domingo, 22 de septiembre de 2019

El orden y la Ley - Capítulo 27 - Ruta de esperanza

Claire formaría parte de la vida de otra persona a partir desde ese mismo día. Recogería su ropa en cualquier ocasión en que James no estuviera,  para que no fuera más violento.  El insistió en que  se quedara con el piso que habían ocupado juntos, pero ella desistió alegando que ya era de él antes de casarse

- Es muy grande para mi solo. Quédate con él - la repitió insistentemente
- No James, estaríamos incómodos.  Además es tuyo y  no te resultaba grande antes ¿ por qué ahora si?  Decididamente no.

Al finalizar la reunión, no pudieron evitar el emocionarse:  sería la última vez que se vieran como matrimonio ya extinguido.


- Eres una buena persona, James.  Busca esa felicidad que te es esquiva y agárrala fuerte. Seguro que dentro de un tiempo lo llenaras de niños, estoy segura.
-Claire, sé feliz y sabes que puedes contar conmigo para lo que necesites.  Hemos sido felices, aunque a ratos y por temporadas.  Pero nos respetamos y a nuestro modo nos quisimos. Cuídate y hasta siempre.

Había un coche esperándola enviado por el que,  tiempo más tarde,  se convertiría en su segundo marido. James de pie en la acera, la vio partir, y exhalando un suspiro, miró al cielo y respiró aliviado.  Ya no tenía obstáculos para emplearse a fondo en la conquista de Rose.  Pero al segundo de haberlo pensado,  se daba cuenta de que pudiera ser que  ella no  estuviera libre ¿ Y si no lo estaba ... ?  Era una mujer muy válida y había pasado mucho tiempo, no sería de extrañar que hubieran conquistado su corazón.  De todas maneras pensaba en llegar hasta el final, no podría vivir con esa duda.  Si acaso no resultara, daría media vuelta y regresaría a casa, sin más.


Decidió llamar a los hermanos  Livingston a ver si tenían algo nuevo que contarle, aunque no estaba muy convencido, porque de lo contrario, ellos  habrían contactado con él..  Y efectivamente así era,  no tenían nada especial que comunicarle.  Les anunció que viajaría al rancho en cuanto solucionase los asuntos pendientes que tenía y partiría hacia Westway ,para bien o para mal.  Aunque ésto último lo pensó para sí.

- Podríamos acompañarle - pidió Trevor- Mientras usted habla con su amiga, nosotros podríamos indagar por el pueblo e ir al banco.  Los tres haríamos más fuerza

James soltó una carcajada.  Estaba contento y todo le parecía bien.  Posiblemente fuera una buena idea la expuesta por el muchacho.
 Una semana más tarde, estaban sentados en el avión que les  conduciría a ¿ la felicidad ? ¿ o a la decepción?

Ya era tarde cuando llegaron a El Paso, así que decidieron hacer noche en un hotel y continuar viaje a la mañana siguiente.  Estaba deseando llegar y al mismo tiempo temblaba de miedo.  Nunca había estado tan inseguro, es decir, la palabra inseguridad no existía en su vocabulario.  Pero  ahora todo era distinto.  Posiblemente si no se hubiera interrumpido su contacto, no tendría tantas dudas. Sería cuestión de horas el poder comprobar si el desplazamiento hasta allí era inútil o daría sus frutos.
 Siguiendo los deseos de sus compañeros, decidieron pasar un rato en la discoteca del hotel, algo que a los jóvenes les llenó de alegría al no estar acostumbrados a "tanto" lujo. James les miraba con curiosidad y admiración; eran unos buenos chicos que no habían tenido facilidades para salir adelante, pero eran muy trabajadores e inteligentes y les gustaba el trato de ellos educado y servicial que tenían.  Estaba decidido a ayudarles y a poder ser retirarles de la calle.

- No les vendría mal un empleo en el bufete donde trabajo aunque fuera para servir café o llevar la correspondencia al correo. Ganarían un sueldo, aunque no muy grande, pero les permitiría comer caliente y en lugar seguro.  Se lo propondré a ellos y al jefe de recursos humanos.



La noche se le hizo interminable, y se levantó muy temprano.  Antes de bajar a cafetería llamó a los Levingston  ya que allí les esperaría. Era una hora prudencial, pero él estaba impaciente por emprender la marcha, pero aguardó a que ellos bajasen, desayunaran y le dieran sus impresiones de la noche pasada en la discoteca.  Se les veía expectantes al no estar acostumbrados a ello.  Y después de tomar su desayuno , alquilaron un coche en el mismo hotel que les conduciría a su destino.  Pusieron la música para que el trayecto se les hiciera más corto, coreando las canciones al ritmo que marcaba la música

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