lunes, 9 de septiembre de 2019

El orden y la Ley - Capítulo 3 - Orden y Ley

Era su primera asistencia como testigo y  estaba nerviosa, aunque trataba por todos los medios  de mostrarse tranquila.  Su inspector la había puesto en antecedentes de a quién se enfrentaba, y eso había sido peor.  Hubiera preferido que nadie la advirtiera de la dureza del abogado defensor.  El alguacil la dio paso, y de esta manera comenzaba la causa contra Morgan Levingston por el asesinato de Natalie Spencer.

Morgan era el hermano pequeño de Trevor, el confidente , y quién encargara a Donovan su defensa.  Pausadamente, pero con seguridad, Rose se encaminó hacia el lugar destinado.  Primero la interrogaría el fiscal, que sí era conocido por ella,  y a continuación el abogado defensor.  Todo el ritual de un caso, pero éste no era un caso más, sino que James Donovan, tenía especial interés en su defendido
Las preguntas del fiscal eran las consabidas y no tuvo impedimento en responderlas con rotundidad.  Pero otra cosa eran las del abogado defensor.  Cinco minutos fueron suficientes para que sus miradas se analizaran mutuamente, tratando de adivinar lo que cada uno de ellos preguntara y respondiera
Y allí estaban ambos, frente a frente  analizándose con la mirada. Donovan queriendo penetrar en la cabeza de Rose, tratando de adivinar lo que respondería a su pregunta. Pillarla desprevenida, ese era su truco, y lo cierto es que le resultaba exitoso la mayoría de las veces. Pero no conocía a su contrincante, y a pesar de no estar ducha en las batallas judiciales, era lista como el hambre y  audaz. Alzó los hombros, respiró hondo y clavó sus ojos en los del abogado, enviándole el mensaje de :

-Anda, pregunta.  No me das miedo

 Y lo cierto era que las manos la sudaban, y en la boca del estómago era como si tuviera un perro que la devorase a dentelladas.  Tragó saliva y se encomendó mentalmente, para que la náusea que llegaba hasta su garganta, no siguiera su camino al exterior.  No quería ni pensar, el espectáculo que sería si llegara a marearse; ella que se estaba acostumbrando a los escenarios más escabrosos de su profesión, no podía desmayarse por las preguntas del abogado.
Era descarado y la miraba fijamente, pero ella no retiró la mirada sino que desafiante alzó aún más su barbilla y aguardó paciente las preguntas de Donovan

¿ Quién era aquella mujer de homicidios que tenía frente a él ?  Se había informado.  Había estudiado ese personaje, y aunque sabía que sólo acompañaba a su inspector, y ella no tenía la voz cantante, le intrigó su punto de vista.  Quizá por ese lado obtendría las respuestas de los fallos que la policía pudiera haber cometido.  Pediría sobreseimiento del caso, no había tal.  Las pruebas que iba a presentar eran decisivas en la inocencia del muchacho.  Pero también conocía los manejos de algunos agentes, que a toda costa querían "limpiar las calles" a toda prisa, sin miramientos en que podían hundir la vida de una persona para siempre.  Lo sentía por ella, pero era su chivo expiatorio.

- ¿ Su nombre, por favor ? - la preguntó amablemente
- Mi nombre es Rose Patton
- ¿ Qué cargo ocupa en el escalafón de su comisaría ?
- Soy agente
-¿Estaba presente en el escenario del caso ?
- Efectivamente.  Acudí junto a mi sargento a la llamada que nos pasaron
-¿ Quién les notificó lo sucedido ?

Poco a poco iba desgranando las preguntas  de rigor, más para que el testigo bajase la guardia y se confiase.  Esa era su táctica: aparentar que era manso, pero con piel de lobo.

Y cuando más tranquila estaba, el abogado comenzó a desgranar el rosario de pruebas que llevaba a favor de su defendido.  Como acostumbraba, dio la vuelta a la situación presentando el mismo escenario, pero desde la perspectiva contraria.  Era contundente y estaba muy seguro, tanto,   que hacía que dudase en sus respuestas, que era lo que pretendía desde un principio.  De nada servían las protestas del fiscal, que el juez no desautorizaba, pero creaba la  duda razonable que había buscado desde el inicio.  Y fue al finalizar su interrogatorio, cuando Rose dudó en su respuesta, vacilando y produciendo un murmullo en la sala.
Bien, había conseguido lo que buscaba.  Rose estaba como aturdida sintiéndose taladrada por la mirada del fiscal y del sargento.  Una vez más lo había conseguido.  Había demostrado que el chico llegó después de ocurrido el suceso, que se encontró allí por casualidad, y que alguien tenía interés en culparle.  De todas maneras, el juicio no había hecho más que empezar.  Ella había sido su primer testigo y aún quedaban muchos días para que pasasen más personajes y dar por concluido lo que estaba comenzando
La mirada que el sargento dirigió a Rose era cortante, y sí,   estaba nerviosa y confundida, la reacción de su jefe la dejaba temblando de pies a cabeza.  Pero tenía que reconocer que los argumentos del defensor, eran totalmente factibles, que cuando llegaron habían muchos agentes revolviendo el escenario a pesar de las quejas de los forenses.  Tuvo la impresión de que Morgan  tenía toda la pinta de un chivo expiatorio que quizás estuviera pagando los platos rotos de su hermano el confidente.

El juez decretó  un receso hasta el día siguiente. El sargento y Rose, se levantaron y lentamente y sin pronunciar palabra se dirigieron a la salida.  Detrás de ellos lo hizo Donovan y hacia él se encaminaron los periodistas de tribunales,  para que les diera sus impresiones.  Rose sabía que en cuanto llegasen a la comisaría, le caería una buena bronca por  parte de su inmediato superior.  Y se preparó para ello.  Había jurado decir la verdad, y eso fue lo que hizo, tanto al fiscal  como al defensor, sólo que ambas versiones eran distintas. Ella simplemente  contestó la verdad de lo que había visto.   No era su culpa si sus compañeros habían efectuado un mal trabajo, así que les llamara al orden a ellos y no a Rose.

Al llegar al coche, el sargento abrió la puerta para que Rose entrase.  Junto al coche, estaba aparcado el del defensor.  Ambos separaron breves instantes taladrándose con la mirada.  Rose de reproche, Donovan con algo de sorna.  Hizo que Rose se soliviantara,  aún más de lo que ya estaba.

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