jueves, 19 de septiembre de 2019

El orden y la Ley - Capítulo 21 - La soledad de Rose

No le importó la hora intempestiva de la noche, se puso en contacto con su jefe comisario y le contó lo que había ocurrido.  Saldría en ese momento a ver si conseguía un billete para el primer avión que saliera. Su cabeza funcionaba a mil por hora, y sin darse cuenta todo lo iba coordinando, aunque el rostro de su padre no se le borraba. Sólo pedía mentalmente el llegar a tiempo de decirle cuanto le quería y que le necesitaba.  Quizá se recuperara y cuando ella llegase estuviera fuera de peligro, pero al mismo tiempo, un nudo apretaba su garganta y su consciencia le decía que era más grave de lo que imaginaba y que no llegaría .  Antes de embarcar e inconscientemente, marcó el número de James por si hubiera regresado de Boston,pero el silencio de la llamada  la hizo desistir de ello.  Ni siquiera el buzón de voz se escuchaba. Pensaba que le había dado de baja, o quizás extraviado.  Todo era muy extraño


Uno de los obreros del rancho, la aguardaba en el aeropuerto;  Pedro no quiso  dejar sola a  Zulma.  Ansiosa  preguntó por si hubiera alguna novedad, pero el muchacho negó apesadumbrado con la cabeza.  Debía prepararse durante el camino para lo peor.  Y dos horas después de su llegada, Thomas exhalaba el último suspiro.  Pareciera que había estado esperando a que ella llegase.  Ni siquiera sabía si se habría  dado cuenta de todo el cariño que ella le demostró en esas dos horas.  La prescripción del médico fue un ataque al corazón, ya bastante débil por los últimos acontecimientos pasados.

No pudo decirle que iba a ser abuelo, aunque posiblemente fuese lo mejor por la situación creada con James;  hubiera sufrido una gran decepción.  Los amorosos brazos de Zulma y Pedro, la sujetaban porque estaba a punto de desplomarse al suelo. Ya no tenía lágrimas  que derramar porque la soledad era tan infinita que todo lo ahogaba.  Y echó de menos más que nunca a él, y en su cabeza resonaban sus palabras :  "quiero cuidarte, ayudarte y protegerte ". Sin embargo estaba sola, y no podía contar con nadie más que con Zulma y Pedro,  sus fieles sirvientes.

Cuando,  con infinito cariño Zulma consiguió que se acostara, al verse en su habitación  rompió a llorar compulsivamente,  y recordó que hacía pocos meses  allí estaban los tres arreglando los temas del rancho y su padre parecía estar bien, aunque si le encontró algo desmejorado, o quizá fuera que la imagen de James lo llenaba todo y no se dió cuenta.

A su entierro acudieron los rancheros más cercanos, pues con todos tenía amistad.  Pero las palabras de consuelo, no mitigaban el dolor que Rose sentía.  Estaba cansada, muy cansada, sin duda tenía el bajón que sigue a una excitación extrema como la que había sufrido. Zulma subió un vaso de leche con una pastilla para que pudiera conciliar el sueño.  Al verla sobre el plato, Rose se la quedó mirando y con un hilo de voz la dijo

-Gracias Zulma, pero no puedo tomarla, estoy embarazada.-  La mujer, sorprendida, no supo qué decir, sólo la abrazó y juntas lloraron

-No se preocupe mi niña, entre todos la cuidaremos.  Ahora trate de dormir, necesita descansar
- No se lo pude decir, no se lo pude decir
- No se angustie.  El ya lo sabe y desde el cielo va a cuidarles. ¿ Por qué no se queda unos días aquí ?
- Si lo haré, pero pasado algún tiempo.  He de volver al trabajo y arreglar algunos asuntos que tengo pendientes.  Después vendré a vivir con vosotros
- Bien, niña.  Lo que haga será bueno, ya lo verá. -Y no quiso preguntarla nada más, aunque en sus labios bailaba  un nombre y una época no muy lejana; si ella deseaba hablar, siempre la tendría para escucharla.

Al cabo de una semana, Rose regresó a Nueva York. Durante su estancia en el rancho y después del entierro de Thomas, había estado revisando los papeles:  todo estaba al día, pero había algo que la mortificaba:  el nombre del canalla que les estafó. Algo debía haber por algún lado que le diera algún nombre, alguna dirección.  Y se desesperaba.    A modo de excusa les dijo que  necesitaba su afiliación para abrir nuevos archivos.     Descartaría  los nombres de los trabajadores que aún estaban con ellos,.Todos estaban presentes y el ausente sería el encausado.   Les había preguntado por si recordaban su nombre ,  y todo lo que la pudieron decir es que se hacía llamar Chiquito Cienfuegos.  Algo era algo, y al fin dio con su nombre y dirección rebuscando entre las nóminas. Y a pesar de que acudió a la dirección que constaba,  ésta, no existía, era una casa en ruinas.  Guardó toda la documentación que de él tuvieran y con ella averiguaría  de dónde venía y a poder ser dónde estaba.

Todos la recibieron con cariño sabedores de la pérdida que había tenido.  Y decidida habló con el sargento mostrándole la documentación que llevaba.  Pidió permiso para rebuscar en los archivos,  que le fue concedido e inmediatamente se puso a ello.  Estaba segura que no era la primera vez y probablemente la última que hubiera cometido un delito.    Era un defraudador profesional y por algún lado encontraría su rastro.
Había tomado una decisión: dejaría su trabajo y se haría cargo del rancho en cuanto averiguase algo referente al citado Chiquito.

Y así lo hizo, aunque no sería tarea fácil  localizarlo, pero al fín Thomas podría descansar tranquilo.  Se lo debía, y esperaba que de algún modo, donde quiera que estuviese, sonreiría satisfecho.    Sólo faltaba convencer a su sargento para que averiguara dónde se encontraba ahora,  y si había cometido más delitos.  Ellos tenían los medios:  los agentes y la Ley. Ella estaba sola y embarazada.  El sargento analizó todas las pesquisas y la prometió que le detendrían,  y caería sobre él todo el peso de la Ley


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