuevo padre e hija se abrazaron en el aeropuerto. Pero esa despedida también fue diferente por parte de ella,  y triste  por Thomas.
Rose  iba a su trabajo al que había ante puesto a todo y a todos y él, porque veía partir a su hija después de haberla tenido en casa durante tanto tiempo.  Sabía que estaba preocupada por su encuentro de nuevo con James, si es que habían decidido volver a verse, porque los jóvenes de ahora son de ideas tozudas y extrañas, se dijo. Si yo tuviera de nuevo la oportunidad de estar con mi mujer, con mi querida Ada, no habría fuerza humana que me separara de ella, pero ya se sabe; los tiempos evolucionan y las mentes de ahora van por delante de todos nosotros.  Piensan distinto y aveces se pierden lo mejor, pero ya se sabe son otras circunstancias.  Si al menos supiera los motivos por los que se han alejado... En fin,. Thomas, ya son mayores y sabrán lo que hacen.  Pero estoy seguro que se arrepentirán algún día y lo hecho ahora les pasará factura.

Y de nuevo se metió en el coche para regresar al rancho, esta vez iba solo, nada más que con sus pensamientos.

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