viernes, 20 de septiembre de 2019

El orden y la Ley - Capítulo 22 -Nuevo destino. Nueva vida

Sería difícil asumir la decepción, pero tendría que hacerlo.  Había comprobado que no era tan importante para ella como era su trabajo.  Estaba hundido anímicamente pero también había tomado una resolución:  lo mejor sería olvidarse de ella por muy difícil que fuera.  Tendría que hacerlo, cortar toda comunicación con Rose, por mucho dolor que le causara y por grandes deseos que tuviera. El amor es cosa de dos y si una parte no ama, no hay fuerza humana que pueda conseguirlo

Al abandonar la casa de ella, se paró en la acera frente al portal, indeciso sin saber qué hacer.  Miraba hacia la ventana de su casa que permanecía encendida ,  dudando.   Tenía  la idea de volver a subir y tratar de reconciliarse, pero también podría ser  que ella se reafirmase en su postura y no conseguiría nada más que una cosa:  o tener otra discusión más agresiva o ceder de su postura a sabiendas que de hacerlo, toda su vida sería un infierno sabiendo que ella se enfrentaba al peligro día a día.  Sería angustiosa la espera y respirando cada vez que la viera entrar por su casa.  Eso no era vida y tarde o temprano repercutiría en su unión, por eso optó por lo más difícil y complicado:  renunciar a ella definitivamente.  Y pensó que no hay amores tan fuertes que resistan una separación, aunque el olvido sería más complicado.

Por eso sacó un billete para Boston estaría lo suficientemente distante como para no verla, pero también lo más cerca posible.  Le habían aceptado en un despacho de abogados de los más importantes.  Con un sueldo lo suficientemente alto para vivir bien y más tranquilo que en  Nueva York.  Se buscó un apartamento no lejos del despacho que le permitía acudir a trabajar sin necesidad de utilizar el coche.  Dejó el suyo de Nueva York e hizo la mudanza a sabiendas de que quedaba atrás su proyecto de futuro junto a Rose.

No le costó acostumbrarse , y al ser de carácter extrovertido, pronto consiguió amigos entre sus compañeros de bufete y más pronto aún,  conocer amistades femeninas que trataban de hacerle olvidar su gran desengaño de amor.

 Casualmente  tuvo que llevar un caso de propiedades derivadas de un divorcio tormentoso, y al ser especialista en finanzas fue a parar a su despacho.  La divorciada era una mujer joven, espléndida en belleza y algo oportunista que vio cómo su marido la escatimaba unos bienes que ella reclamaba a cambio de haber sacrificado cinco años de su juventud para atender a un marido de mediana edad, que sólo quería exhibirla en sus reuniones y comidas de negocios.  Para ella, para su sacrificio, era un pago demasiado bajo por haberle  soportado sus manías y sus pocas noches apasionadas. Ella era joven y deseaba vivir la vida.  Y pronto la conexión se estableció entre Claire y él. Primero fue una comida de negocios, más tarde una cena con el mismo pretexto, y por último lo más humano entre los seres humanos. La llevó a su apartamento y allí, con ella, fue feliz y olvidó , siquiera por unas horas , el rostro que le había llevado a vivir allí.

Ella, mujer de mundo, intuía algo.  Un hombre tan inteligente y guapo no podía estar solo por el mundo si no fuera por dos cosas: por un desengaño amoroso y por ser gay, cosa que desechó  rotundamente después de haber pasado la noche con ella. Había acertado:  alguien había roto su corazón y buscaba olvido desesperadamente.  Antes de casarse  con su vetusto marido, había tenido otras relaciones varoniles,por eso conocía perfectamente lo que su intuición dictaba.  Pero se habían conocido hacía poco y no tenían la suficiente confianza para que la contara lo que le había llevado hasta ella.

El pretexto que ponían  para verse,  cada vez con más frecuencia, era el contencioso que tenía con su marido,pero la realidad era que estaban a gusto los dos, y deseaban estar juntos, aunque fuera de tapadillo.

Y llegó el día en que  se llegó al acuerdo del reparto de bienes, y James consiguió del marido lo que Claire deseaba.  Ya era una mujer libre y rica, y además salía con un hombre guapísimo que había propiciado su bienestar económico y sexual que durante  tanto tiempo  había echado de menos al estar casada con un hombre que ya no disfrutaba con la pasión de su esposa, por muy bella que fuera.  Los años habían pasado por él y ya no respondía a sus requerimientos.
Ya no tendrían que esconderse ni poner excusas para verse.  El deseo junto con un incipiente amor, se había establecido entre ellos.  El tiempo había pasado y James parecía haber recobrado el equilibrio con ella. Disfrutaba de su compañía y hasta parecía feliz. Poco a poco comenzaron a pensar en unir sus vidas. Claire esperanzada porque había olvidado a Rose, y James en paz consigo mismo creía haber enterrado ese amor no correspondido.  Y se unieron en matrimonio y eran felices, aunque cada uno de ellos guardasen en su interior antiguos recuerdos.
No tuvieron hijos ¿ por qué ? no lo sabían pero el caso era que no llegaban.  Por eso, cada vez que James tenía que hacer algún viaje, Claire le acompañaba.  Le hicieron socio del bufete y su status mejoró notablemente.  Tenían amigos poderosos, no todos muy legales, pero a ellos no les importaba que tuvieran algún conejo en la chistera.  No eran amigos íntimos, sino más bien conocidos, de los que sólo se ven en fiestas o alguna noche de cena en un restaurante  Ese tipo de amistades no terminaban de convencer a James y recordó que por ello había dejado su trabajo en el bufete de Nueva York; no defendería a alguien con trapos sucios en su curriculum.


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