domingo, 15 de septiembre de 2019

El orden y la Ley - Capítulo 13 ¿ Quién dijo amor ?

De repente, ambos a un tiempo, se dieron cuenta que de seguir por ese camino, sucedería algo más que ninguno quería, al menos tan pronto , y en aquella casa. James creía que sería una falta de respeto hacia Thomas, pero no renunciaría a tener una relación con ella. Seria como si  un niño deseara durante largo tiempo el mejor de sus dulces, lo probara, y de repente se lo quitaran.  Rose era su "dulce" y no estaba dispuesto a perderla de vista una vez regresasen a Nueva York. ¿ Sería una relación seria? En esos momentos no se podía predecir, entre otras cosas porque quizá ella no lo deseara

Nadie hablaba.  Miraban al frente cabalgando más lentamente.  Quizá cada uno de ellos estaba asimilando lo que acababa de pasar y analizaban lo que ello significaba.  No estaba previsto en el guión, pero lo cierto es que había ocurrido sin que ellos lo desearan. James giró la cabeza y la miró sin decir nada. Contemplaba su perfil sereno y sus manos agarradas fuertemente a las bridas, como si en ellas le fuera la vida, sin percatarse de que era observada por él. ¿ Qué era lo que estaba pasando por su cabeza, por las de ambos,  que ninguno se atrevía a decir nada.  James pensaba que en cuanto solucionase lo que le había  llevado hasta allí, debía regresar a Nueva York,   antes de que fuera a mayores.  Sabía lo que quería y junto a Rose no lo encontraría, porque ninguno de los dos  renunciaría ni a su libertad ni a su trabajo.

A James le gustaba mucho Rose, pero conociendo el pensamiento de ella, sería imposible mantener una relación con vistas al matrimonio, o por lo menos a una vida en pareja.  No estaba dispuesto a renunciar al tipo de vida que se había creado.  No se veía como un marido responsable que acude a su casa nada más salir del trabajo. Ni llegar a un hogar y encontrar a Rose con un niño en brazos y otro haciendo salvajadas por la casa. Ella estaría desarreglada e histérica aguantando las travesuras de los niños durante todo el día.Tendría que renunciar a las copas con los amigos después de trabajar.  A sus citas esporádicas con la mujer de turno a las que no las pedía más que un rato de placer a cambio de algunos dólares.  Eso también se terminaría, porque aún suponiendo  que se dedicara por entero a Rose, ésta tendría con frecuencia "dolor de cabeza" en el momento que requiriese, cansada después de todo el día peleando con los chiquillos. Adiós al sexo, sólo de vez en cuando y muy esporádicamente.

 No, ese no era su ideal de vida.  Sería mejor poner distancia antes de que ambos se comprometieran más y se vieran atrapados.
¿ Era así como se sentía, atrapado en una tela de araña?   Iba muy deprisa y más lejos de lo expuesto por Rose.  Ella también tenía sus reglas y eran no renunciar a su trabajo. Y ese trabajo era peligroso.  A diario tenía que enfrentarse a delincuentes con peligro para su vida.  No sería él quién aguardase la noticia cuando su compañero de ronda le anunciase que había recibido un tiro en una detención. No lo soportaría. Así que lo mejor sería cortar ese vínculo antes de que fuera demasiado tarde, por mucho que le costase.

Y durante la cena de aquella noche, plantearía  el tener que regresar a casa una vez solucionado lo que le había llevado hasta allí.  Pondría como excusa, el tener que atender alguna llamada inexistente de su ayudante para que atendiera algo pendiente que reclamase su presencia.  Estaba jugando con fuego y seguro se quemaría si no pusiera remedio cuanto antes.  Ella aún se quedaría por unos días más ya que gozaba de una pequeña excedencia, así que cuando se incorporase a su trabajo, ya habrían transcurrido varias fechas, y calmado la fogosidad del momento que ahora estaban pasando. Si, eso sería lo mejor.

Y a la hora acordada, acudieron al banco y como buen profesional que era, sabiendo el terreno que pisaba, analizó concienzudamente cada clausula del contrato que el banco les había presentado, e incluso les arrancó un mayor plazo para su cancelación y una rebaja en los intereses. Padre e hija, le observaban con interés y admiración; sin él, ellos no lo hubieran conseguido.  Tal y como quedaba establecido, podrían cumplir con las cuotas para su cancelación con relativa facilidad.  Estrecharon la mano del director, y los tres salieron del establecimiento altamente complacidos con el acuerdo.

- Esto hemos de celebrarlo - dijo Thomas, ya en la calle -, Sin ti no lo hubiéramos conseguido, así que te estaremos agradecidos  eternamente
- Vamos Thomas.  Eres un hombre de negocios y conoces perfectamente cómo se comportan los bancos.  Sólo he cumplido con mi trabajo.  Les apreté las tuercas un poquito y comprendieron que de no ser así, no tendrían nada que hacer,  pero estoy de acuerdo contigo.  Vayamos a celebrarlo

Y lo hicieron con una comida en el mejor restaurante del lugar. Aparentemente habían olvidado el incidente de James y Rose,  de la mañana, y charlaban, los tres, animadamente.  Pero creyó oportuno plantear su regreso a Nueva York, una vez solucionado lo que le había llevado hasta allí.  Y así lo hizo,  y Thomas lo encontró natural.   Rose no comentó nada,  sólo asintió comprendiendo el favor que les había hecho, pero sabiendo que era una excusa por lo ocurrido, pero ocultó la realidad a su padre y al mismo James

- Creo que a modo de despedida, debéis celebrar una fiesta, ambos, ya que supongo que tu partida no se demorará en el tiempo- comentó Thomas dirigiéndose a ambos
- Me parece estupendo - comentó James - Conseguiré mi billete cuanto antes, ya que tengo el despacho algo descuidado, y mi ayudante requiere mi presencia para un caso pendiente - añadió James deseoso como estaba de cerrar la situación creada con Rose.

Ella sabía  el motivo de su precipitado regreso, pero no comentó nada y se dispuso a disfrutar de esa noche de celebración, ya que así se había planteado. No la importó el saber el motivo real de la espantada de James, ya que no era otra cosa que el salir corriendo huyendo de cualquier compromiso, por mucho que le dijera que ella tampoco deseaba relación alguna, pero no vendría mal pasar un buen rato juntos, y aquella noche sería la indicada para ello.  Posiblemente fueran los vapores del vino de la comida, lo que hacían que pensase de aquella manera. El arrogante abogado había enseñado la patita, y quería demostrarle que ella también era libre para tener sus aventuras, sin más, sólo por placer, sin ir más allá, al igual que él, tenía una vida más allá de su trabajo y quedaría demostrado aquella noche, pero dejaría muy claro, si es que llegaban a algo, que no pretendía nada más que pasar un buen rato, y después cada uno de ellos seguiría su camino, quedando el encuentro como una anécdota en sus vidas.

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